RAÚL ÁVILA

Inversión extranjera para Colombia: ¿qué falta?

En épocas de crisis, la inversión se vuelve un pilar para potenciar la recuperación. Para ser un foco atractivo de estos recursos, se debe contar con un perfil rentable, sólido y sostenible. Entonces, ¿cómo se ve el perfil de Colombia a los ojos de un inversionista de hoy?

Raúl Ávila Forero, Raúl Ávila Forero
14 de septiembre de 2020

Que un país tenga un perfil atractivo es realmente importante. Para facilidades, en el mundo se estima una buena cantidad de indicadores que proporcionan bastante información para ayudar en la toma de decisiones a diversos actores de la economía. Uno de los vectores más importantes se refiere al crecimiento y la productividad.

Estos dos criterios son transversales y sumamente importantes, especialmente en términos de inversión. Si bien esto contribuye a la capacidad productiva del país, la toma de decisiones en materia de inversión necesita de un componente altamente estable y rentable para el inversor. Y tener un perfil lo suficientemente sólido, que muestre un equilibrio entre un riesgo país bajo y buenos rangos de rentabilidad, no es tan sencillo en una economía y más como la colombiana.

Gran parte de esta competencia se desarrolla a nivel sectorial, en un intento por crear condiciones atractivas. Pero cuando se busca el posicionamiento a nivel nacional, se busca impulsar una serie de dinámicas en todo el territorio en materia de empleo, conocimiento, nuevas tecnologías, un talento humano más calificado y, en sí, todo un fortalecimiento productivo que tiene buena capacidad de impulsar la competitividad.

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Hace un año, la publicación del Índice de Atracción Global, elaborado por el grupo The European House, abría su investigación afirmando que prever y prevenir riesgos era indispensable para un desarrollo sólido, de largo plazo, sostenible e inclusivo. Pero, por supuesto, nadie veía venir semejante crisis pandémica que desestabilizó a cada uno de los sectores de todas las economías a nivel mundial.

Para dar un acercamiento global, la investigación evalúa a profundidad más de 120 índices que miden aspectos como la competitividad, la calidad de vida y el entorno proempresarial, pero también áreas específicas relacionadas con la corrupción, la libertad de prensa, la seguridad y la innovación. Para entonces, Colombia se ubicada dentro del rango de los países con una atracción regular con la posición 64, según del documento publicado en 2019.

El Índice de Atracción Global sacó su versión 2020, donde se mide y compara el potencial de 144 países, en términos de inversión y desarrollo productivo. Allí se tienen en cuenta cuatro dimensiones fundamentales: i) apertura; ii) innovación; iii) talento, y iv) eficiencia.

Colombia ocupó el puesto 91 dentro del ranking 2020, considerándose ahora como un país con una atracción a la inversión baja. Los países líderes, por supuesto, son algunas de las grandes potencias mundiales: Alemania, Estados Unidos, Singapur y Japón. Mientras que de la región latinoamericana solo tres países estuvieron dentro del top 50: Brasil (41), México (43) y Chile (46).

En la medida en que este es un índice que depende de diversos factores económicos, sociales, de innovación, de eficiencia y hasta de apertura, América Latina sale muy mal librada. Hemos visto cómo en algunos índices, como el de competitividad, varios países de la región suben poco a poco dentro del escalafón, pero de nada sirve si en paralelo no aumentan también factores como la calidad de vida o el presupuesto para ciencia, tecnología e innovación.

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Durante los últimos años, nuestro país, y podría decirse que toda la región, tiene muy arraigado un discurso que le apuesta a la atracción de inversión extranjera con una serie de estrategias y planes. Pero conocer las motivaciones de estas inversiones no es suficiente para generar políticas y acciones que promulguen una futura mayor inversión.

Es necesario hacer un análisis profundo del mecanismo de toma de decisiones de los inversionistas para identificar todas las variables y factores que entran en su consideración antes de tomar una decisión.

En Colombia se tiene trazada una hoja de ruta en la que el potencial evidenciado se centra en exportaciones. ¿Pero cómo? ¿Dónde se empieza? Hay muchos más estímulos que ese y, en parte, subyacentes. Según el Banco Mundial, dentro de las claves para atraer la inversión a un país cuenta la búsqueda de destinos competitivos valorando incentivos, acuerdos comerciales, y demás para estimular ese componente exportador. Pero no es lo único.

También se cuenta una simplificación regulatoria y un ambiente más propicio para la consolidación de negocios, no tener considerables limitaciones de infraestructura (como el acceso a transporte o a servicios como la energía eléctrica, gas natural, acueductos o telecomunicaciones), algunas garantías de protección de inversiones, la capacidad de los proveedores locales y recurso humano hábil y con altos conocimientos. Comprensiblemente, también se tienen en cuenta condiciones macroeconómicas estables y una menor incertidumbre política.

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El punto importante por destacar es que la "hoja de ruta" debe ser una política integral que contemple y priorice muchos más puntos, además de los fines únicos de exportación. Tenemos que dejar de ser una región en la que las multinacionales fabrican a menor costo para luego exportar estos productos terminados a sus países de origen. Debemos ser más que eso.

Desafortunadamente a este reto se le suma una preocupante situación: según varios informes de la ONU, América Latina será una de las regiones más afectadas por la caída en inversiones de hasta un 50% interanual.

Claro está que recuperarse de un panorama tan sombrío es un malestar que se ha extendido a nivel mundial. Pero habría de considerarse hablar de recuperación, en materia de inversión, bajo una base que no tenga tantas debilidades estructurales. Este índice es algo aproximado a un análisis integral, y así Colombia no parece ser un buen prospecto para invertir, ni siquiera sin crisis pandémica encima.