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La independencia del Banco Central: un activo invaluable

El banco central colombiano, más conocido como Banco de la República, ha logrado generar un ambiente de continuidad en las políticas adoptadas en materia monetaria, cambiaria y crediticia.

Germán Verdugo
28 de septiembre de 2016

A diferencia de los riesgos fiscales suscitados por los cambios políticos con los vaivenes de los “diferentes” gobiernos en los últimos 20 años, el banco central colombiano, más conocido como Banco de la República, ha logrado generar un ambiente de continuidad en las políticas adoptadas en materia monetaria, cambiaria y crediticia, siendo un estandarte de la estabilidad macroeconómica colombiana.

Si bien desde 2002 Colombia solamente ha tenido dos presidentes, hecho que sugeriría una percepción de estabilidad, lo cierto es que en lo político como ha sido recurrente en la historia del país, se han dado virajes fuertes. El mercado electoral y las decisiones de los gobiernos de turno han girado alrededor de la forma en que se enfrentan los flagelos del narcotráfico y la guerrilla, mientras que en lo fiscal se han aprovechado coyunturas internacionales muy favorables para acrecentar el gasto continuamente, sin importar las consecuencias de tener egresos corrientes permanentes vs. ingresos corrientes transitorios.

En contraste, en el caso del Banco de la República, el mandato constitucional de velar por la estabilidad de precios es claro hoy para casi cualquier ciudadano de a pie. Incluso, la credibilidad en la capacidad del Emisor para encauzar la inflación hacia el nivel meta (2% a 4%) establecido desde 2010 es amplia. Momentos difíciles como el actual donde a pesar del bajonazo en la actividad económica, el banco central ha incrementado consistentemente la tasa de interés para garantizar el control de la inflación a largo plazo, son ejemplo fehaciente de la solidez institucional lograda por la política monetaria.

En enero del próximo año se cumplen los 12 años (tres periodos consecutivos de 4 años) que es el máximo lapso que puede alcanzar, legalmente, el gerente general del Banco de la República; cargo que ocupa José Darío Uribe desde enero de 2005 y quién en dos ocasiones fue galardonado como mejor banquero de América (2007 y 2013) por la revista británica The Banker.

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La elección del nuevo gerente la realizan los demás miembros de la Junta Directiva del Emisor que está conformada por cinco codirectores y el ministro de hacienda, con lo cual el gobierno nacional puede tener candidatos. Vale recordar que la reelección presidencial desvirtuó el balance de poderes, ya que en dos periodos presidenciales el primer mandatario puede cambiar cuatro de los cinco codirectores Junta Directiva del Banco de la República que sumado al voto del ministro de hacienda en las decisiones monetarias han puesto en riesgo la independencia del banco central.

Del paso de José Darío Uribe por la gerencia del Banco de la República serán inolvidables algunas decisiones cruciales para el país que hablan bien de la labor del banco central colombiano en años recientes, a pesar de no ser tan mediáticos como los temas fiscales. Al respecto recuerdo algunos ejemplos:

1) El establecimiento de un encaje marginal de 100% y la introducción de la posición bruta de apalancamiento en mayo de 2007 más las restricciones sobre la posición propia en moneda extranjera, que evitaron una distorsión cambiaria que habría generado una mayor apreciación del peso frente al dólar y, así mismo, excesos de apalancamiento que habrían puesto en riesgo la solidez del sistema financiero;

2) La continua acumulación de reservas internacionales durante el boom de precios de commodities, así como el control de la volatilidad en la tasa de cambio nominal en periodos cortos que permiten hoy contar con un monto suficiente de reservas internacionales para evitar un colapso ante cualquier interrupción de financiamiento externo, ya sea por inversión extranjera o por deuda externa;

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3) El inicio de las fases alcistas en las tasas de interés de intervención con anticipación a los picos inflacionarios, atendiendo a la capacidad de crecimiento de la economía en el largo plazo y a evitar descalces externos excesivos dada la persistencia del déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos.

Según el Banco de la República “los objetivos de la política monetaria combinan la meta de estabilidad de precios con el máximo crecimiento sostenible del producto y del empleo”. Pero, adicionalmente, el Emisor ha logrado generar la conciencia de que la flexibilidad cambiaria como amortiguador de crisis y la estabilidad financiera son cruciales para el correcto funcionamiento de las decisiones en materia monetaria, basta con fijarse como hoy en Japón o en Europa no está funcionando el recorte de tasas de interés, ni para incentivar el crédito ni para evitar la deflación.

Para mantener la estabilidad macroeconómica del país es de suma relevancia que se elija un nuevo gerente del Banco de la República que mantenga la continuidad de la buena gestión realizada a lo largo de este milenio y que, además, sepa adecuar la gestión del Emisor a los nuevos desafíos globales como el fuerte crecimiento de novedosos medios de pago incluyendo las criptomonedas, pero también a los retos que implican los gigantescos flujos de capital en medio de un escenario de bajísima inflación y tasas de interés negativas en las economías desarrolladas.

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