ÁNGEL PÉREZ

La pandemia contribuye a mejorar la calidad de la educación

En la historia de la humanidad el 2020 será reconocido como el año en que los sistemas educativos del mundo se transformaron debido a la pandemia de la covid-19, que obligó a cambiar los procesos de enseñanza y aprendizaje.

Ángel Pérez, Ángel Pérez
7 de septiembre de 2020

Ningún sistema educativo estaba preparado para educar desde la casa (el maestro) y en casa (el estudiante); sin embargo, este proceso se facilitó para los colegios y maestros que tenían experiencia en el uso de redes, en computadores y programas que, en el caso de Colombia, según el Dane, eran unos pocos; en efecto, de 40.276 sedes del sector oficial (donde funciona el 80% de la matrícula total) solo el 34% tenía acceso a internet, frente al 97% de las sedes de las instituciones escolares privadas.

A pesar de la desventaja de la educación oficial, la covid-19 logró transformar la educación, hecho social que traerá indudables beneficios a futuro. El cambio empezó, en el mes de marzo del 2020, cuando los maestros y los directivos docentes, en algunos casos acompañados por el Ministerio de Educación o las respectivas Secretarías territoriales se preguntaron: ¿Cómo desarrollar el proceso educativo durante la pandemia? ¿Qué han hecho otros maestros o colegios? y ¿Qué puedo aprender o replicar a futuro en el aula y en el colegio?

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Sin haber planeado el inesperado suceso, al tener que responder a las preguntas anteriores, el sistema educativo incentivó una profunda reflexión en las comunidades educativas y en los académicos sobre temas medulares que inciden en la calidad de la educación como la pertinencia del proyecto pedagógico de la institución escolar; la concentración de lo esencial en el currículo (integración de los conocimientos y el trabajo colaborativo) y la necesidad de dar un sentido a los aprendizajes; conciliar procesos para individualizar versus estandarización del trabajo con los estudiantes; criterios de evaluación para mejorar y ofrecer una alternativa que no castigue el error, y los efectos socioemocionales de los estudiantes y de los profesores durante la pandemia.

Además, por la especificidad de los colegios públicos y las características de los estudiantes, se requirió coordinar acciones para avanzar en programas de inclusión y equidad para los alumnos con desventajas económicas y con quienes no podían acceder al uso de las TIC para mantener el proceso educativo.

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Quienes tengan dudas sobre este extraordinario acontecimiento que está ocurriendo en la educación y en los colegios, públicos y privados, pueden revisar o buscar en las redes sociales los innumerables ejemplos relacionados con discusiones y propuestas de las instituciones escolares y de sus docentes para trabajar con los estudiantes durante la pandemia y la post pandemia, se sorprenderán de la productividad, de la capacidad de creación y de la innovación de los maestros. Agrego que una parte de los ciudadanos no conocen estos trabajos porque van directo a los estudiantes o a los padres de familia o se presentan en las redes de los colegios o de los maestros.

También asombra durante el tiempo de la pandemia la enorme cantidad de discusiones sobre política educativa o sobre pedagogía que mediante videos, escritos o encuentros virtuales han propiciado organizaciones internacionales y a nivel nacional el Ministerio de Educación (MEN), las Secretarías de Educación, las facultades de educación, los colegios, los sindicatos de maestros, las organizaciones de padres de familia, los centros de investigación (como el caso del IDEP de Bogotá) y las fundaciones y organizaciones sociales que ayudan a gestionar la educación de los niños y adolescentes.

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Esta masa crítica de semejantes proporciones es nueva y enriquece, desde ya, la formación y las prácticas de los maestros, también tiene efectos positivos para los padres de familia y espero que incida en las decisiones de los gobiernos nacionales y locales.

Otro impacto positivo es que una buena parte de los docentes y directivos de los colegios, así como el personal de apoyo, aprendieron a usar plataformas como Zoom, Google Meet y Microsoft Team, entre otras, sin olvidar el muy buen uso que ahora hacen los profes de WhatsApp que se convirtió en la herramienta esencial, en la educación oficial, para interactuar con los estudiantes y los padres de familia durante la pandemia.

Los maestros ahora son capaces de citar reuniones, subir material de diferente tipo y participar o dirigir reuniones virtuales; seis meses atrás, esto era imposible de imaginar. Con seguridad este aprendizaje en el sector educativo cambiará las formas de reunirse entre profesores y directivos para gestionar la institución escolar; pero también, a futuro, tendrá enormes beneficios para mejorar las relaciones entre docentes y padres de familia, estas acciones incidirán en la calidad de la educación.

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Por último, la pandemia ayudó a comprobar que nadie podrá volver a hablar o escribir sobre el derecho a la educación con calidad, si no se garantiza la conexión a internet de banda ancha, la dotación de computadores para los colegios y la formación de los maestros para su efectivo uso. Y más importante, hay que asegurar que los niños más pobres tengan conexión a internet desde sus casas y computadores.

La virtualidad llegó para quedarse, la conexión a internet y los computadores son la vía para tener acceso a la información y al conocimiento científico. No es posible la calidad del sistema educativo si los estudiantes no cuentan con estas herramientas.

Desde esta columna se insiste en que no hay un camino más expedito para luchar contra la pobreza, la violencia, las inequidades sociales y las bajas productividades en la economía que la aplicación de políticas públicas orientadas a garantizar las inversiones apropiadas para que los colegios, maestros y estudiantes dispongan plenamente de las herramientas de las TIC que permitan mejorar la calidad de la educación.