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Millennials: consentidos o con-sentido

Los millennials no sólo son ya por número la generación que manda la parada y que se proyecta como los sucesores obvios de la generación X; son además aquellos introduciendo los grandes cambios estratégicos y de modelo de negocio, poniendo patas arriba al mundo corporativo. ¿Cómo contar con ellos en las empresas?

Pablo Londoño
19 de mayo de 2016

Los Millennials ya son la generación más grande en el mercado laboral mundial. Lo anterior ha generado, por razones obvias (siempre ha sido así), una tensión importante con sus predecesores generacionales que hoy por primera vez en la historia del mercado corporativo, incluye tres  generaciones adicionales: El de la generación Silenciosa (nacidos del 20 al 46), el del grupo de los Baby Boomers (46 al 65) que ya se están pensionando, y el de la generación X (60 a 80)  que hoy se encuentran en cargos de comando y control

Digo que esta tensión siempre ha existido porque lo mismo ocurrió hace 20 o 25 años que los X entraban al mercado laboral habiendo sido marcados por el consumismo, la llegada del internet, la caída del muro de Berlín y la aparición del sida (ni que decir de la violencia del narcotráfico en Colombia que nos marcó profundamente); o para ir un poco más lejos lo mismo pasó hace 40 con la entrada de los Baby Boomers, la generación de postguerra, que a su vez llegaron al mercado marcados por Vietnam, los Beatles, el jipismo, la libertad sexual y la llegada a la luna.

Cada generación trae su sello (sino pregúntele a sus papás con qué jugaban o qué música oían) y cada generación, y así debe ser, construye una serie de valores y define una forma de ver la vida que no sólo es nueva y diferente de la de sus antecesores sino que además muchas veces es por demás mejor.

Es sin duda el caso de los millennials, la generación “Yo Yo Yo” según el Times, señalada por muchos empresarios por su falta de compromiso, su independencia, su adicción a las redes sociales y su irreverencia. “Niños consentidos” a la luz de muchos empresarios que no han logrado adaptarse ellos, ni adaptar  sus organizaciones a los retos que impone el ágil, emprendedor, y digital mundo de estos “bichos raros”.

La realidad sin embargo, es que los millennials no sólo son ya por número la generación que manda la parada y que se proyecta como los sucesores obvios de la generación X; son además aquellos introduciendo los grandes cambios estratégicos y de modelo de negocio en un mundo en donde todo daba espera y que hoy cuenta con un grupo enorme de empresarios jóvenes (sí, además son emprendedores) que están poniendo patas arriba al mundo corporativo.

El tema de fondo, en mi humilde criterio, no son los millennials; el tema es que de la mano de la tecnología, llegó al mercado un grupo humano (al que nosotros criamos), que es de lejos como generación la más educada, de lejos la más informada, y por supuesto viene acompañada de una serie de habilidades que no sólo está centrada en sus dedos gordos, está sobre todo en su cabeza y en una forma de pensar que está forzando al mundo a que cambiemos en cuatro ámbitos que son fundamentales si queremos contar con ellos dentro de nuestras organizaciones:

  • Rapidez: Sí, son impacientes. Pero como no van a serlo si de un lado han crecido en la inmediatez del mundo digital y por otro han visto cómo aquellos congéneres ávidos de riesgo han puesto en jaque desde un sótano a corporaciones enteras, grandes, paquidérmicas y llenas de reglas para la toma de decisiones. En los millennials todo es para ayer porque el mundo de hoy cuenta con herramientas para agilizar la toma de decisiones. Iluso y miope pensar que nos van a esperar a que una junta que se va a realizar quien sabe cuándo, tome decisiones que ya para qué, cuando el mercado nos está pasando por encima.
  • Transparencia: Todavía vemos organizaciones en donde el manejo de la información y por lo tanto de un anquilosado concepto del “poder” está centrado en una élite interna a la que la organización reverencia como si fueran parte de un oráculo. Y lo hacen en pleno siglo XXI en donde toda, toda la información es pública y al alcance de un clic. Los millennials quieren ser parte de la solución y están acostumbrados a tener acceso a toda la información que esté al alcance de sus inquietudes. Cómo se nos ocurre, en “nuestra empresa”, privarlos de tener acceso a la materia prima básica con que hoy opera esta generación como parte de su capacidad de aporte. Las organizaciones más efectivas y más eficientes hoy no tienen reatos de compartir con ellos absolutamente todo.
  • Participación: Lo de que no quieren plata y reconocimiento es un mito, por supuesto que lo quieren y lo necesitan como cualquier otra generación. El tema no está en el qué sino en el cómo. Los millennials necesitan ser partícipes; necesitan sentir que hacen parte de algo grande en donde se les tenga en cuenta. Ellos son parte activa de todo lo que pasa alrededor: opinan sobre política, sexo, música, deportes; son parte de los grandes movimientos sociales y no admiten que precisamente el sitio en donde pasan más tiempo los deje por fuera de la foto. Las empresas que lo han entendido, están organizándose hoy alrededor de equipos y proyectos en donde el millennial puede no jugar el rol central pero tiene que sentirse incluido.
  • Flexibilidad: Finalmente, todo lo anterior hay que armarlo desde la amplitud de horario, locación, código de vestimenta, etc. Son jóvenes, informales, tecnológicos y han desarrollados destrezas para comprometerse sin tener que marcar tarjeta ni usar uniforme. Lo anterior no les quita ni seriedad ni compromiso, pero van a rechazar (la más de las veces con razón) esquemas y estereotipos que sin duda rayan con el pasado e invitan a estos jóvenes talentosos a buscar una mejor oportunidad.