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Negocios y Amistad

Combinar amistad y trabajo, y amistad y negocios puede ser beneficioso (pero también puede generar grandes e innecesarios conflictos).

Maria Alejandra Gonzalez-Perez
18 de septiembre de 2016

Pese a las advertencias de que “la amistad y los negocios son como el agua y el aceite”, hay quienes sienten y tienen evidencias de que es más fácil trabajar con amigos debido a la existencia de un vínculo de respeto, confianza y estilo de comunicación.

De hecho, existen números estudios en los que se han identificado las múltiples bondades de tener amigos en el trabajo, y cómo las oportunidades de consolidar amistades impactan la satisfacción laboral y, de manera indirecta, aumentan el compromiso de la organización, disminuyen el ausentismo y reducen la intención de renunciar al trabajo.

Pero, ¿qué pasa si dejamos de ser amigos?

Dejemos claro algo. En el mundo de los negocios no tenemos que hacer amigos ni nos tiene que gustar la demás gente. Sin embargo, es claro que para que las cosas funcionen debemos confiar, desarrollar un respeto profesional y trabajar bien con un equipo.

Los negocios y las relaciones laborales son producto de interacciones sociales y, para que estas interacciones sean efectivas, se requiere de entendimiento mutuo de las reglas de la relación, y estar conscientes de los comportamientos que son inapropiados. Sin embargo, para que esto pase, no necesariamente tiene que haber una amistad.  El empresario John D. Rockefeller dijo una vez “la amistad fundada en negocios es mejor que un negocio fundado en la amistad”.

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Y es que cuando se está en un rol gerencial, los “amigos” resultan los más difíciles de manejar. Trazar una línea y delimitar la frontera entre la amistad personal y la relación laboral dentro y fuera de la oficina ser puede tornar bastante problemático para muchos.  En un artículo publicado en el 2007 (hace casi una década) en la revista American Marketing Association, Kent Grayson, identifica cuatro aspectos fundamentales en el rol de la amistad:

1. Un mutuo compartir de aspectos de la vida no necesariamente públicos.

2. Buscar la compañía del otro voluntariamente (no por conveniencia práctica o exigencia).

3. Lo que ofrece una persona a la amistad, no se espera una obligación para que la otra persona haga lo mismo.

4. En una amistad el principal beneficio es la relación misma.

Aristóteles en el siglo IV antes de Cristo dedicó dos de los diez volúmenes que hacen parte del tratado “Ética a Nicómano” al análisis de la amistad. El filosofó griego consideró la amistad como un fenómeno universal,  necesario para todo ser humano, y que requiere reciprocidad para nacer y crecer.

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Escribe Aristóteles en la “Ética nicomáquea”, que “los amigos se necesitan en la prosperidad y en el infortunio, puesto que el desgraciado necesita bienhechores, y el afortunado personas a quienes hacer bien. Es absurdo hacer al hombre dichoso solitario, porque nadie querría poseer todas las cosas a condición de estar sólo. Por tanto, el hombre feliz necesita amigos”.

Según Aristóteles, hay tres clases de amigos dependiendo de lo que motiva relación. La primera clase de amistad es la amistad perfecta y duradera, la cual se da entre personas buenas, que se quieren, que se tienen confianza mutua, que desean el bien para el otro, y que aprecian sus características únicas.

El segundo tipo de amistad es la amistad por interés, donde se beneficia uno de otro. Y el tercer tipo es la amistad es por placer. Los dos últimos tipos de amistad son fáciles de acabar ya que cuando se pierde la utilidad o el placer, la amistad se disuelve. Debido a que la amistad se basa en reciprocidad, Aristóteles identifica la decepción y la desigualdad como causantes del rompimiento de la amistad. 

¿Cómo podemos hacer para no perder amigos en los negocios? ¿Qué debemos hacer para no confundir amistad con negocio? Hay casos muy difíciles de manejar.

Todos conocemos a alguien que se dedica, por ejemplo, a las ventas multinivel. La proliferación de este modelo de negocio, además de las ventas directas, ha aumentado la frecuencia en las que se usan los amigos y el círculo social más cercano como potenciales clientes, pues pueden ser más fácilmente motivados a participar del esquema.

Pero sin importar el tipo de amistad preexistente, tratar de influenciar a un amigo a ser parte del esquema multinivel puede transforma la relación inmediatamente. Somos muchos los que nos hemos encontrado ante la penosa e incómoda situación de “sacarle el cuerpo” a personas con quienes compartíamos una relación de amistad, al sentir que simplemente somos el objetivo en un esquema piramidal.

¿Vale la pena combinar amistad con negocios?

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