PABLO LONDOÑO

Liderazgo: nuestro derecho a soñar

“Hay que abrir a todo colombiano una esperanza cierta, una oportunidad operante, una expectativa legítima” – Alberto Lleras Camargo

Pablo Londoño, Pablo Londoño
9 de agosto de 2018

Los cambios de tercio en la vida generan, por lo general, expectativas inmensas alrededor de nuestro destino. Esos primeros instantes de conexión con nuestro futuro, son momentos trascendentales para generar esa relación íntima que queda como impronta en nuestra alma y que desata anhelos imborrables que nos ponen en pie de lucha frente a nuestro próximo reto.

No hablo solamente de trabajo, aunque dicho de paso, al igual que sucede con una entrevista laboral, son esos primeros minutos, a veces segundos, los que fijan el tono de la conversación que se genera de ahí en adelante y que en ocasiones marca el comienzo de una relación que dura para toda la vida. Pasa igual con nuestra pareja, con nuestros mejores amigos, con los jefes más queridos y recordados y con aquellas empresas que se fijan para siempre en nuestra memoria. Fueron siempre los primeros puntos de contacto los que fijaron en nuestra retina la convicción de que estábamos frente al reto, la persona o la organización correcta.

La magia de los primeros instantes muchas veces se pasa de largo, se desaprovecha, no se planea, cuando es la chispa que genera la combustión. Si bien existe la coincidencia astral y como se dice coloquialmente a veces, simplemente hay química en el aire, yo soy un convencido de que cuando los momentos son predecibles somos los llamados a construir la coincidencia, a no desaprovecharla.

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La magia sucede por supuesto en nuestra comunicación. En el estudio metódico del escenario pero sobre todo en la detallada calibración de nuestro interlocutor, del momento sicológico del oyente, de la expectativa del usuario, de nuestro mensaje que hará de este, bien sea su materia prima para soñar, o no, por el contrario, un insumo permanente para alimentar sus dudas, sus temores.

Hablo por supuesto de la responsabilidad del líder de, usando el poder de la comunicación, moldear nuestros sueños, nuestras esperanzas y construir desde el primer instante esa conexión pasional que se necesita para vendernos un sueño conjunto y ponernos a trabajar en él como soldados que tienen la irrevocable decisión de darlo todo por un sueño, por una visión compartida, por un mundo, una organización, una familia mejor.

Este martes me defraudó el discurso de nuestro nuevo Presidente. Traté inútilmente de liberarme de las tóxinas de su predecesor, el Presidente del Congreso, que si bien nos llenó de desesperanza, dejó premeditadamente en punto tan bajo el ánimo de los colombianos que lo oíamos, que era el momento perfecto para que este nuevo joven líder nos recogiera, nos diera esperanza, nos pusiera a soñar.

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Los grandes líderes de la historia fijan el tono con sus gobernados desde el comienzo.

- “Sueño que mis cuatro hijos vivirán un día en una nación donde serán juzgados no por el color de su piel, sino por el temple de su carácter" –ML King, agosto de 1963.

- “Que resolvamos aquí, firmemente, que estos muertos no habrán dado su vida en vano. Que esta nación, Dios mediante, tendrá un nuevo nacimiento de libertad”. "Y que el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo no desaparecerá de la Tierra"- Lincoln, marzo 1861

- “Sí se puede. Sí podemos cambiar. Sí se puede curar a esta nación. Sí podemos apoderarnos de nuestro futuro”- Barack Obama, enero del 2008.

- “No preguntes lo que tu país puede hacer por ti; pregunta lo que tú puedes hacer por tu país” – Kennedy, enero de 1961.

Al margen de su origen político, ni de a quién se le debe el triunfo, Duque es el Presidente y va a tener que creérselo. Representa no solo a todos aquellos que creyeron en él. Representa hoy a una generación que, como la suya, lidera hoy los grandes cambios mundiales. Las más importantes transformaciones sociales, políticas y empresariales las están encabezando líderes que como Trudeau en Canadá están enarbolando las banderas de la igualdad, la equidad, la inclusión, el respeto de los derechos humanos, el cambio climático.

Aquellos que hemos sido gobernados por la generación anterior, miramos con optimismo el cambio generacional. Que decir de los menores, de nuestro hijos, que pertenecientes a las nuevas generaciones tienen derecho a no seguir anclados al pasado sino a mirar con esperanza un futuro sin guerra, sin odios, sin revanchas, con oportunidades para ser, en donde el Estado se le deba a sus gobernados y en donde libres de corrupción volvamos a creer en nuestros gobernantes.

Los colombianos tenemos derecho a soñar. El tono del discurso tiene que ser el de la esperanza, el de la construcción de sueños compartidos. Le faltó alma al primer discurso de nuestro joven nuevo Presidente.

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