OPINIÓN ONLINE

Más tecnología e innovación a la colombiana y menos ideas ajenas

Colombia debe despertar del sueño y promover de manera más decidida el desarrollo tecnológico y la innovación. No prosperaremos mientras sigamos siendo usuarios de las ideas de otros.

David Barguil
3 de julio de 2016

En la economía mundial soplan fuertes vientos de cambio y Colombia tiene que aprovecharlos para despegar de una buena vez por todas. El contexto económico global es bastante difícil y ha desnudado las debilidades de nuestra economía; además, como si esto fuera poco, estamos ad portas de una cuarta revolución industrial que anticipa enormes pero impredecibles cambios en el mercado laboral mundial. La coyuntura debería invitar al sector público y privado del país a una profunda reflexión sobre la necesidad de poner en marcha una estrategia de desarrollo que le permita al país dejar atrás su dependencia de los commodities y participar en los negocios que hoy se perfilan como los que generarán la riqueza futura de las naciones.

Colombia no tiene otra alternativa que despertar del sueño. Nadie discute que en los últimos años se lograron avances importantes en la reducción de la pobreza, hemos disminuido significativamente el desempleo y logrado ampliar nuestra clase media. Sin embargo, también debemos reconocer que actualmente, las consecuencias de nuestra alta dependencia minero energética nos pasan cuenta de cobro, no tenemos claridad acerca de cuál es la salida a las dificultades económicas que padecemos y  esta realidad, en el mediano plazo, podría significar un nuevo retroceso en nuestros indicadores sociales.      

Lea también: El agro en Colombia: una mina de oro

Hoy, cifras de crecimiento del PIB del 6,6% y de inversión extranjera directa anual de 16.325 millones de dólares, como las que vivimos en el 2011 y en el 2014 respectivamente, parecen imposibles de repetir. El pasado mes de junio, el Gobierno Nacional puso a consideración del Congreso de la República un nuevo marco fiscal de mediano plazo que revela que sin un nuevo auge en la exportación de materias primas, la economía colombiana a penas logrará modestas cifras de crecimiento de alrededor del 3%. Por su parte, un informe reciente de la Cepal señaló que Colombia, debido a las dificultades del sector petrolero, ha sido el país con la mayor caída de inversión extranjera en la región (26%).      

Como si estas cifras no fueran suficientes para ponernos a pensar en la necesidad del cambio, en el país debemos reconocer que hemos hecho poco por dirigir la producción nacional hacia los sectores económicos que crecerán de manera sostenida y demandarán nuevos empleos en las próximas décadas. Un revelador reporte del Foro Económico Mundial (FEM), titulado “El futuro de los empleos”, ahondó en las perspectivas laborales en los 15 países más industrializados del mundo, entre ellos Estados Unidos, India, Brasil y México, y estima que entre el 2015 y 2020 en estos países dejarán de existir 7,1 millones de empleos tradicionales, que surgirán 2 millones de nuevas vacantes para ingenieros, matemáticos y expertos en computación, lo cual resulta en una pérdida neta de 5,1 millones de empleos.     

Lea también: Un pacto de los sectores productivos que no da espera

¿Qué está haciendo Colombia para afrontar este nuevo escenario económico que tenemos por delante y al que por nuestra condición de economía emergente estamos más expuestos? La llamada cuarta revolución industrial tendrá una enorme incidencia en economías en desarrollo como la colombiana, que tendrán que buscar alternativas porque su tradicional ventaja competitiva, representada en mano de obra poco calificada pero barata, dejará de existir.

El país no ha entendido que dilemas como el de Uber vs. taxis, aunque hoy susciten todo tipo de polémicas, son temporales toda vez que en un par de décadas el problema que tendremos que resolver es en dónde vamos a ubicar a los cientos de miles de personas que perderán sus empleos cuando empiecen a circular en Colombia taxis no tripulados, cuando no necesitemos más cajeros en las grandes superficies e, incluso, cuando el aprendizaje virtual reemplace a los maestros en las aulas.           

La robótica, nanotecnología, inteligencia artificial y las impresoras 3D entre otros avances tendrán un impacto sin precedentes sobre nuestro mercado laboral. El alcance de esta problemática es tan amplio que desde ya varios sectores, incluido el mismo MinTIC, han alertado sobre la falta de ingenieros en el país, mencionando que para el 2019 el déficit alcanzaría los 90 mil profesionales. Además, según el reporte del FEM, ya mencionado, las áreas de mayor demanda global son la ingeniería de sistemas y telemática, las de desarrollo de software y análisis de datos (BigData), las cuales hoy cuentan con un mayor déficit en el país.

Lea también: Quien siembra vientos recoge tempestades

Colombia necesita promover de manera más decidida el desarrollo tecnológico y la innovación. Desde hace décadas países como Suecia, Corea y Singapur nos han mostrado que la inversión en ciencia, tecnología e innovación (CTeI) está altamente correlacionada con el mayor PIB per cápita que nuestra sociedad necesita para superar sus enormes problemas sociales. En ese orden de ideas, desde el sector público se debe crear un ambicioso paquete de incentivos a la inversión en CTeI, y con la ayuda del sector privado  tenemos que poner en marcha un robusto sistema de CTeI que nos permita participar de la llamada economía creativa. Como sociedad no prosperaremos mientras sigamos condenados a ser usuarios de ideas ajenas y a que otros sean los que le pongan valor agregado a la producción nacional.