ELIZABETH OSORIO

No nos llame, ¡nosotros los llamamos!

Las cosas han cambiado y, así lo demuestra la dinámica de empleabilidad, pues en la actualidad, no sólo son las empresas las que tienen la potestad de elegir, sino que éstas también están expuestas a ser o no elegidas por los candidatos a un empleo.

Juan José Cortés
1 de abril de 2019

De hecho, cada vez son más personas que deciden participar en un proceso evaluando si las organizaciones están alineadas con sus expectativas, no solo a nivel de beneficios funcionales (sueldo, subsidios, oportunidades de formación, etc.), sino también con el grado en que el trabajo se conecta con su propósito de vida, su desarrollo personal e incluso la manera como la cultura y valores que la compañía profesa y los ideales que persigue, están sintonizados con los propios.

Este cambio tiene consonancia con un planteamiento que hace un artículo del Journal of Management Education, donde precisan que “el trabajo es un medio de expresión de las necesidades internas de las personas, una forma de darle sentido a su existencia. Se dice que la fuerza laboral muestra hoy una mayor preocupación por aspectos existenciales y que sus trabajos contribuyen a contestar interrogantes sobre el significado y valor de su vida”.

Pienso que esta tendencia obliga a las empresas, a asumir una posición diferente frente al mercado laboral y es ahí, donde resulta pertinente gestionarse como Marca Empleadora, estrategia que implica construir la reputación corporativa desde dimensiones vivenciales relacionadas con experiencias emocionales, intelectuales y sensoriales.

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En este contexto, creería que una forma de atraer el talento adecuado, sería dándole una especial visibilidad a los valores de la organización, mostrando el sentido que tiene para las personas su trabajo, de qué manera lo disfrutan, en qué forma los reta, qué emociones gratificantes y trascendentes experimentan, incluso, mostrando las condiciones del lugar físico donde trabajan. Esto con el fin de que las personas decidan, de acuerdo a este panorama, si quieren o no inscribirse en las ofertas de empleo de la compañía.

Aunque hoy se habla mucho de querer ser el primero en el ranking del mejor lugar para trabajar, yo me atrevería a decir que el objetivo no debería ser posicionarse como la mejor para todos, sino la mejor para aquellos que se identifican con la esencia, cultura y valores corporativos; no creo que haya mejores o peores empresas sino las adecuadas para un perfil específico de personas. Se me viene a la mente una frase que escuché en la película “Dios no está muerto” pues aplica perfecto para este contexto y, para la vida misma: “Para la persona equivocada nunca tendrás valor, pero para la persona correcta lo valdrás todo”; este es el tipo de relación vinculante que se debería lograr, gestionando una estrategia de Marca Empleadora.

¿Bueno y cómo empezamos? El proceso es emocionante, retador y exige dedicación y pasión: Arme un equipo conformado por gestión del talento humano, marketing y comunicación; identifique la esencia de la empresa mediante una investigación de mercados; redefina su posicionamiento humanizando su marca, construya el arquetipo corporativo, su propósito superior y el EVP (Employee Value Proposition) el cual explica ¿por qué la gente debería trabajar con la empresa y no irse a la competencia?; alinee su identidad verbal, visual, locativa y comunicacional con la redefinición del posicionamiento humanizado; reformule sus procesos de reclutamiento basándose en valores y socialice su estrategia con un plan de comunicación. Estoy segura que, de esta manera, la compañía será elegida correctamente no solo por los trabajadores más alineados al sentido de su negocio, sino dentro de una experiencia de más allá de lo laboral ¡a primera vista!

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