ADRIANA MOLANO

Lecciones de Silicon Valley: ¿de dónde viene y para dónde va el dinero?

¿Cómo entender apuestas millonarias basadas en ideas hechas de código y difícilmente estructurables en un balance? Así se mueve el dinero en Silicon Valley.

Adriana Molano, Adriana Molano
18 de octubre de 2019

Creer que los negocios en digital son tan sencillos de entender como los balances de una compañía tradicional no es una buena forma de acercarse a la lógica del valle del silicio; por el contrario, cuando se trata de pensar en los efectos de la economía digital en la redefinición del modo en que se genera y distribuye valor – o dinero para ser más explícitos en este caso –, todos los interrogantes saltan a la mesa para los inversionistas experimentados.

¿De dónde sale la valuación de un negocio basado en plataformas?, ¿cuándo se obtendrá rentabilidad?, ¿cómo se financiará el crecimiento?... ¿Será buen negocio?

En una reciente visita a Silicon Valley tuve la fortuna de acércame a varias organizaciones financiadoras y a algunos inversionistas que me ayudaron a entender un poco más el panorama. Aquí algunas lecciones sobre de dónde viene y para dónde va el dinero en la California digital.

Cuarta lección en el Valle: estira tu presupuesto (el arte del boostraping)

Cualquier ama de casa de América Latina es maestra en ‘estirar los billetes’ y hacer festines con poco, pues resulta que en el valle esta es una lección que muchos emprendedores hubiesen querido aprender a tiempo de sus madres.

Conocido como ‘boostraping’, la estrategia es tan sencilla que cuesta mucho aplicarla: haz todo con lo que tienes.

En resumen, al adoptar modelos de boostraping el emprendedor no busca financiación externa, es decir, acá no tienen cabida las aceleradoras, los ángeles inversionistas ni mucho menos el sistema financiero tradicional. El adagio popular reza que los primeros inversionistas de un negocio suelen ser los 3F (familia, amigos y tontos – por sus nombres en inglés), algo así es como opera el boostraping, solo que idealmente ha de ser el propio emprendimiento el que se sostenga.

Entre las prácticas de Silicon por esta vía se encuentra la distribución de acciones entre los colaboradores iniciales, a cambio de recibir bajos sueldos y sacar provecho de todo su potencial – lo cual puede ser tan arriesgado como jugar en Las Vegas –.

Otros, como el más sonado de los emprendedores colombianos en el Valle, Alex Torrenegra, apuestan por modelos combinados de boostraping y rentabilidad de otras inversiones para así capitalizar sus iniciativas – bien sabe el tiburón sobre dónde poner su capital para garantizar flujos de caja que soporten la operación de múltiples proyectos que facturan (o cuestan) en dólares (según el momento en que se encuentren) –.

Quinta lección en el Valle: preséntate a la primera ronda pensando en la tercera

Volvamos al bien conocido por todos Shark Tank. La mezcla entre buenas ideas, buenos modelos de negocio y las posibilidades de escalamiento e impacto son fundamentales para ‘seguir en el tanque’ – además de saber ‘echar el cuento’ como para hacer sonar los capitales –, pero luego llega la frase mortal: tanto dinero por tanta participación.

Sobre la valuación hay modelos, plantillas y hasta gurús de YouTube, pero lo cierto es que además de tener claro el valor real del negocio en la actualidad y en las proyecciones, es fundamental entender cómo se espera conseguir capitales – y qué tanto se está dispuesto a entregar – en las rondas de inversión

Aquí entran al menos dos fuentes de financiación: ángeles y aceleradoras.

Ser ángel inversionista es la nueva profesión soñada para quienes cuentan con cierta libertad financiera y visión para los negocios. El truco con ellos es sencillo: entender cómo se configura el ecosistema de negocios y relacionamiento de cada mecenas, y ofrecer una participación de la compañía lo suficientemente atractiva basada en una valuación correcta. 

En paralelo, con las aceleradoras la vara de ingreso podría entenderse como más alta, especialmente por las peleadas convocatorias, pero normalmente traen consigo una bolsa de beneficios que puede ser lo suficientemente atractiva para sortear cada etapa de la maratón: espacios de co-working en San Francisco, mentoría con líderes globales, relacionamiento con otros emprendedores de talla global… Se vale soñar y pedir más allá del Golden Gate.

Con un ángel inversionista podría funcionar el ‘elevator pitch’ para conseguir una cita; con una aceleradora usualmente se debe esperar por el llamo a propuestas y competir por la inyección de capital. En cualquier caso, la gran lección está en pensar que no importa cuánto se entregará del negocio en la primera ronda, sino en que para escalar a nivel global se necesitarán varias sesiones y en cada una de ellas se partirá más y más la torta para los accionistas. 

Como referencia, dos de las más grandes aceleradoras de Silicon Valley – que además han apostado por el avance de las startups latinas –, manejan porcentajes de participación interesantes a cambio de bolsas de U$150.000 y respirar el aire de silicio: Y Combinator pide el 7% de participación y 500 Startups se queda con el 6%.

Cualquiera pensaría que es mejor tener un uno por ciento de algo medianamente rentable que el cien por ciento del peor negocio del mundo. En Silicon Valley no es tan distinto, pero como reflexión nos queda que, para iniciar un negocio con alcance global, más que necesitar dinero, se requieren buenas ideas – escalables y de alto impacto – y, muy especialmente, una mentalidad clara de eso que conocemos como espíritu emprendedor – de pronto en las facultades de administración necesitamos algunas clases más sobre estructuración de negocios en digital con toques de ‘ingenio paisa’ –.