ERICK BEHAR VILLEGAS

Las abejas muriendo y ahora a pagar IVA por la miel

El lema se acerca más a: “que no haya duda, todo lo relacionado a las abejas lleva IVA”.

Erick Behar Villegas, Erick Behar Villegas
16 de noviembre de 2018

Si le gustan las manzanas, la uchuva dulce, el queso, el zucchini (calabacín) y muchos más, las abejas y su miel le deberían interesar (y probablemente gustar) aún más. Como muchos lo saben, las abejas son tesoros de la naturaleza. Ahora, tenemos el infortunio de invitarlas a la discusión de la Ley de Financiamiento mientras ellas mismas enfrentan una crisis.

El borrador de la Ley de Financiamiento, o mejor, la reforma tributaria, prevé la imposición del IVA sobre la miel y sus productos asociados al no excluirlos. Sorprendentemente, la anterior reforma (Ley 1819) salvó a la miel natural del IVA en el art. 424, pero cometió el absurdo error de no mencionar al polen, la jalea real y el propóleo como excluidos del IVA, dejando a los apicultores en un limbo. Sucede que un apicultor también vive de vender polen, propóleo y jalea real. Ahora, habrá más claridad, sí, y más impuestos.

El lema se acerca más a: “que no haya duda, todo lo relacionado a las abejas lleva IVA”. Considero que esto es un error, y les expondré los motivos, pidiéndole al gobierno nacional que revise la partida arancelaria 04.09 para que sea incluida en el art. 424 junto con los productos asociados a la miel y los artículos de la canasta familiar que tampoco deben llevar IVA. Creo en las ideas y en el personal de este gobierno, pero es necesario recomendar el ajuste urgente de algunas de sus medidas.

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Las dificultades de la humanidad sin abejas

La historia empieza en la importancia misma y el significado de las abejas. No en vano se han escrito libros como The History of Bees de Maja Lunde, trazando lo que sería el trágico futuro de la humanidad sin abejas. No habrá casi placeres frutales ni vegetales; la nutrición cambiará, muchos trabajos se perderán y ni hablar de la desaparición de la miel. Sucede que estos magníficos bichos transportan, en parte ‘sin querer’, el polen desde el órgano masculino de la flor (estambres) al órgano femenino (estigma), en donde germinan estas micrósporas, materializando la fecundación y así la continuidad de más del 85% de las especies vegetales.

He tenido la oportunidad de ver cómo crecen uchuvas orgánicas, gigantes y dulces, gracias a la magia de las abejas. En época de fuertes lluvias o de enfermedad, la menor presencia de las abejas se ve en frutos más pequeños y a veces algo más ácidos. Estos animales son realmente increíbles, pero como se ha reportado recientemente, están en peligro.

Recientemente murieron en Tierralta (Córdoba), más de 7 millones de abejas y, en otros países, se reporta un declive de la población de la abeja apis mellifera. Según el Colectivo Abejas Vivas, una noble iniciativa que busca proteger las abejas, han perecido 10.385 colmenas, i.e. 519 millones de abejas que implican dejar de producir 415.000 kg de miel, algo así como la producción anual de Córdoba, nuestro primer departamento productor en Colombia.

Hay distintas explicaciones, ninguna 100% contundente, pero todo apunta al uso de pesticidas, herbicidas, monocultivos, falta de cuidado y buenas prácticas, etc. Para el caso de EE.UU, no es muy claro que realmente haya decaído estructuralmente la población de las abejas, como lo muestra Jon Entine, sin negar que los apicultores en todo el planeta están en problemas. Desde el diagnostico seminal que hiciera el argentino Luis Cornejo en 1976, Colombia sabe que tiene un enorme potencial y desde la introducción de la abeja africana en los 80s, nuestro progreso, comparado con el de países como México y Argentina, no ha sido óptimo.

