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Integración a las cadenas de valor de las pymes

Asistí a un evento sobre competitividad e internacionalización de las pymes, tema de relevancia por el TLC con EE.UU. y las perspectivas de nuevos acuerdos con Corea y otros países. Opinión de Cristina Robledo Ardila.

Dinero
10 de septiembre de 2012

Hace un par de semanas escribí para los lectores sobre los retos que las pymes deben enfrentar en su proceso de inserción al mercado global. Hoy, manteniendo esa visión realista-optimista del artículo anterior, quiero compartir algunas reflexiones interesantes sobre la integración de las pyme a las cadenas de valor globales como una estrategia clave para su internacionalización.

Bajo el panorama actual de tratados comerciales y oportunidades en grandes mercados, las pyme aspiran a encontrar clientes interesados en sus productos finales, en muchos casos aún con algún componente artesanal. Si bien es cierto, que los mercados de nicho existen y son una alternativa, la incorporación a las actuales cadenas de valor se constituye como una oportunidad invaluable para aquellas empresas que aspiran a beneficiarse del incremento en los flujos comerciales internacionales.

Como soporte a esta reflexión, Carlos Ronderos, profesor e investigador de la Universidad Sergio Arboleda, realiza un análisis de las realidades del comercio internacional en la actualidad, y el caso de México como evidencia y ejemplo para las pyme colombianas, el cual me permito resumir a continuación:

De acuerdo con la teoría de las ventajas comparativas (Ricardo, 1817), cada país podría o debería especializarse en aquellos productos o servicios que mejor produce. Esto implica que el rumbo exportador de los países andinos debe estar marcado por la oferta de bienes primarios e intensivos en mano de obra. Actualmente, el comercio intra-industrial constituye un alto porcentaje del comercio internacional. Más aún, el comercio intra-firma juega un papel fundamental; esto implica que no es el comercio de bienes finales donde están las mayores oportunidades para nuevos jugadores.

Los países con economías en crecimiento y más desarrollados importan y exportan básicamente lo mismo. Esto debido a que el comercio internacional hoy no necesita ser el resultado de diferencias internacionales en dotación de factores y tecnología.

La integración de la economía doméstica al mercado internacional, es un período de transición que puede ser difícil y costoso pues implica la reasignación de recursos hacia sectores más competitivos. En este sentido, cuando dicha reasignación se hace hacia sectores ya existentes, el costo de la transición será menor, y solo en la medida en que se logre una inserción dentro de las cadenas de valor existentes se posibilitará el “el desarrollo económico en la era de una industrialización orientada a las exportaciones” (Gereffi, 2001).

La integración a las cadenas de valor globales, se refiere básicamente a la posibilidad de producir bienes y servicios utilizados por otras empresas para la fabricación de bienes o servicios finales. Dicha integración puede ocurrir en los niveles más bajos de la cadena donde básicamente se ofrece una ventaja en costos de producción que puede ser igualada eventualmente por otros mercados (ejemplo, las maquilas); o en niveles más altos de la cadena de valor donde se crea una mayor dependencia por parte del cliente debido a la presencia de un mayor valor agregado que difícilmente podrá ser reemplazado por otro proveedor.

No obstante, para incrementar las exportaciones será necesario simultáneamente incrementar las importaciones, más aún desde esta perspectiva de integración a las cadenas de valor globales. En el caso de México, se observa, entre 1994 y el año 2000 como se triplicaron las exportaciones y se cuadruplican las importaciones para el mismo período, siendo en este proceso las pymes las grandes ganadoras. La estructura exportadora de México, antes basada principalmente en petróleo, pasó a ser para finales de la década de los 90 de exportación de manufacturas, en gran parte debido a la integración de pymes con ventas inferiores a 5 millones de dólares a las cadenas de valor globales.

Este no es un objetivo que se consiga de la noche a la mañana, para alcanzarlo se requieren iniciativas concretas como fue el caso de los programas desarrollados en conjunto por el gobierno, los gremios y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) con el fin de desarrollar una base de proveedores competitivos y confiables en México para las cadenas automotriz y aeroespacial.
 
* Profesora de Negocios Internacionales, Universidad EAFIT