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Las falsas creencias del cambio

La cultura, como intangible que es, no es algo que se modifica por el simple hecho de haber planeado su cambio, sino que se hace evidente a través de mensajes repetitivos, de la promoción de nuevos comportamientos y de vivir reiterativamente nuevas formas de hacer las cosas.

Juliana Sánchez Trujillo, Juliana Sánchez Trujillo
11 de mayo de 2017

La cultura no se arregla; ésta es simplemente el resultado de la implementación de nuevos procesos, de nuevas estructuras y del desarrollo de nuevas habilidades. La cultura, como intangible que es, no es algo que se modifica por el simple hecho de haber planeado su cambio, sino que se hace evidente a través de mensajes repetitivos, de la promoción de nuevos comportamientos y de vivir reiterativamente nuevas formas de hacer las cosas. Pero para que esto funcione, se hace necesario romper ciertos paradigmas que existen alrededor de los cambios culturales en la organizaciones:

1. La cultura no es una cura milagrosa.

Cuando se tienen grandes problemas en las organizaciones, es común que se vuelque la mirada hacia el cambio de la cultura organizacional como la gran solución. Sin embargo, si el problema es un sistema de producción ineficiente, un servicio al cliente en el que el front y el back office están desarticulados o en el que la burocracia es la que dictamina cómo se hacen las cosas; el problema no se va a resolver con un cambio cultural. Antes bien, enfóquese en buscar eficiencias y transformaciones en sus procesos. El cambio cultural será simplemente una consecuencia de empezar a hacer las cosas de otra manera.

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2. El aprendizaje está en el proceso y no en el resultado

La cultura es el destino, pero la magia para que esta pueda hacerse posible se encuentra realmente en el proceso. No hay nada más poderoso que liderar con el ejemplo y es por eso que los nuevos retos culturales deben estar profundamente alineados con los valores de la organización y vivirse diariamente en el clima laboral.

Póngase metas pequeñas y celebre las pequeñas victorias cuando estas se alcanzan, aun cuando se encuentre lejos la meta.

3. Los incentivos económicos no siempre son la respuesta

Crear incentivos económicos para promover nuevos comportamientos es una tentación en la que es fácil caer, pero que científicamente se ha demostrado no es tan efectiva como se cree. Aquí no estoy hablando de no tener pagos justos, sino de buscar otras fuentes de incentivos diferentes a los económicos. Un buen lugar de inicio para este cambio de paradigma es la meritocracia; donde no han pasado de moda las felicitaciones, el reconocimiento público, los ascensos e incluso la posibilidad de involucrar a las personas en proyectos de su interés. Muchas veces reconocer la buena labor habla más fuerte que dar un bono en silencio.

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4. El amor toma tiempo

Todo cambio genera incomodidad, por lo que llegar a amarlo y aceptarlo a la primera puede ser difícil, pero eso no significa que sea imposible. Piénselo desde la perspectiva de conseguir pareja; por más que las personas se gusten, se requiere de repetidos encuentros, de compartir y conocerse antes de llegar a amarse. Así mismo, dele a la gente la oportunidad de aprender a valorar los nuevos beneficios que traen los cambios y a cogerles cariño a lo largo del tiempo. Aquí reforzar el mensaje es clave, por eso, resalte siempre lo que gana el negocio y cada persona al asumir los nuevos vientos. Finalmente recuerde, paciencia y amor serán siempre la clave.

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