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La paradoja de los productos orgánicos

El problema que tienen las abejas colombianas se relaciona con la paradoja cultural que promueve la naturaleza por doquier y se desinteresa de los productos orgánicos. Sin duda, hay mercados especializados que los promueven, pero el incentivo estructural es nulo. Hagan el intento de ir a vender una canasta de fruta en una plaza colombiana y decir que vale más porque es orgánica. No sé si sea sorprendente la indiferencia que reina frente a lo orgánico, pues la educación hacia lo sostenible y la transformación productiva en Colombia son esfuerzos dispersos, pero les garantizo que casi nadie comprará la canasta a un precio mayor en una plaza con dicho argumento.

Recordemos que para las abejas es mejor que haya cultivos orgánicos, así algunos estudios de la OMS digan que herbicidas con glifosato, como el famoso Roundup y otros agroinsumos, no hacen mayor daño dados los bajos niveles de toxicidad.

Cuando un agricultor piensa en volver su cultivo orgánico, se encuentra con costos iniciales de certificación que significan un desincentivo absurdo, dejándole vía libre a los insumos convencionales. Resalto, sin embargo, que ha habido un buen desarrollo de insumos biológicos en la industria nacional, pero mejor entremos en materia tributaria, porque sucede que estos agro insumos también tendrán IVA.

Lo grave de gravar la miel

Resumamos el problema: gravar con IVA a la miel y a productos asociados como el polen seco poco ayudará a los apicultores y tampoco a los agricultores, que ahora deberán pagar IVA por los agroinsumos.

Esto a la vez traerá un riesgo de sustitución de la miel artesanal de alta calidad, por mieles baratas importadas, siropes, e inclusive mieles adulteradas, esto último sin que el mismo consumidor se de cuenta.

Una potencial reducción en la demanda interna por la miel de alta calidad significa un desincentivo de producción para los apicultores. Aquí diríamos: entonces exportemos. No es tan sencillo; en 2015 apenas exportábamos una tonelada de miel según MinAgricultura, mientras que importábamos 110.

Además, competir contra los precios de mieles argentinas es prácticamente imposible para los apicultores colombianos. Por eso invito a que no desincentivemos la demanda de la miel al encarecerla con un IVA del 18%. Otro golpe bajo que implica esto se da sobre el flujo de caja de pequeñas empresas que no reciben pagos a tiempo y tendrán que responderle a la DIAN por el IVA causado.

Actualmente hay un Proyecto de Ley que dice en su art. 1 que las abejas son de interés nacional, proponiendo campañas para el fomento de la industria apícola. Colombia en sí es una contradicción, por eso debe haber esfuerzos para dejar de contradecirnos tanto en las reglas que ponemos.

No es válido decir que el problema radica en que el Congreso quiere una cosa y el gobierno otra; al final, es un único Estado el que le dice al ciudadano que lo quiere apoyar y luego lo encadena al mejor estilo de Legalland.

Si en el futuro no es rentable producir miel, ¿qué se supone que debe hacer un apicultor? La abeja busca el polen para nutrirse, pero poliniza los estigmas de la flor a su paso, y el apicultor no produce la miel por el bien de las flores y ya, sino por su sustento, así que en el momento en que se desestimule esta producción, hay muchas más cosas en riesgo.

Veámoslo in extremis: La desaparición de los apicultores pondría en riesgo a los demás productores de frutas y hortalizas que requieren polinizadores como las abejas. Para ir más allá, un artículo de Business Insider da cuenta del riesgo que tiene la misma industria lechera en EE.UU con la desaparición de las abejas, pues los bovinos no tendrían acceso al mismo tipo que nutrientes para producir la misma leche. Esto impactaría luego la industria del queso, yogur y habría inclusive menos insumos para productos tan ‘lejanos’ como helados y malteadas.

Por eso invito al gobierno a reflexionar para excluir la miel, el polen, la jalea real y el propóleo del cobro del IVA.

También les recomiendo este corto video para visualizar la polinización.

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