MIGUEL ÁNGEL HERRERA

Ingresar a la Ocde en plena covid-19

La noticia de hace un mes del ingreso formal de Colombia a la Ocde no generó el debate público necesario para que como sociedad reflexionemos sobre los retos y oportunidades que se vienen para nuestro país.

Miguel Ángel Herrera, Miguel Ángel Herrera
28 de mayo de 2020

A la polémica decisión del Gobierno Santos de llevar a Colombia a una organización global de claro talante neoliberal, se suma que la formalización del país como miembro se materialice en el peor momento económico.

Otro desafío más para el presidente Duque, como si tuviera pocos. Porque ya ingresamos, pero ahora se viene lo más exigente: cumplir los compromisos adquiridos con los 23 comités temáticos que evaluaron nuestro sistema de desarrollo socioeconómico, desde la óptica de la mejores prácticas globales de política pública. Colombia ya cumplió un buen número de compromisos para lograr ingresar, pero el camino por recorrer es más desafiante ahora por el legado que dejará la pandemia.

Primero, porque el Gobierno tendrá que escuchar más el sentimiento ciudadano como insumo importante en la formulación de políticas públicas. Sentimiento que en las actuales condiciones es mejor interpretado por visiones populistas que por la Ocde, desde luego. En segundo lugar, a Duque le tocará aguantar una gran presión por mantener una agenda socioeconómica asistencialista en lo que queda de su mandato, lo cual a todas luces contrasta con las recomendaciones antisubsidio del organismo global. Y por último, el Gobierno tendrá que lidiar con una oposición política feroz que exhibirá posturas nacionalistas y proteccionistas para criticar la actitud pro-Ocde del Gobierno Nacional.

El nuevo modelo económico que está dejando la pandemia pareciera ser anti-Ocde: la contracción del intercambio global, la mayor inequidad que habrá en el comercio internacional y el proteccionismo económico por el que optarán las grandes potencias del mundo, justificarán políticas socioeconómicas nacionalistas enfocadas en la autosuficiencia a cualquier costo, la protección de la inversión nacional, la reducción de estándares de calidad laboral para mantener del empleo local y la protección de la producción colombiana. 

Sin embargo, no nos conviene una visión pandémica y cortoplacista de nuestro desarrollo económico. Debemos apostarle a la competitividad de largo plazo para lo cual resulta estratégico el vínculo con la Ocde. No podemos olvidar tampoco que Colombia ha logrado grandes avances socioeconómicos tras su inserción al mercado económico global. Con el ingreso ahora a la Ocde, en tiempos de covid-19, el país necesita, más que siempre, consolidar su economía en los mercados internacionales, fortalecer su institucionalidad para enfrentar la nueva ola de corrupción derivada de la afluencia de recursos públicos para atender la pandemia, demostrar seguridad jurídica para atraer inversión extranjera y mejorar los estándares de construcción de las políticas públicas para
modernizar los sectores productivos. La pandemia no nos debería hacer olvidar que tras la reactivación económica progresiva en el mundo, se avecina una competencia sin precedentes por la recuperación del crecimiento económico.

Los reducidos capitales internacionales que circularán en la era post- covid-19 irán a los mercados con mayor capacidad de generar confianza. Se enfocarán en los sistemas económicos que demuestren gobernabilidad democrática, administración pública basada en instituciones fuertes y respetadas nacional e internacionalmente y con sistemas empresariales que operen con altos estándares. 

En tiempos de covid-19 más estratégico entonces podría resultar el vínculo de Colombia con la Ocde porque sus altos estándares de transparencia, institucionalidad, protección de los derechos humanos y laborales son fundamentales para promover las mejores prácticas de nuestra administración pública. El Gobierno tiene el gran desafío de mostrar coherencia entre los planes que empieza a ejecutar para la reactivación socio-económica y lo que se comprometió a cumplir con la Ocde. ¡Esa coherencia nos conviene a todos! 

Chile y México han demostrado que su adhesión a la Ocde tuvo un efecto significativo y positivo no solamente en sus flujos comerciales, sino en la formulación de políticas públicas y en la adopción de buenas prácticas que no tenían antes de pertenecer a la Ocde. Los dos países se han beneficiado con
un aumento importante de la inversión extranjera directa y menores tasas de interés en los mercados internacionales. Es una realidad irrebatible. Pero además en los dos casos las prácticas regulatorias y las políticas públicas en general han evolucionado en institucionalidad, transparencia, consenso, tecnicidad y legitimidad interna y externa. No es una coincidencia que en Colombia usemos a Chile y México, frecuentemente, como comparadores internacionales en múltiples proyectos regulatorios.

Pero alcanzar las mejores prácticas de la Ocde no es un asunto de Estado solamente. Las empresas tienen un gran campo de acción hacia adelante en este nuevo escenario de una Colombia Ocde en condiciones económicas frágiles. Por un lado, cada sector empresarial debe tener una agenda de seguimiento a los compromisos pos-acceso de los Comités evaluadores del organismo internacional, para complementar el liderazgo que ejerce el Gobierno Nacional. Es importante también que los gremios sensibilicen a las empresas acerca de los nuevos procedimientos técnicos y regulatorios que el nuevo escenario demanda, para que empresas y entidades públicas compartan sin rencillas el mismo modus operandi. 

Las empresas, de todos los tamaños, deberían tener ahora más espacio para liderar proyectos de desarrollo socio-económico porque la Ocde promueve estrategias para cerrar las brechas de la inequidad mediante la competitividad y la productividad. El Gobierno en este sentido adquirió compromisos para impulsar más el emprendimiento, el fortalecimiento productivo de pequeñas y medianas empresas, la innovación y el crecimiento económico de grupos vulnerables. Y no son compromisos que la función pública pueda cumplir sin los sectores productivos.