OPINIÓN ONLINE

Navegar hacia la nueva economía

Consciente de que el petróleo no continuará sosteniendo las rentas de la nación, el Gobierno ha empezado hablar de nueva economía.

Camilo Díaz
23 de julio de 2016

El pasado junio cuando el Ministro de Hacienda presento el Marco Fiscal de Mediano Plazo, expresó que el Gobierno buscará ir llevando la economía nacional hacia una “nueva economía”, esta vez menos dependiente de la extracción de recursos básicos como el petróleo, el carbón y el ferroníquel que en conjunto representan el 60% de las exportaciones.

Entonces las nuevas fuerzas impulsoras de la economía deberían ser la innovación de las empresas, la absorción de tecnología, el incremento de la productividad, y la mejora de la calidad de las manufacturas y servicios ofrecidos por las empresas colombianas. En suma, se trata de incrementar la competitividad. Sin embargo, aumentar la competitividad de las empresas no es algo que depende solamente de la intención del Gobierno de cambiar de foco hacia la industria y los servicios, ni de la voluntad de los empresarios para querer competir.

Como no es un asunto de intenciones lo que se requiere es el desarrollo de una política de Estado de largo plazo encaminada a desarrollar la industria y los servicios de alto valor, resolviendo las fallas de mercado existentes en temas que impactan a todos los sectores productivos, como el mejoramiento de las cadenas logísticas, la infraestructura de transporte no solo terrestre, el costo de la energía, el desarrollo de habilidades técnicas para certificar la calidad de procesos y productos, la calidad de la educación, y un sistema tributario eficiente. Otro tema fundamental que merece capítulo especial es el acceso a financiamiento a largo plazo para el crecimiento de las empresas establecidas con potencial, y para el emprendimiento a tasas de interés competitivas en comparación con nuestros competidores.

Sobre esto ya se había llamado la atención del Gobierno en octubre de 2014 en el Congreso en un foro de industriales organizado por el Grupo Proindustria, Acolfa, Acopi, y Asinfar, allí analistas y gremios pedimos la preparación de los sectores de cara a la firma del tratado de libre comercio con Corea del Sur, la adopción de una política industrial  (Ver: De vuelta  al política industrial) que permita el fortalecimiento y desarrollo de las Pymes, y la creación de un ministerio de industria que tenga como misión formular la política de desarrollo y transformación productiva así como monitorear la evolución de los sectores productivos trabajando de manera coordinada para solucionar los problemas que puedan presentarse.

Recomendaciones similares fueron formuladas por el BID en su informe anual de 2014 de ¿Cómo repensar el desarrollo productivo?, pero eran tiempos con petróleo a US$90 por barril, por lo cual esas sugerencias de empezar a pensar en el desarrollo de otros sectores no alcanzaron relevancia suficiente.

Desde esta columna también he dicho que sin política industrial Colombia no podrá mantener el ritmo de crecimiento económico porque la inversión del Estado depende fuertemente de la renta petrolera en momentos donde esa fuente de ingresos ha caído dramáticamente, y que las soluciones de recorte del presupuesto de inversión combinada con más impuestos a las empresas o ciudadanos van con cargo al crecimiento porque o frenan el consumo o frenan la inversión.

Ahora que han quedado atrás los tiempos de petróleo por encima de US$ 100 el barril, es la oportunidad para desarrollar varios sectores, porque de lo que se trata es de diversificar la economía para que cuando algunos sectores se desaceleren los demás absorban la coyuntura, protegiendo el empleo, la inversión y las propias arcas estatales. Una política de desarrollo productivo, industrial o como quiera llamársele, es una iniciativa de largo plazo que entregará frutos en ese mismo horizonte de tiempo y debe iniciar por la creación de la institucionalidad necesaria para formularla y ejecutarla.

Mientras navegamos a la nueva economía no hay que olvidar que se necesitará energía eléctrica, gas natural, petróleo y sus derivados para mover la industria, entonces se debe poner atención a ese índice bajo de reservas de crudo para solo 5,5 años, esa vulnerabilidad no beneficia a la economía en general y además sería un error que la industria tenga que cargar con un lastre justo en el momento donde tiene que tomar el relevo del crecimiento económico.