CAMILO DÍAZ

Las dos salidas de Uber

Los anuncios de la plataforma de transporte de abandonar el país contrastan con la campaña de los últimos días para quedarse, ojalá tomen la segunda salida.

Camilo Díaz, Camilo Díaz
1 de febrero de 2020

Más allá de los enconados debates acerca de la salida de Uber del mercado local, y sobre si el Estado en lugar de incentivar el emprendimiento termina obstaculizándolo, hay que tener claridad que la regulación debe ser un marco neutral para todos los actores involucrados, y que por supuesto el Estado no puede realizar regulaciones a la medida de cada negocio para que pueda ser rentable, u operar bajo el marco de regulación que se adapta a las ideas de negocio de cada empresario o emprendedor.

Dentro del país la discusión con las autoridades, específicamente el Ministerio de Transporte, es si Uber como empresa es un prestador de servicios de transporte o una empresa tecnológica. De acuerdo con la definición que se tenga de la empresa le aplica una u otra regulación. El Ministerio de Transporte ha definido a Uber en Colombia como una empresa de transporte, porque en efecto presta servicios de transporte de pasajeros. Esa definición, fuera de los tecnicismos jurídicos guarda total consistencia con el sentido común, ya que los usuarios de Uber la utilizan para resolver un problema de transporte, es decir para desplazarse de un sitio a otro a través de un vehículo, en este caso particular. 

En contraste, la empresa insiste en que no es una empresa de transporte, sino que es una empresa de tecnología que une a usuarios con necesidades de transporte, con conductores que tienen disponibilidad de transportar a los primeros pero a cambio de una tarifa, por eso son denominados por la propia plataforma como “socios conductores”, allí la palabra socio no opera en la forma de dueño de una parte del negocio, opera en la forma de afiliado que gana dinero en la medida que logre ocupar su tiempo libre como socio conductor transportando personas. 

Si los socios conductores utilizan Uber con el fin de emplear su tiempo libre transportando personas de un lado a otro, y los usuarios la utilizan también para transportarse, es evidente que por mucha tecnología que la empresa emplee, es efectivamente una compañía de transportes que debe por supuesto cumplir con la regulación inherente al servicio público de pasajeros, Uber en efecto es abierta al público, no es un servicio privado, y cualquier persona puede registrarse utilizando su número de celular, un correo electrónico y una contraseña. 

Las dos salidas de Uber son: la primera, reusar a cumplir con las regulaciones asociadas al servicio público de pasajeros que han sido expedidas por el Ministerio de Transporte, con el efecto de tener que cerrar sus operaciones en el país con la consecuente pérdida de las inversiones, los empleos directos, y los empleos indirectos (no se sabe si informales o formales) de los socios conductores, y salir desacreditada en la controversia que ha tratado de plantear al Estado, al ponerlo a elegir entre emprendimiento o regulación, o entre desarrollo innovador y normas para el transporte público de pasajeros. 

La segunda, asumir que su negocio esta altísimamente vinculado con el transporte público de pasajeros, que la mayoría de sus ingresos operacionales se desprenden de ahí, y que por lo menos de acuerdo a las leyes de Colombia son una empresa de transporte. Uber ya ha aceptado en el pasado las regulaciones de otras jurisdicciones en donde opera, y en otras como Londres, donde existe un vibrante ecosistema emprendedor, fue prohibida. Y en California avanza una regulación para que los conductores sean tratados como empleados no como asociados. 

Ojalá que Uber decida tomar la segunda salida y se quede en Colombia cumpliendo con la regulación de su negocio de transporte, e incentivando la competencia en un sector donde el usuario necesita un mejor trato y opciones de transporte. Lo que no puede pasar bajo ninguna circunstancia es que el Estado tenga que fabricar regulaciones a la medida de cada negocio, si pasa eso, pronto habrá una fila de entusiastas solicitando su propia regulación. Los taxis están avisados de que la única forma que tendrán en el futuro para competir es mejorar su servicio, con vehículos aseados, en buen estado, con conductores amables y que respeten al usuario y las tarifas, de lo contrario seguirán perdiendo usuarios, puesto que es cuestión de tiempo para que Uber y otras se adapten a la regulación.