CLAUDIA VARELA

La vida es simple

Era una mañana fría. De esas mañanas bogotanas que ya no se sabe cómo resistir. De las que me hicieron comprar abrigos largos desde que prefiero caminar. Tenía la nariz fría como mi perro Golden y las manos en los bolsillos.

Claudia Varela, Claudia Varela
27 de octubre de 2019

Era temprano, pero esta ciudad amanece aun antes de que salga el sol por razones diversas. El tráfico espantoso que hay que procurar evitar, la necesidad de montar estos carritos de venta callejera que venden tinto madrugado, turnos muy de mañana, algunos runners que ya publicarán sus selfis de avances y otras muchas cosas que mueven una ciudad que, aunque gris cada vez recibe más gente en sus finitas calles donde ya no cabemos.

Llegué a mi cita con ellos. Un par de chicos que quieren hacer una mentoría para un nuevo emprendimiento. Tenía que ser muy temprano por que mi horario ejecutivo normal empieza a las 8 a.m , así que una cita a las 6.30 a.m era perfecta.

Mi café favorito, la niña que siempre me sonríe y me escribe en el vaso que mi mirada es fabulosa y que mi pelo desordenado siempre es perfecto. Me gusta creerle.

Nos sentamos a hablar y hago uso de la técnica increíble de escuchar más y de preguntar para entender bien que es lo que quieren estos futuros genios de los negocios.

Hablaron por lo menos 20 minutos en una especie de monólogo entre dos porque parecía que fueran una sola voz. Tenían tres ideas básicas, un proyecto ambientalista para enseñar a reciclar, un app para cuidado de mascotas y un desarrollo de cursos especializados para todos aquellos que quieran aprender de temas generales sin tener que moverse de su casa.

No eran malas ideas. Realmente, aunque algunas ya existen, al final eran interesantes, aunque no tuvieran que ver una con la otra. Los escuché con prudencia haciendo preguntas interesadas y espero que interesantes para guiar más su proceso.

¿Cuál de todas quieren hacer? Las tres respondieron a la vez. ¿Cuál sienten que tienen más desarrollada? Cada uno respondió algo diferente. ¿Con cuál se identifican más?, los dos lo pensaron y tampoco estuvieron de acuerdo.

Paré y les dije que hiciéramos un ejercicio para encontrar cuál era realmente su misión. Lo hicimos y encontramos que sus pasiones eran el logro para los dos. Pero uno de ellos veía el logro como la posibilidad de tener dinero, ropa de marca, un buen carro, plata y más plata. Para el otro el logro era el reconocimiento de los demás, impactar a los más necesitados generando algo diferente en la gente.

Se ve sencillo pero el proceso tardó. Confieso que tuve que llegar un poco más tarde a mi oficina. Lo curioso es que un par de chicos que llevaban un año desarrollando ideas de negocio, se habían olvidado en el proceso para qué estaban haciendo esto.

Se quedaron en el cómo y se concentraron en el qué solamente. Tenían ideas elaboradas y casi que listas para buscar inversionistas, pero no tenían clara cuál era su misión. No sabían para qué iban a desarrollar estos negocios. A uno le llamaba la atención el hecho de hacer plata y al otro impactar en la gente, pero aparentemente ninguno de sus proyectos los iba a llevar a cumplir sus expectativas.

Se sorprendieron y se llevaron como tarea priorizar y enfocar sus recursos en alcanzar un acuerdo del proyecto que fuera útil para ambos. Reflexión intensa que los iba a encaminar a escoger solo uno para que desarrolláramos juntos.

Nunca hay que olvidar que la misión es la razón de ser, la que te inspira o inspira a tus colaboradores a identificar cuál es el valor de su trabajo. Y definitivamente tu propósito es el que te lleva a entender a qué causa superior contribuyes al trabajar donde lo haces.

Los seres humanos sabemos que el trabajo debe ser un reflejo de lo que somos o aspiramos. Por eso es relevante entender no solo de manera concreta mi misión o la misión que busca mi emprendimiento sino el propósito, la causa superior a la que contribuyo con mi trabajo, así yo sea empleado o emprendedor.

No olvidemos celebrar el propósito y recordarlo diariamente, vivirlo de corazón. La vida es simple, pero insistimos en hacerla complicada (Confucio).