JUAN CARLOS SANCLEMENTE

¡No más oficina, que viva la “economía gig”!

Hay que valorar el rendimiento de los empleados o sus resultados y no el que tengan que estar presencialmente todos los días en la empresa. ¿Cómo trabajar creativamente en este tipo de economía?

Juan Carlos Sanclemente Téllez, Juan Carlos Sanclemente Téllez
28 de abril de 2018

Laborar  de tiempo completo en una determinada empresa ha sido considerado siempre como un ideal pero en los últimos años hemos comenzado a observar que no es precisamente la única manera en que la gente se gana la vida.

Pensar únicamente en formas tradicionales de trabajar desconocería que actualmente existen millones de personas que generan sus ingresos a partir de esquemas de ocupación independientes, autónomos y que reflejan un vínculo muy distinto entre empleador y empleado.

La denominada “gig economy”, aquella forma de laborar de muchos individuos que se dedican a algo independiente, a la consultoría o a ofrecer servicios específicos a sus clientes sin necesariamente estar empleados a tiempo completo, está cambiando la manera de ocuparse de las personas y la relación que todo esto tiene con los espacios físicos denominados oficinas.

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Las lecciones de esto que se denomina también “economía colaborativa” son significativas: no se evalúa el desempeño de las personas en términos de “hora escritorio” sino más bien en cuanto a los logros que ellas obtienen frente a unas metas u objetivos propuestos por sus empleadores. Tampoco existen estudios que comprueben que el hecho de estar ocho horas en una oficina incida positivamente en la satisfacción de los individuos, en su rendimiento o en la productividad de la empresa.

Estar sentado en un cubículo, una oficina o asistiendo a reuniones mal diseñadas e interminables, no solo es improductivo para los empleados comerciales sino igualmente para alguien de estrategia, técnico o de producción. El aporte de los trabajadores en esta era del “conocimiento” es mucho mejor, y se ha comprobado, por fuera de los linderos de la empresa o de esos espacios, aunque puede ser lo contrario para alguien en el campo manual o fabril.

Estudios recientes (McKinsey Global Institute, 2016) han mostrado que las personas libres de las ataduras del “puesto” son más productivas y evidencian más altos índices de satisfacción. Estos elementos son lógicos en la medida en que el “trabajo remoto” evita los problemas de movilidad o desplazamiento,  o el estrés que se genera en los espacios laborales debido a las interrupciones, las reuniones, etc.

La independencia tiene unas características importantes: un alto grado de control y autonomía; el pago por la tarea cumplida, la asignación o las ventas y, una duración relativamente corta. Estos atributos se presentan tanto en la comercialización de servicios como en la de bienes tangibles.

Esta misma investigación reveló que entre el 20% y el 30%  de la población en edad de trabajar en los Estados Unidos y la UE-15, alrededor de 162 millones de personas, lo hacen de manera independiente.

Adicionalmente, las tecnologías de la información y las distintas plataformas, redes y mecanismos de interacción entre las personas están favoreciendo esta categoría de trabajo puesto que mediante el uso de dispositivos móviles, se acercan compradores y vendedores de los bienes que se intercambian. Se constata incluso que estas relaciones “on-line”, interactivas, virtuales, colaboradoras o asociativas mediante variadas herramientas tecnológicas, son utilizadas por un nada despreciable 15% de dichos sujetos.

Pero ¿qué sucede con la tarea creativa que llevan a cabo todos esos “freelancers”? ¿Están preparadas todas las personas que son empleadas, para hacerlo de forma independiente? ¿Qué se necesita para tener éxito en este nuevo tipo de actividad autónoma?  

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Muchos de estos creativos no están aún listos para los importantes retos que trae esta nueva economía pues tal vez no son hábiles para promoverse en este campo, o no saben encontrar el negocio adecuado, pero todos ellos son capaces de aprender a desenvolverse en este desafiante escenario. Lo consiguen con un agente para entrar en una actividad específica, o enfocando sus esfuerzos de marketing y ventas en las necesidades concretas de su mercado.

La parte más difícil de la mentalidad empresarial de estos seres es el que deben tratar de “salirse de pensar solo en sí mismos” y advertir que lo que buscan no es concretamente comercializar sus servicios o productos sino más bien el enfocarse en sus clientes. No todo el mundo está preparado para manejar su propio negocio, aquellos que tienen un empleo de tiempo completo tampoco. Se trata entonces de cultivar permanentemente las redes, tejer relaciones con otros y buscar posicionamiento en este valioso reto de la independencia.

Uno de los principios más relevantes en el campo que menciono aquí, es el ser lo suficientemente ambiciosos para estar persiguiendo siempre aquello que queremos. No temer al rechazo es clave considerando invariablemente que los demás no necesariamente querrán aquello que estamos en capacidad de ofrecerles. Continuamente debemos pretender ir tras nuestros objetivos y que el que quiera, nos encuentre. Hemos de asumir la dirección de nuestros negocios y nunca depender de algo que se encuentre fuera de nosotros.

Trabajar por nuestra propia cuenta no es una empresa fácil, hay que buscar permanentemente quién requiere de nuestros productos o servicios, conocer plenamente nuestras fortalezas y debilidades e invertir tiempo y esfuerzos en asistir constantemente a eventos, experiencias o situaciones en las que encontremos un “networking” y allí no limitarse a entregar “tarjetas de presentación” sino más bien actuar en “modo investigación” e indagar por todas las necesidades que los demás experimentan.

El trabajo independiente, la economía “gig”, o aún los “freelance”, es un esquema que evoluciona significativamente favorecido por la tecnología pero sobre todo por la confianza mutua, la colaboración, los equipos, la interacción y las comunicaciones permanentes e interpersonales. Hay que dejar de pensar  solo en las horas que se pasan en la oficina y “evaluar” a las personas en función de todo aquello que pueden entregar, solucionar y resolver. Cuestión de efectividad, no meramente de eficiencia!

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