CLAUDIA VARELA

Mi espejo mi reflejo

El éxito está definido por uno o más de los paradigmas que se vuelven hechos reales. Es por esto que las redes sociales se vuelven vitales en el momento de vender la imagen deseada.

Claudia Varela, Claudia Varela
17 de noviembre de 2019

 Creo que los filtros de edición son tan exitosos en las fotos porque definitivamente te permiten anular todas aquellas imperfecciones que son reales pero que el humano promedio se niega a reconocer en sí mismo.

Muchas veces vemos en los demás las cosas que quisiéramos tener, que añoramos o quizás nos gusta, gente que se parece a nosotros mismos. En las parejas y en las relaciones en general se busca eso que no se tiene, pero a la vez que se cree que se tiene de sobra. Creo que la psiquis cuando intentas trabajarla más allá de lo común te raya un poco la cabeza y al final el ego te empuja a que empieces a ver a los demás antes de verte a ti mismo.

La teoría del espejo de Jacques Lacan nos ayuda a entender este proceso. De acuerdo con Lacan, la construcción de la propia identidad se produce a través de la captación de uno mismo en otros. Esto implica que las relaciones que mantenemos con los demás son reflejos o proyecciones de aspectos de nuestra personalidad que nos gustan o nos desagradan.

¿Cómo funciona esta historia en la vida real?, ¿cómo camina en el mundo organizacional y de negocios que es una burbuja de la realidad social? Todos encontramos en los demás reflejos propios, reflejos muchas veces que no encajan con nuestras creencias, este material se reprime y se guarda en un cajoncito propio del inconsciente. Mejor dicho, algunos de los rasgos que más criticamos en los otros, que a veces no soportamos de la “gente” son los propios rasgos que tenemos de nuestra personalidad.

Algunos psicólogos afirman que el enganche con alguien, esa química fabulosa, pareja romántica o no, depende muchísimo de la imagen que esta persona devuelve de nosotros mismos. De igual forma puede pasarnos en lo laboral, puede ocurrir en una entrevista o con ese “favorito” del equipo que sentimos tan cercano, amamos y nos parece genial trabajar con él.

El liderazgo responsable, inspirador y formador debe buscar tratar de salirse del espejo y más bien buscar estas relaciones sanas que inspiran el cambio personal y evolucionar. Rodearse siempre de seres exactamente iguales a sí mismo no es en realidad un gran aporte ni al equipo ni al líder.

Encontramos ejemplos todo el tiempo. Buscamos socios que se parezcan a nosotros y luego terminamos peleando con ellos. Contratamos a los que quieren hacer cambios reales y luego nos enojamos cuando retan el modelo tradicional. 

¿Cuáles son los criterios subjetivos cuando vemos que alguien tiene potencial? ¿Vernos en una foto de menos edad? La inteligencia de un líder radica justamente en ser capaz de diferenciar esto y alcanzar un buen resultado a pesar de que no todos sean iguales a él.

Hay un factor adicional que tenemos que medir en esta diferencia y navegar en los equipos. Este paradigma actual de lucha permanente y de odio de la zona de confort. Tal vez algunos quieran acomodarse y si está claro el propósito y la decisión aporta valor individual y colectivo es completamente válido.

¿Por qué hay que lucharla tanto? Desde mi perspectiva, donde no suelo acomodarme a nada y que al final más bien me cargo de nuevas cosas por pura voluntad propia mi tema no es falta de guerrearla, pero creo importante saber cómo estamos manejando este concepto sin sesgos. Admiro a los que pueden moverse en su zona tranquilamente, creo que se ven menos preocupados y al final seguro están más tranquilos.

El secreto estaría entonces en adecuarse a entender los motivadores ajenos, las creencias de los demás, en tener un liderazgo consciente que permita hacer que el propio reflejo no sea el factor de desarrollo de los demás. Es decir en no esperar solo que los buenos sean iguales a mí mismo.

Sin reflejo que me deslumbre. Considero más valiente al que conquista sus deseos que al que conquista a sus enemigos, ya que la victoria más dura es la victoria sobre uno mismo (Aristóteles).