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La educación de calidad es crucial para el futuro de América Latina y el Caribe

En apenas cinco meses, Perú será anfitrión de las Reuniones Anuales del Grupo del Banco Mundial y el FMI de 2015, reuniendo a ministros de economía de todo el mundo y líderes de organizaciones internacionales, corporaciones y sociedad civil.

Daniel Guerrero
9 de mayo de 2015

Será una gran oportunidad para que la región muestre sus avances sociales y económicos a todo el mundo —así como para destacar cómo los países de América Latina y el Caribe pueden encarar un crítico problema mundial: mejorar la calidad de la educación juvenil.

Estas reuniones llegan en un momento crítico para el desarrollo de la región. Desde inicios de la década de 2000, el número de personas viviendo en la pobreza extrema en los países latinoamericanos se he reducido a la mitad, mayormente gracias a un notable crecimiento económico. Sin embargo, el 12 por ciento aún vive con menos de US$2,50 al día. El coeficiente de Gini de la región, un indicador ampliamente usado para medir la desigualdad, descendió casi 7 puntos porcentuales entre 2003 y 2012, a medida que millones de personas se unían a la clase media. Hoy en día, sin embargo, este indicador de desigualdad sigue siendo elevado y su descenso podría estar estancándose. Con un crecimiento que se desacelera, seguir reduciendo la pobreza y alcanzando la prosperidad compartida podría llegar a ser difícil.

Existen pruebas fehacientes de que una manera de fomentar efectivamente el crecimiento y abordar la pobreza y la desigualdad es a través de inversiones en capital humano. Cuando invertimos en las niñas y las mujeres, por ejemplo, el impacto sobre el bienestar de los pobres extremos se multiplica. Estudios muestran que las madres educadas tienen hijos más saludables y que las mujeres con recursos financieros son más propensas a invertir en la generación venidera.

Los gobiernos de América Latina y el Caribe conocen esta situación de primera mano. En los últimos diez años de rápido crecimiento económico, sus inversiones en educación ayudaron a elevar la tasa de inscripción escolar, mientras que el acceso a la educación primaria es prácticamente universal. Pero asistir a la escuela es apenas el primer paso; el siguiente es asegurarse que los alumnos estén aprendiendo. Obtener mejores resultados educativos es crucial si queremos que los alumnos desarrollen las habilidades necesarias para competir en un mercado laboral que año a año se vuelve más globalizado.

La prestación de una educación de calidad sigue siendo una labor en curso para la región. Los resultados de los exámenes PISA de 2012 mostraron que los alumnos latinoamericanos de quince años habían adquirido, en promedio, dos años menos de conocimientos que sus contrapartes de países más ricos y cinco años menos que los adolescentes de Shanghái.

Dentro de la región, los alumnos pobres tienen un desempeño mucho peor que sus contrapartes más acaudaladas y esta brecha comienza a una edad temprana: los niños de seis años del 25 por ciento más pobre de la población en algunas partes de la región tienen dos años y medio de retraso en términos de aprendizaje versus los estudiantes del 25 por ciento más rico. En julio del año pasado, el Grupo del Banco Mundial publicó un informe que reveló que la deficiente enseñanza en los países de América Latina y el Caribe estaba teniendo un impacto sobre los alumnos equivalente a un día menos de clase por semana.

Algunos países de la región ya están tomando medidas al respecto. Un gran ejemplo es Perú, al que estaré visitando esta semana y en donde trabajé por muchos años como médico, luchando contra la tuberculosis en comunidades pobres.

El gobierno de Perú recientemente llevó a cabo una serie de nuevos programas para mejorar el desempeño estudiantil en las escuelas primarias del Estado. El Banco Mundial trabaja junto al gobierno para supervisar y ayudar a mejorar los resultados del aprendizaje estudiantil, ayudando a cerrar la brecha de desempeño tanto entre regiones como entre niveles de ingreso. Perú también está ayudando a la juventud de las áreas más pobres a acceder a la educación superior, brindando nuevas oportunidades para mayor aprendizaje.

Enfatizar la calidad educacional, conservando las conquistas en asistencia, es crucial para el crecimiento económico ulterior de la región. Aquellas políticas y programas que mejoren el aprendizaje estudiantil generarán puestos de trabajo y acelerarán los aumentos en el ingreso, especialmente entre los pobres y vulnerables. Esto significa que las personas podrán salir de la pobreza extrema por sus propios medios y que muchos más podrán compartir la riqueza recientemente creada.

Los países de América Latina y el Caribe ya registran una notable historia de crecimiento económico y reducción de la pobreza. Ahora que estamos en rumbo a las Reuniones Anuales de 2015, mejorar la calidad de la educación mediante una revolución en el aprendizaje debe convertirse en la nueva lección de la región para el mundo.