OPINIÓN ONLINE

Minimalismo, una vida sin estrés

Minimalismo no quiere decir que tenemos que vivir una vida radical y desprendernos de todo lo que tenemos. Por el contrario, es reconocer que el ser humano tiene necesidades, pero por otro lado, es innecesario acumular más de lo que verdaderamente nos añade valor y cumple una utilidad vital en nuestras vidas.

Manuel Restrepo
13 de febrero de 2017

Una vida llena de estrés es infortunadamente el común denominador en nuestra sociedad. Los dolores musculares, las migrañas y las enfermedades como consecuencia del abuso mental y físico a nuestro cuerpo nos llevan a vivir a una vida miserable. Lo sorprendente es que gran parte de ese estrés es generado por llevar una carga de acumular necesidades insaciables e infinitas.

Lo cierto es que cuando necesitamos menos, tenemos más. Actualmente, nuestras casas parecen más una bodega con una gran variedad de inventario, de las cuales muchas no usamos.  Sin embargo cuando estamos preocupados por menos posesiones y acumulación de cosas en nuestra vida, empezamos a vivir una vida más simple, llena de libertad, alegría y más conciencia sobre lo que tenemos y en lo importante que invertimos nuestro tiempo.

Como afirma Millburn & Nicodemus, en su libro “Minimalism: live a meaningful life”, minimalismo no quiere decir que tenemos que vivir una vida radical y desprendernos de todo lo que tenemos. Por el contrario, es reconocer que el ser humano tiene necesidades, pero por otro lado, es innecesario acumular más de lo que verdaderamente nos añade valor y cumple una utilidad vital en nuestras vidas.

Para esto es necesario entender cuatro reflexiones que le servirán para aplicar un estilo de vida minimalista, dejando el “equipaje” excesivo que le suma al estrés en su vida.

No acumule en exceso. Es innegable que el ser humano tiene necesidades básicas que satisfacer, e incluso lujos que puede darse el gusto de disfrutar, no obstante el exceso es innecesario. Basta para ir a nuestro armario y ver que ya no tenemos ganchos suficientes para colgar tanta ropa que tenemos, de la cual usamos máximo el diez por ciento de la que guardamos. Pensemos en tener cosas que nos añaden verdadero valor a nuestra vida, y lo que realmente cumple un uso en nuestra vida.

Cuestione el porqué de cada una de sus posesiones. Al comprar ese nuevo televisor para que nuestra casa parezca un estudio de televisión, o compremos esa nueva vajilla para la cocina que es hermosa pero que tocará guardarla en la estufa dado que no caben más cosas en nuestra cocina, hagámonos la pregunta, ¿es útil?;¿lo quiero para toda mi vida?;¿estoy dispuesto a mantenerlo?;¿es el mejor uso que le puedo dar a mi dinero?.

No le de el valor emocional a las cosas materiales. Cuando nos morimos, nada nos llevamos con nosotros. Asimismo, si nuestra casa se quema con todo lo que hay adentro, ¿se nos acabaría la vida y lo que valemos?. En teoría no, pero si le damos más valor a las cosas que tenemos de lo que verdaderamente tienen, nuestra vida depende de lo reemplazable y pasajero.

Si le sobra dinero, invierta y sea generoso. La cultura actual nos anima a que cuando ganamos más, gastamos más (incluso hasta lo que no tenemos). Cuando tenga momentos de bonanza, recuerde que estos probablemente no durarán para siempre. Por eso mismo, lo animo a que en vez de renovar el auto, la casa, la sala, o comprarse ropa de una marca más costosa, invierta en activos que le permitirán generar más dinero, ya sea vía rentas o apreciación de capital con el fin de tener una vida financiera tranquila. Y nunca olvide que otras personas fueron menos favorecidas que usted, por eso sume la gran satisfacción de dar a los que lo necesitan.  

Acumular exceso de cosas, es acumular estrés. Por eso lo invito a como mi esposa siempre me advierte, adquiera experiencias y memorias, no cosas.