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Menor inflación no garantiza menores tasas de interés

Todavía es apresurado asumir que por el eventual punto de inflexión de la inflación que se espera a partir de la lectura de agosto sea señal suficiente para que ocurra también un punto de inflexión en la tasa de interés de intervención.

Germán Verdugo
7 de septiembre de 2016

La semana pasada el Banco de la República decidió hacer una pausa en la senda alcista de la tasa de interés de intervención que había iniciado en septiembre de 2015 y que llevó dicho indicador de 4,50% a 7,75%. Esta fase alcista en la tasa de interés ha sido respuesta a dos fenómenos económicos: la escalada de la inflación muy por encima de la meta y la ampliación en el déficit de cuenta corriente hasta niveles insostenibles.

Vale recordar que solo en lo corrido del año la inflación subió de 6,77% a 8,97%, alcanzando además el nivel máximo desde octubre de 2000 (16 años). De hecho, la inflación acumulada entre enero y julio se ubica en 5.65%, muy superior a la meta de inflación (2% a 4%), faltando aún la contabilización de cinco meses más. Por eso el mismo gerente del Banco Central afirmó que este año la inflación terminará entre 6,50% y 7,0%, nivel similar al de cierre de 2015.

El descenso de la inflación es un evento ampliamente anticipado, ya sea por la credibilidad que hay en las acciones tomadas por el Banco de la República, por la considerable desaceleración económica o porque los factores transitorios como devaluación, fenómeno del Niño y paro camionero ya son historia. Sin embargo, todavía es apresurado asumir que por el eventual punto de inflexión de la inflación que se espera a partir de la lectura de agosto sea señal suficiente para que ocurra también un punto de inflexión en la tasa de interés de intervención.

Por ahora, el riesgo de incumplir la meta por tres años consecutivos (2015, 2016 y 2017) sigue siendo elevado. De hecho, en el reporte de inflación presentado por el Emisor en agosto se mencionó que la probabilidad de que la inflación converja hacia la meta al finalizar 2017 es de apenas 42%, mostrando incluso un deterioro frente a los reportes de los dos trimestres previos, cuando esta probabilidad se ubicaba en 77% y 51%, respectivamente.

Aunque el crecimiento económico de apenas 2,0% anual en el segundo trimestre de 2016 sorprendió negativamente a los analistas y al mismo Banco de la República, es pertinente recordar que el crecimiento económico potencial también se ha deteriorado en años recientes. Entre tanto, el cierre proyectado del déficit de la cuenta corriente (5,3% y 4,3% del PIB para 2016 y 2017, respectivamente) todavía parece insuficiente para el estándar de economías similares, e incluso para la historia reciente de Colombia.

En este mismo sentido, algunos indicadores recientes de actividad económica también pueden haber sido permeados por los mismos eventos transitorios del paro camionero y el fenómeno de El Niño. El pésimo crecimiento del sector agropecuario en el segundo trimestre, el crecimiento de las ventas minoristas en junio y el incremento de la tasa de desempleo en julio, pueden ser reflejo de esta situación y, por lo tanto, habrá que esperar la lectura de estos indicadores en los siguientes meses para saber si la desaceleración reciente es preocupante o no.

En todo caso, estos signos de mayor desaceleración económica, la reciente reducción del déficit de cuenta corriente y el control de las expectativas de inflación de analistas y del mercado de TES soportan la decisión de pausar el incremento de tasas de interés por parte del Banco Central. No obstante, el comportamiento de la inflación básica, las expectativas de inflación del sector real, el riesgo de un fuerte incremento de la tarifa del IVA en enero, el alza del salario mínimo en 2017 y el avance hacia la normalización del comercio con Venezuela son nubarrones sobre la velocidad de convergencia de la inflación hacia la meta.

Según el comunicado de la decisión de política monetaria del pasado 31 de agosto, las expectativas de inflación de los analistas a uno y dos años se mantienen estables en 4,6% y 3,7%, respectivamente, mientras que las expectativas implícitas en las tasas de los títulos de deuda pública se encuentran entre 3,8% y 4,4%. Por otra parte, la más reciente encuesta trimestral al sector productivo arrojó una expectativa de inflación entre 4,92% y 5,90% a dos años, ubicándose éstas, en todos los casos, en la parte alta o por encima de la meta de inflación.

En el citado reporte de inflación quedo claro que “la evolución de las medidas de inflación básica, de las expectativas de inflación a más de un año, así como la activación de mecanismos de indexación, no permiten concluir con confianza que las empresas y los hogares colombianos esperen una convergencia de la inflación al 3% en el plazo anunciado por la Junta Directiva” por lo cual “sería necesario mantener tasas de interés altas por un periodo prolongado para garantizar dicha convergencia”.

En resumen, pese a lo favorable que será el descenso de la inflación en lo que resta del año, un cambio en la postura monetaria del Banco de la República no luce tan cercano. Hasta tanto, las expectativas de inflación se ubiquen cerca de 3%, se evidencie una mayor probabilidad de reducción del déficit en cuenta corriente al nivel de economías comparables y ocurra el desvanecimiento de los choques temporales, no habrá condiciones suficientes para iniciar la fase de recortes en la tasa de interés de intervención. Esto podría postergarse, entonces, hacia el segundo semestre de 2017 o incluso hasta 2018.