CLAUDIA VARELA

La necesaria autogestión

El contexto actual no es fácil: además de la incertidumbre y la angustia por estar encerrados y viviendo momentos de constante intensidad, muchas personas se quedaron sin trabajo, vieron reducidos sus ingresos y han tenido momentos de duelo por pérdidas de familiares y amigos.

Revista Dinero
16 de agosto de 2020

Si adicionalmente pensamos en pasar repentinamente a una vida social restringida, tener niños saltando encima de ti de manera permanente y más presión en el trabajo con reuniones eternas, incluso más allá del atardecer, reconocemos, pues, que cualquier ser humano puede reaccionar.

He leído que los casos de ansiedad han incrementado y, por supuesto, el maltrato a mujeres y niños dentro del hogar también alcanzan unos índices lamentables. Y es que los matrimonios falsos, las parejas de papel, las familias de nombre en momentos como este están probado su "aguante".

Las organizaciones deben cuidarse de estar lejos de cualquier proceso discriminatorio ahora más que nunca: la humanidad está mucho más sensible a temas que antes tenían estandarizados y no conscientes, como el machismo o cualquier tipo de sesgo que segregue a otros.

Lea también: Lo que no quieres mostrar

La única manera de fluir genuinamente en un entorno que definitivamente es hostil es a través de la autogestión. Las redes nos venden el secreto de estar bien solo haciendo recetas maravillosas, haciendo ejercicio con mujeres extradelgadas o exfutbolistas y cuidando niños perfectos sonrientes y estáticos. La realidad es distinta y los modelos que nos está vendiendo hoy el ambiente generan más ansiedad aún. A mí particularmente me encanta entrenar, pero eso no me hace mejor o peor modelo de comportamiento; solo me da mi propia identidad.

El método para realmente no engañarnos y “hacer que nada pasa” es autoconocernos, navegar un poco más en cada uno, preocuparnos un poco más por el ser y menos por el hacer.

Hace unos días hablaba con una mujer muy valiente, a quien admiro por su permanente actitud positiva. A pesar de que le pasan cosas difíciles, siempre ve la luz al final del túnel, lo cual me parece buenísimo. Pero esta vez me preocupó, porque parecía haciendo negación de una realidad innegable. Está aburrida en su casa, se siente mala madre porque no sabe cómo manejar a sus hijos pequeños mientras trabaja y, además, se engordó cinco kilos, porque no tiene tiempo para hacer ejercicio en cuarentena.

Después de hablarle un poco más, terminó llorando desconsolada. No quiere aceptar la situación: es pilar de todos en casa, tiene un cargo en el que maneja gente y quiere ser ejemplo. ¡Se reventó! Y no quería aceptarlo por un tema de orgullo y de esta condición humana que nos engaña con la idea de que podemos solos con todo.

También dicté un taller súper lindo de autogestión a un grupo de profesores. Hablamos de empatía y de lo importante de automotivarse en un ambiente tan complejo, en el que muchos alumnos están viviendo en zozobra. Yo los entiendo, ¿pueden ustedes imaginarse estar en los veinte años y no poder salir a socializar? Después de escuchar a algunos de ellos, me di cuenta de que esa situación nos pasa factura a todos. Los asistentes estaban preocupados y salieron palabras como miedo, incertidumbre, ansiedad, temor, muerte.

Tenemos que hacer consciencia del momento en el que estamos. No hay control; influenciemos lo que es influenciable; movámonos donde podamos tener impacto. Pero el mejor consejo es "cuando no podamos hacer nada, mejor… No hagamos nada".

Lea también: ¿Permites la rebeldía creativa?

La autogestión empieza por entender qué queremos, por decirnos realmente cómo nos sentimos, por dejar que la tristeza llegue si es que llega, que los momentos de silencio también aterricen y que los espacios solos, así sean en la ducha, nos encuentren.

Hay que dejar los superpoderes. Las modelos también tienen ojeras, los futbolistas también se envejecen, los CEO tienen problemas maritales; no es imprescindible cocinar para ser el mejor miembro familiar y todos tenemos miedo.

Si yo me reconozco y me entiendo, es posible que logre tener empatía hacia otros. Regálate un rato de empatía propia, pregúntate en serio qué quieres y qué esperas de otros y conéctate con tu propia consciencia. Lo único que nos queda es el presente y hay que vivirlo con foco en lo que hay.