GUILLERMO VALENCIA

La Opep, un cártel sin poder

Ante la caída de la demanda de combustible y el aumento de las exportaciones de EE.UU., Arabia Saudita deberá redefinir su agenda, frente a una Opep presionada por los bajos precios.

Gustavo Valencia Patiño, Gustavo Valencia Patiño
4 de febrero de 2020

Mientras toda la agenda noticiosa se está centrando en el coronavirus y su impacto en la economía china, se está gestando un cambio estructural, que afecta con vehemencia a las monedas latinoamericanas. 

Se trata del petróleo, uno de los ‘commodities’ más difíciles de entender por sus inventarios, cifras de producción, demanda y sensibilidad geopolítica. El cambio que atraviesa está determinado por un nuevo factor: la irrupción de EE.UU. como un productor y exportador neto de este combustible. 

Tengamos en cuenta dos hechos geopolíticos recientes. El ataque en septiembre de 2019 con drones hecho por los rebeldes hutíes (aliados iraníes) contra la infraestructura de la petrolera estatal de Arabia Saudita, Saudi Aramco, el cual llevó al petróleo WTI a niveles cercanos a US$61 por barril. El mismo precio alcanzó el combustible cuando en enero de 2020 murió en una operación militar, organizada por el gobierno de EEUU, el general iraní, Qasem Soleimani. 

Lo que ocurrió tras ambos eventos fue una caída de casi el 17% en el precio del crudo. En el pasado hechos de este tipo eran sinónimos de un mercado al alza, pero que esto no suceda es un indicador de que existe una gran debilidad en el mercado del crudo tanto en su oferta como en la demanda. La gráfica que más me gusta para mostrar esta nueva realidad del mercado petrolero es la evolución de su producción a lo largo del siglo XX. 

Producción mundial de petróleo durante el siglo XX y principios del XXI. Fuente: Energy Information Administration (EIA). 

La nueva realidad del petróleo

El del petróleo ha sido un proceso cambiante. La sobreoferta más importante ocurrió durante la década de 1980, por cuenta de las cifras récord de producción de EE.UU., Arabia Saudita y la Unión Soviética. Luego, en la década de 1970, la aparición de nuevos actores como México contribuyó a la caída de los precios en 1980. Una transformación similar ocurrió a comienzos de la década pasada, en la que EE.UU. recuperó su hegemonía energética con el uso de no convencionales. Su liderazgo en la producción derrumbó el precio del barril en 2014.

Para 2020, EE.UU. ya ha alcanzado la autonomía de un exportador neto de energía. Este es un evento que cambia por completo la estructura oligopólica del mercado del petróleo, otrora dominado por la Opep. Con este nuevo jugador Rusia queda sin incentivos para reducir su producción y Arabia Saudita tendrá que defender su posición dominante a cualquier precio, y lo hará sin importar los intereses de otros países miembros de la Opep.  

¿Están los grandes productores a punto de librar una nueva guerra de precios y control por la distribución? El coronavirus y la debilidad en la demanda se están convirtiendo en el contexto ideal para que los saudíes aumenten su producción.

Las exportaciones de petróleo de EE.UU. siguen en aumento. Fuente: Energy Information Administration (EIA). 

Por último, tengamos en cuenta que una potencial caída del precio del petróleo crearía mayor presión fiscal para los países latinoamericanos, que aún deben lidiar con el descontento social del año pasado. De nuevo, y como lo hemos dicho en columnas anteriores, un cambio radical en los precios pondría más volatilidad en las monedas de América Latina.