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El encanto de la denominación de origen en el mundo de las marcas

La denominación de origen combina la exclusividad de un producto con la tradición. de su proveniencia. Este sello es un gran aliado de las marcas que saben reflejar sus orígenes.

Invitado
4 de septiembre de 2015

En la naturaleza humana se percibe el deseo de proteger aquello que inventamos.  En la Grecia antigua, Aristóteles se alejaba del pensamiento de Platón abogando por la necesidad de la propiedad privada. Este deseo de protección hoy se materializa en marcas registradas , patentes, dominios y sellos.

Entre los sellos especiales, llamados oficialmente Signos Distintivos, se encuentra la Denominación de Origen. Esta diferencia a un producto regional de uno similar gracias a su tradición y proceso de transformación. A diferencia de una marca, varios productores del mismo tipo de producto pueden usarla, siempre y cuando respete las normas de origen, proceso productivo, etc.

En Francia, esta idea nació a finales de la Edad Media con el queso Roquefort y se materializó legalmente entre 1933 y 1935 con la apelación del vino Châteauneuf-du-Pape, precursora de la famosa Appellation d’Origine Contrôlée. Con decisiones como la prohibición de utilizar nombres como Feta en el 2005 (para el famosos queso de oveja/cabra que no se produjera en Grecia), la Comisión Europea logró incentivar y armonizar la utilización de distintos tipos de Signos Distintivos y proteger la tradición productiva.

A continuación se pueden ver tres de los sellos de origen armonizados en Europa* (versión italiana).



En branding, decimos que las marcas nos ayudan a simplificar la realidad para tomar decisiones de compra. Por eso estos sellos funcionan como señales en el mercado que fortalecen las marcas. Siguendo a A.M. Spence, Nobel de Economía (2001), estos símbolos rompen con la asimetría de la información. Con los años, el comprador europeo de quesos como el Parmigiano Reggiano se acostumbró al símbolo DOP y a los sellos del Consorzio. Esta misma lógica se puede transferir a productos colombianos que explotan las ventajas de nuestra propia Denominación de Origen.

El Queso Paipa, los sombreros Suaza, el Café de Nariño y la Cerámica Artesanal de Ráquira son ejemplos de los más de 20 productos protegidos en Colombia. El trámite de estos productos se hace ante la Superintendencia de Industria y Comercio, demora varios meses y puede sumar más de dos millones de pesos.  Dado que aún son escasos estos sellos, los productores pueden fortalecer sus marcas usándolos como Puntos de Diferenciación (PoD), elemento que resalta a una marca en el mercado.

A continuación podemos ver la versión colombiana de la DOP, que también incorpora la Marca País.



A medida que pase el tiempo y se conozca la virtud de usar sellos como la DOP, estos atributos pasarán a ser lo que llamamos Puntos de Paridad (PoP), es decir características típicas de un producto que cualquier cliente espera y todo productor ofrecería. Mientras se llega allá, es importante impulsar el uso de estos sellos, garantizar la calidad percibida y facilitar los trámites para los productores que están orgullosos de su tradición.

Así el complejo proceso del branding incluya esfuerzos encaminados a la marca propia, el uso de sellos crea y transfiere asociaciones y emociones a nuestros elementos de marca. Que estas asociaciones relativas a Colombia sean positivas dependerá del esfuerzo de cualquier persona que se ‘brandee’ como colombiano.

*Fuente de las Imágenes: DOP, IGP, STG: Wikimedia Commons; DOP-Colombia: Superintendencia de Industria y Comercio.