CAMILO DÍAZ

Obtener el dividendo de la paz

Alcanzar el dividendo de la paz, estimado en 1% de crecimiento adicional del PIB, dependerá de la voluntad del próximo gobierno para profundizar la implementación de los acuerdos.

Camilo Díaz, Camilo Díaz
27 de enero de 2018

Parte de lo que estará en juego en las elecciones presidenciales es la implementación de los acuerdos de paz y el cumplimiento de lo pactado, puesto que al Gobierno actual le queda muy poco tiempo para ejecutar acciones que hagan irreversible su implementación, en especial lo que tiene que ver con la reforma rural y con la dotación de bienes públicos en las regiones más afectadas por el conflicto.

Por eso es importante que los candidatos más opcionados y cercanos a la implementación de los acuerdos, Sergio Fajardo y Humberto de la Calle, busquen desde ahora tener una alianza para que, si alguno de los dos no llega a la segunda vuelta, tengan el apoyo garantizado del otro, que les permita alcanzar en coalición de segunda vuelta la victoria en la carrera por la presidencia.

Los riesgos que corren ambos candidatos, sus propuestas de gobierno, y la implementación de los acuerdos si no lo hacen son enormes. La implementación perdería fuelle quedando en manos de la voluntad política del contrincante que les gane, que, a juzgar por sus perfiles y opiniones del proceso de paz, o bien no cumplirían con lo acordado, o harían solo una implementación a medias que dejaría a los acuerdos en un fango difícil de distinguir entre implementación o incumplimiento. En ambos casos los perjudicados son los habitantes del campo que han sido los que de verdad han padecido el conflicto.

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Los doctores Sergio Fajardo y Humberto de la Calle, deben convencerse de que las reformas que Colombia necesita solo se pueden hacer gobernando, que el dividendo de la paz se obtiene es con la implementación, y la presidencia solo es posible si se unen. Los demás movimientos que hagan los van a dejar en la orilla de la oposición para que dejen constancia de lo que pase y se acuerden de la alianza que no lograron hacer.

El presidente Roosvelt, quien luchó por la justicia social como ningún otro en la historia de los Estados Unidos y derrotó a Hitler, alguna vez dijó: “Espero que me juzguen por los enemigos que he logrado”. Sergio Fajardo debe juzgar una alianza con Humberto de la Calle, con base en los enemigos políticos de sus ideas. Sí, los enemigos de la paz, los enemigos de la transparencia, enemigos de la diferencia y enemigos de modernizar el Estado para que deje sus mañas clientelares y corruptas. Mientras Humberto de la Calle, ya buscó el acercamiento, aunque debería ir más allá y plantear ir como fórmula vicepresidencial de Sergio Fajardo, este último se ha quedado es mirando a los amigos de Humberto de la Calle, en lugar de juzgar la alianza por las reformas que puede plantear para Colombia. 

Obama no hizo la reforma de salud con ángeles, la hizo con amigos del partido Demócrata. Sí, ese que tantas veces ha sido denunciado por sus prácticas clientelistas. Gaviria defendió la paz en la reelección de Santos de la mano de políticos regionales que le apostaron a la paz. Mockus ya se los dijo, la lógica del científico (Fajardo) debe mezclarse con la lógica del político (de La Calle), eso implica no optimizar el sueño político, sino la responsabilidad de gobernar bien un país necesitado y con riesgos de perder su ilusión de mantener los Acuerdos de Paz, no por las FARC, sino por la oportunidad de transformar nuestra sociedad.

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En la otra orilla ideológica Martha Lucía Ramírez ha dado una enorme lección. Prefirió lanzarse a buscar gobernar el país con una “gavilla de machos” y un exprocurador controvertido por corrupción, a ser una candidata vanidosa que le falló a quienes creen en sus propuestas.

Ambos candidatos deben buscar gobernar el país con el respaldo de todos los sectores amigos de la paz, en lugar de ser candidatos vanidosos con ínfulas de impolutos, que a la larga le van a fallar a los sectores más necesitados, los niños desnutridos por la corrupción, los empresarios sin respaldo de un Estado que promueva la competitividad y haga respetar la ley, los jóvenes sin oportunidades, las madres cabeza de hogar, los campesinos sin tierra y las víctimas de esta guerra que hasta hace apenas un año parecía no tener fin. Los presidentes gobiernan como se eligen y eso necesariamente requiere unir fuerzas desde varios sectores.