ADRIANA MOLANO

Esperar, pagar o desaparecer: neutralidad y negocio en Internet

Si pensamos en la economía digital, desregular es una de las formas más efectivas de impulsar el negocio, pero ¿qué pasa cuando desregular significa acabar con la neutralidad de la web?

Adriana Molano, Adriana Molano
15 de diciembre de 2017

La decisión de la Comisión Federal de Comunicaciones de Estados Unidos sobre revocar la norma que protegía lo que se conoce como ‘neutralidad de la web’ no tomó a nadie por sorpresa. Cuando las decisiones de política pública se toman con la mano en la billetera, existe una alta probabilidad de que el interés común salga perdiendo.

 En resumen, el nuevo escenario permite a los proveedores de conexiones de Internet de banda ancha en Estados Unidos, categorizar y, en función de esas categorías, hacer más lenta la carga de ciertas páginas y contenidos, de modo que sean las plataformas – y en últimas sus clientes (cualquiera de nosotros) –, quienes deban asumir un sobrecosto para que los contenidos corran con la mayor comodidad.

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 El negocio digital se promueve con esta medida. El argumento que soporta la decisión es que de este modo se incentivará la innovación y la mejora en el portafolio ofertado por los proveedores de Internet, apostando a ganar más y mejores clientes a través de la diferenciación en su servicio.

 A partir de ahora los operadores diseñarán nuevos portafolios para cobrarle a las plataformas y, éstas a su vez, tendrán que facturar de maneras distintas a las marcas que pautan en ellas (siendo esta la mayor fuente de financiación en casi todos los casos), o directamente al usuario final, llevando la web al modelo ‘pago por ver’.

 Según Mitch McConnell, líder de la mayoría republicana en el Senado norteamericano, ahora Internet "regresará a un mercado controlado por los consumidores y libre de regulaciones que perjudican la innovación".

 Escuchar esta frase fuera de contexto suena alentador e incluso reivindicador para los usuarios, pero acá el dilema no es de negocio sino de neutralidad y gobernanza de Internet. Estados Unidos entregó a los operadores el control sobre el negocio de Internet y ahora ellos tendrán el poder de decidir qué circulará abiertamente en la web.

 ¿Le parece exagerado? Piense cuánto tiempo espera usted al cargar un sitio web antes de irse a otro que le entregue lo que busca más rápidamente. No por nada Google muestra junto al total de resultados de sus búsquedas el tiempo sorprendente en que las hace. Ahora serán los operadores quienes decidan la velocidad de la banda ancha, así que en últimas harán cálculos basados en la lógica del consumidor digital. Esperar, pagar o desaparecer, esas son las opciones que se perfilan en el negocio de las plataformas.

 A la vez, jugar con los tiempos de carga hoy corresponde a una de las formas más eficientes de censurar con discreción un contenido en digital. Los usuarios no esperan, el ritmo acelerado al que ya estamos acostumbrados presiona a la web a ser ‘instantánea’, contando micras de segundos para quedarse o buscar otras opciones. Eliminar la neutralidad de la web, que garantiza igualdad de condiciones de reproducción para todos los contenidos, supone hacer que el mundo vea lo que los operadores decidan.

 Naciones Unidas ya consideró el acceso a Internet como un derecho, del cual toda la humanidad debería beneficiarse. Los gobiernos del mundo han trabajado por cerrar la brecha digital fortaleciendo principalmente el acceso a través de la mejora en la infraestructura y la apropiación de los usuarios; el tema de los contenidos hasta ahora estaba en manos de las plataformas, que han hecho todos los esfuerzos por lograr el equilibrio (a veces no tanto), entre contenido de interés y negocio a través de pauta digital. Ahora entra un nuevo jugador, con el poder de decidir qué se ve y qué no.

 Perdió Estados Unidos y por reacción en cadena podríamos perder todos. Arriba la #NeutralidadDeLaRed

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