ÁNGEL PÉREZ

Las diferencias entre docentes explican, en parte, las brechas en educación

En Colombia no hemos logrado que los mejores maestros de la educación básica y media se ubiquen en las áreas rurales y en los barrios marginales de las grandes ciudades.

Ángel Pérez, Ángel Pérez
18 de febrero de 2019

La gestión en política educativa recomienda que los países deben buscar como objetivo que los mejores docentes trabajen con los niños más pobres y con menor acceso cultural. En Colombia hacemos todo lo contrario, los docentes de la educación oficial con mayor formación y estabilidad laboral se encuentran en las zonas más urbanas y con mayores recursos, mientras que la mayor cantidad de docentes provisionales, con menor formación y experiencia se encuentran en las zonas rurales.

Diversas investigaciones señalan que docentes bien formados y valorados son esenciales para lograr avanzar en la calidad de la educación. Así como las condiciones y calidad de vida de los estudiantes pueden explicar hasta un 50% de las varianzas en los logros educativos, el rol de los docentes pueden explicar más del 30% de las varianzas relacionadas con los resultados de los estudiantes; a mayor pobreza de los estudiantes el docente adquiere más relevancia.

Además, un documento reciente de la UNESCO concluye que las condiciones laborales y la distribución de los docentes a través de las regiones y las escuelas impactan los resultados en calidad de los sistemas educativo. Así mismo, indica que la política educativa promueve justicia social cuando los mejores maestros llegan a los alumnos y escuelas que más los necesitan.

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Sin embargo, en Colombia no hemos logrado que los mejores maestros de la educación básica y media se ubiquen en las áreas rurales y en los barrios marginales de las grandes ciudades. Factores como distancia, condiciones de acceso, falta de transporte, violencia, seguridad y escasos incentivos, por ubicación, inciden en la decisión de los docentes.

El estudio del Banco de la República “¿Quiénes son los docentes en Colombia? Características generales y brechas regionales” muestra que solo el 77,6% de los docentes de primaria que trabajan en zona rural están nombrados en propiedad, cifra que desciende en secundaria a 63,7%, en contraste con los nombrados en propiedad en las zonas urbanas, 90,9% y 82,1%, respectivamente. Recordemos que el 18% de los docentes en Colombia están nombrados en provisionalidad y que esta condición puede ser indefinida, hasta que no se produzca el concurso.   

Existe evidencia para afirmar que algunos de los docentes provisionales no cumplen las condiciones mínimas para ser maestros en los colegios oficiales, más grave si se entiende que ellos deben trabajar en condiciones difíciles y con los niños que más los necesitan. La provisionalidad incrementa la ausencia de los docentes en el aula escolar, afecta el normal desarrollo de los proyectos pedagógicos e incide en la calidad de los aprendizajes de los estudiantes y sus resultados educativos. Un estudio de Saavedra y Forero afirma que entre los provisionales existen maestros que nunca pasaron el concurso de méritos ni el examen de competencias básicas. Por ejemplo, ellos señalan “que  entre 2008 y 2013, el 34% de los docentes del Estatuto 1278 no pasaron el examen de competencias, la última vez que lo presentaron, de los cuales el 95% se encontraban vinculados como provisionales.”

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También existen diferencias notables en la formación de los docentes rurales y urbanos en Colombia. Solo el 75,7% de los docentes de las zonas rurales que laboran en el nivel de primaria tienen título de profesional y tan solo el 30% alcanza el nivel de posgrado, mientras que el 91,1% de los docentes de las zonas urbanas tienen título profesional y el 44% de ellos poseen estudios de posgrado. En los niveles de secundaria y media las diferencias se atenúan en cuanto que el 99,3% de los docentes rurales tienen a título profesional, frente al 97,7 en las zonas urbanas. Sin embargo, a nivel de posgrados las diferencias se mantienen, el 32% de los docentes rurales tienen títulos de posgrado frente al 46,2% de sus pares urbanos.

En general las diferencias en la formación de los docentes se mantienen cuando se observan por municipios certificados y no certificados en favor de los primeros. De hecho, los casos de Bogotá, Medellín y otras ciudades que han destinado recursos propios para financiar maestrías a cerca de 10.000 docentes, en los últimos ocho años, en parte, pueden explicar estas diferencias.

Ahora bien, existen dos datos interesantes que deben ayudar a definir la política pública en educación y con seguridad discusiones sobre la formación de los docentes en Colombia: Primero, los estudiantes de colegios públicos del departamento de Boyacá, en los últimos 10 años, se han destacado por estar entre los mejores de Colombia en las pruebas SABER 11. Estos resultados se pueden explicar porque sus docentes de primaria son quienes alcanzan la mayor formación a nivel de posgrados (65,5%), a nivel nacional. Segundo, estos resultados, que por supuesto son bastante generales, pueden esconder grandes diferencias cuando se examinan sus particularidades, como la que cita el estudio del Banco de la república en las áreas de ciencias, en secundaria: “mientras que el 50,5% de los profesores de química tienen un posgrado en las ciudades, en las zonas rurales sólo lo tienen el 29,9%”. Valdría entonces la pena revisar estas particularidades con calma por parte del MEN y de las secretarías de Educación.

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