JULIO ROZO GRISALES

Ciencia: la base para ponerle freno a la deforestación

El debate sobre la restauración ecosistémica empieza a coger mayor fuerza en los ámbitos públicos y privados, debido a la evidente necesidad de hacerle frente a la deforestación y al cambio climático.

Julio Andrés Rozo Grisales, Julio Andrés Rozo Grisales
24 de septiembre de 2020

Es por ello que quiero compartirles las conclusiones que al respecto resultaron de una gran conversación que sostuve recientemente con Tatiana, una mujer con gran capacidad de análisis que busca no solamente que las actividades de restauración en Colombia se hagan, sino que se hagan como debe ser: bien.

Hablamos sobre los aspectos necesarios, urgentes y esenciales para desarrollar una estrategia efectiva de restauración ecosistémica en zonas degradadas por la deforestación. Y anticipándome a algunas de ellas, encontramos que en el conocimiento, en los incentivos y en los esquemas como la asociatividad, se encuentran los fundamentos de una estrategia para que lo que hoy son potreros, vuelvan a ser paisajes ricos en vida y habitados por personas que gocen de los medios que les garanticen su buen vivir.

Lea también: Conservar la biodiversidad: inversión y negocio con futuro

En esta columna me enfocaré en resaltar la importancia de la ciencia y en una próxima abordaré el aspecto de los incentivos y la asociatividad con el objetivo de hacer más evidente un hecho conocido y que reza que: solamente las personas motivadas podrán garantizar la protección de nuestros ecosistemas.

Los árboles son importantes, pero no determinantes

Aunque pareciera que la siembra de árboles es la columna vertebral para volver a darle vida a los paisajes en donde hoy hay potreros y otrora ecosistemas funcionales, este hecho es uno de los varios elementos que componen una estrategia de restauración. Y para sorpresa de muchos, si bien el árbol termina siendo una de las caras visibles del proceso (lo que se conoce como reforestación), no es el elemento más determinante para emular y garantizar que todas las interacciones bióticas y abióticas recobren vida en un área degradada (restauración).

El punto de partida para explicar este postulado es comprender que la restauración es un proceso complejo que se divide en diferentes fases y que puede tomar varios años. Para efectos explicativos las podemos condensar en 3: preparación estratégica, puesta en marcha y sostenimiento.

En la fase de preparación estratégica, lo más importante es lograr definir (aunque nunca a la perfección y de manera categórica) cómo es posible lograr que un paisaje pueda recrear toda esa amalgama de complejidades de elementos e interacciones que existían antes de haberse dado la deforestación. Tomar esta decisión para establecer un plan de acción resulta ser un proceso que amerita mucha información y conocimiento. Aquí surgen y deben establecerse respuestas aproximadas a una gran cantidad de preguntas que abren otra gran cantidad de preguntas. Para efectos netamente explicativos, voy a exponer algunas de ellas para que quede claridad sobre cuán importante es la ciencia en esta fase.

Visite: El cambio climático sí es para los de ruana

Empecemos por una pregunta estructural: ¿qué tipo de flora como árboles, arbustos y otras especies vegetales deben ser implementadas en esa zona y qué macrofunciones cumplen?, por ejemplo, ¿sirven para restaurar la microfauna que le da riqueza a los suelos? ¿contribuyen a recuperar los caudales de agua, atraer animales polinizadores, capturar carbono, evitar la erosión, y así muchas otras cosas más? A partir de ella pueden subyacer otro tipo de preguntas que terminarían haciendo la columna muy compleja de leer, pero que son relevantes y hay que hacérselas (ejemplo: ¿y si son especies que atraen a los polinizadores, qué tipo de polinizadores estaríamos hablando? ¿son acaso insectos como las abejas o mamíferos como los murciélagos? ¿Qué efecto pueden generar unos y otros en el resto del sistema? ¿estas especies contribuyen a conectar ecosistemas aquí y allá y establecer corredores para la fauna que alí habita?).

Podría escribir de la mano de verdaderas personas expertas en ecología y restauración 50 páginas de preguntas para evidenciar cuánta información es necesaria para tomar una decisión orientada hacia la generación de impactos positivos en el paisaje. Es por ello que a este punto uno puede empezar a comprender que si bien los árboles son importantes para reforestar, no lo son necesariamente para restaurar un ecosistema y recrear la belleza y complejidad de un paisaje.

Tomar la decisión de reforestar es un acto de responsabilidad que debe sustentarse en el debate técnico. Me temo que si obviamos el enfoque de paisaje en los procesos de restauración podremos terminar viendo potreros convertidos en monocultivos de dos o tres tipos de especies que, aunque puedan ser especies nativas, no generen el impacto de restauración deseado y sí el sofisma de creer que por el simple hecho de tener un árbol puesto en pie se hicieron las cosas bien.

En conclusión, con la siembra del árbol, la foto de esta actividad y la expedición del certificado de compensación o de donación no se puede minimizar la historia de la restauración. Este es un mensaje de tipo pedagógico que comparto con gran respeto a quienes toman decisiones en el sector público y privado y que con buenas intenciones quieren contribuir a contrarrestar la deforestación. El objetivo es contribuir a enriquecer el proceso de toma de decisiones para que las cosas se hagan bien, tal y como lo desea Tatiana.

Recomendado: Los planes de recuperación económica deben ser verdes

Hoy más que nunca necesitamos escuchar a los científicos y académicos. Las decisiones políticas y económicas en torno a la lucha contra la deforestación deben y necesitan incluir en sus debates los insumos científicos que hacen ver que en la complejidad yace la esencia y la realidad sobre el funcionamiento de las cosas. Decisiones reduccionistas y encasilladas en uno o en un par de elementos no más, no le harán bien a la ruralidad y a nuestros ecosistemas. Por el contrario, lograrán únicamente pintar de verde aquello que se prometerá como la solución.

Como lo anticipé al comienzo de mi texto, abordaré en mi próxima columna los aspectos de las siguientes dos fases del proceso (puesta en marcha y sostenimiento), a partir del vínculo con el tema de los incentivos y la colaboración para darle más fuerza al sentido de la participación de las personas en los procesos de conservación de nuestros ecosistemas.

¡Gracias Tatiana por enriquecer el debate y la búsqueda de soluciones!

Hasta el próximo jueves.