FREDDY CASTRO

Los empresarios también son responsables

Los voceros de los gremios colombianos han advertido las fallas del Gobierno, omitiendo sus propias culpas.

Freddy Castro Badillo, Freddy Castro Badillo
19 de septiembre de 2017

Dos hechos asociados a los gremios económicos generaron discusión en las últimas semanas. El primero de ellos fue producto de una entrevista de Edgar Bejarano, Decano de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional, quien aseguró que el país había pecado en la “fe excesiva en los mercados y los empresarios”. La entrevista le generó, con razón, desconcierto a Javier Díaz, presidente de la Asociación Nacional de Comercio Exterior (Analdex). Díaz, egresado de la Nacional, no entendía las razones del Decano para tumbar puentes con los empresarios.

El segundo hecho tiene que ver con una serie de afirmaciones de Bruce Mac Master, presidente de la ANDI, sobre los economistas. Para el vocero de los industriales, en Colombia son más los macroeconomistas pensando en la estabilidad fiscal, que los microeconomistas pensando en las empresas. Lo anterior, según Mac Master, porque “toda una generación, o más bien dos, de economistas creció y desarrolló sus ideas y políticas sin preocuparse de entender al sector privado”.

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Se debe aclarar que hubo una extensión posterior de la entrevista del Decano de la Nacional. Bejarano no criticó a los empresarios, lo que hizo fue reivindicar el papel del Estado en el desarrollo empresarial. Sin embargo, y más allá del titular y lo que se quería comunicar, algo que ha faltado en el país ha sido compromiso empresarial. Sin caer horribles generalizaciones, varios empresarios prefirieron el “Lobby” a la innovación.

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Así lo ratificó un estudio de las marcelas (Eslava y Meléndez). Con datos comprendidos entre 1998 y 2006, encontraron que las empresas más privilegiadas por los gobiernos son las que tienen importancia electoral, o las que son representadas por un grupo económico o gremio. A las más productivas, que buscan acceso por canales formales, no les va bien.

Eran similares los empresarios de otras generaciones. En 1984, verbigracia, la Junta Monetaria del Banco de la República, en un ambiente de devaluación del peso (se estaba volviendo más costoso adquirir dólares), activó con la Resolución 33, una línea de crédito para que empresas endeudadas en dólares pudieran refinanciar sus pasivos. Avianca, Coltejer, Fabricato, Paz del Rio, entre otras firmas, accedieron a este beneficio. La sociedad toleró mayores niveles de inflación, para financiar las deudas de un grupo de empresarios.

El presente

Es cierto que los frentes macro y micro están descuidados. La ausencia de reformas estructurales, como la pensional, la tributaria y la revisión del gasto, revelan que no estamos pensando en lo macro. Lo micro tampoco ha sido una prioridad. Los presupuestos de las secretarías de desarrollo económico del país, de Colciencias y del Ministerio de Comercio Exterior, así lo ratifican. Tienen razón los gremios.

Sin embargo, y pese a notables esfuerzos, como los promovidos por Fasecolda para llevar al sector asegurador a estándares internacionales y la ANDI en la “Estrategia para una nueva industrialización”. En Colombia seguimos lejos de tener un sector empresarial que le apueste a la competencia y la innovación. En pleno siglo XXI se escuchan voces que promueven mecanismos de estabilización de precios y aranceles a sectores específicos. Santos, por ejemplo, anunció este año una reducción de aranceles que tendría un costo fiscal de $1,4 billones.

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Deseo para el futuro

Ojalá que los economistas del próximo Gobierno no actúen como los de pasadas generaciones. Que piensen en la micro, que recuerden que la productividad ocurre al interior de las firmas y que su prioridad sea desarrollar políticas que promuevan el crecimiento de las empresas en un ambiente de competencia.

Mejor aún. Ojalá en las duras reformas que vendrán en 2018, los líderes empresariales antepongan el interés general sobre cualquier otra consideración.

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