JOSÉ MIGUEL SANTAMARÍA

Los tibios

La descripción más sencilla del tibio es que no es "ni fu ni fa" o "ni chicha ni limonada"; es la persona que no toma decisiones o que cambia de parecer continuamente para caerle bien a todo el mundo.

José Miguel, José Miguel
14 de agosto de 2020

Desde hace muchos años se ha escrito sobre la fauna social colombiana, a la cual se le ha descrito muy bien: personajes como el lagarto, el lobo, el zorro y el perro son ya apelativos que se usan cotidianamente en las conversaciones. Hoy voy a hablar de uno que, aunque no tiene nombre de animal, ha venido apareciendo dentro de la sociedad y llenando espacios. Es el tibio.

La descripción más sencilla del tibio es que no es "ni fu ni fa" o "ni chicha ni limonada"; es la persona que no toma decisiones o que cambia de parecer continuamente para caerle bien a todo el mundo. El mundo está lleno de ellos. El problema radica cuando tienen posiciones de liderazgo, porque terminan llevando a sectores de la población de un lado a otro sin ninguna contemplación.

Yo siempre he dicho que la polarización y la controversia es buena, cuando esta busca mostrar las diferentes corrientes de pensamiento. Es más, los partidos políticos deberían ser mucho más estrictos en que sus líderes tengan claridad sobre estas; no es lógico que haya pensamientos tan disímiles dentro de estas estructuras, que tienen unos claros postulados.

Le puede interesar: Reabrir o morir

Existen diferentes clases de tibios, dependiendo del medio en el que habitan y se desempeñan. Los principales son:

El tibio ideológico: este es el personaje que cambia de ideología como cambia de camisa; va de la derecha a la izquierda sin ninguna pena; trabajó en el Gobierno de Uribe, y ahora se siente cómodo en la administración de Claudia López en Bogotá. Por un puesto es capaz de adorar a Timochenko, cuando anteriormente lo combatía, y seguramente terminó votando "Sí" al plebiscito a cambio de un contratico.

El tibio económico: al igual que el anterior tiene la capacidad de reinventarse, dependiendo de quién lo tiene contratado. Muy pocas veces tiene una posición propia, sino la derivada de la compañía en la que trabaja. Muchos son hoy en día analistas económicos; tienen la capacidad de alabar un día la independencia del banco central, la correlación entre el crecimiento económico y la disminución del desempleo con la baja en impuestos a las grandes compañías y al otro día estar promulgando la renta básica universal como algo fundamental o haciéndole buenos ojos al asistencialismo.

El tibio político: de estos sí existen de todos los colores y los pelambres; deambulan tranquilos de partido político en partido político. Una vez fueron liberales, después uribistas... Aunque pasaron por el verde y se sintieron a gusto, hoy conforman la coalición de izquierda, se sientan con las Farc, las defienden y Petro se les hace un estadista. Este personaje es peligroso, porque sus seguidores políticos de vieja data lo siguen votando a pesar de su metamorfosis.

El tibio moral: este personaje le ha hecho mucho daño al país. Puede que nunca directamente haya sido un bandido o que haya cometido actos de corrupción, pero sí ha cohonestado con corruptos y se siente cómodo con ellos. Esto pasa mucho en la política: este tibio cierra los ojos ante hechos irrefutables de corrupción de personajes a cambio de apoyos, de puestos y de poder.

Lo último y más importante para los colombianos es entender que el tibio, generalmente, se disfraza ideológicamente de centro, así esté en esa época en la izquierda o la derecha; se vende como conciliador y dice tener políticas de puertas abiertas. Nunca confíen en un tibio, pues lo pueden llevar a cohabitar con sus contradictores, terminar apoyándolos e ir en contra de sus principios.

Invito a que cada uno haga sus listados de tibios. Se llevarán sorpresas.

Le puede interesar: No es momento de mezquindades