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¿Inteligencia o disciplina?

¡Qué difícil es vencer a un equipo que nunca se rinde! Eso mismo sucede con personas que jamás claudican en su compromiso de concretar sus propósitos. Opinión de Germán Retana.

Dinero
6 de marzo de 2013

Son innumerables las buenas intenciones que se quedan en el camino. Para la Madre Teresa, la disciplina es la mejor amiga del hombre. ¿Lo es para usted y su organización?

"Intus" significa "entre", y "legere" da origen a "escoger"; así, inteligencia puede definirse como la habilidad de relacionar conceptos para formar nuevos, comprender situaciones y seleccionar opciones, con profundidad, precisión y en el tiempo correcto. Por su parte, disciplina proviene de "discere", "discipulus" o sea, imponer orden para el aprendizaje. La autodisciplina conduce al orden y a la perseverancia para alcanzar fines. Juntas, ambas cualidades son poderosas, separadas son causa de desorientación y frustración de muchos.

Con la inteligencia se definen rumbos, proyectos y lo que se considera correcto; la sagacidad mental y la capacidad creativa son sorprendentes en personas que la desarrollan a un nivel superior. No obstante, es con disciplina que se marca la diferencia entre persistir y desistir, entre alcanzar lo anhelado o ser abatidos por la duda. Si los buenos hábitos nacen en una conciencia responsable, al repetirse se convierten en virtudes. Según Platón, con la virtud de la sabiduría usamos bien el intelecto, con la del valor, hacemos lo que la voluntad se proponga, y con el autocontrol gestionamos las emociones para ser persistentes.

Gracias a la disciplina las personas se conquistan a sí mismas para dejar de lado las perturbaciones y tentaciones que les invitan a rendirse. Por eso, ella debe nacer en lo más profundo de la conciencia para que sus raíces sean intocables por los acontecimientos superfluos. Las organizaciones que verdaderamente viven sus principios y su misión, están blindadas contra el cansancio o distracciones y perduran decenas de años.

Al repasar la historia de la humanidad o al conocer a los "héroes" que residen en nuestra calle, verificamos que los ganadores siempre usan la disciplina para vencer incluso a la inteligencia de quienes les adversan en su camino. Con ella, una empresa concluye su día superando cómo lo inició, y todos terminaremos la vida mejor que como la comenzamos.

La inteligencia mal usada causa un daño peor que la ignorancia. Conviene entonces perseverar en lo que el empresario mexicano Carlos Kasuga llama, los cuatro buenos hábitos: el "bien ser" pues de allí nace la ética, el "bien hacer" con el que se actúa correctamente, el "bien estar" que resulta de la serenidad de una conciencia premiada por la congruencia, y el "bien tener" que se refiere a cosechar calidad de vida integral. Inteligencia, disciplina y perseverancia, tres pilares que seguramente también marcan el rumbo que llevan su organización y usted..., ¿es así?

* Profesor Incae Business School