Opinión On-line

La economía colombiana, sueños y realidades

El país debe cuidar sus indicadores económicos clave, para evitar que una caída del valor de las exportaciones pueda afectar la cuenta de capital. Opinión de Camilo Díaz Urrea.*

Invitado
4 de noviembre de 2014

Para afrontar la crisis financiera que sufrió el país a mediados de 1997, y que terminó con el rescate de varios de los principales bancos y corporaciones de ahorro y vivienda existentes, el Gobierno de aquel entonces creó un impuesto “temporal” a los movimientos financieros GMF del 2 X 1.000 para financiar dicho rescate, a expensas de los contribuyentes. La crisis fue originada en el sector hipotecario por las altas tasas de interés del UPAC que provocaron que miles de familias se declararan insolventes y tuvieran que entregar como dación de pago los inmuebles que venían amortizando. Los balances de los bancos pasaron de tener créditos como activos, a tener inmuebles que se devaluaban aceleradamente conforme se agudizaba la crisis.

Al mismo tiempo a nivel internacional se materializó la crisis de deuda de los países asiáticos y la cesación de pagos de Rusia, ocasionando que Colombia estuviera contagiada por choques macroeconómicos externos que apreciaron el tipo de cambio y que casi se perdiera por completo el acceso a los mercados financieros internacionales. Con una situación económica interna desfavorable, ingresos fiscales deteriorados, y un ambiente político interno caótico, Colombia perdió el grado de inversión sobre sus emisiones de deuda, esto implicó mayores costos de financiamiento para la deuda emitida por el Estado, y por supuesto más restricciones a la hora de acceder a los mercados financieros externos, esos eventos afectaron fuertemente la economía nacional llevándola a la recesión y a un amento generalizado de la tasa de desempleo que sobrepaso el 20%.

Pese a los eventos catastróficos que sufrió Colombia a finales del siglo pasado – incluyendo el terremoto que devastó el Eje Cafetero en noviembre de 1998 – la primera década del siglo XXI vino acompañada de mejores noticias para la economía nacional. Las tasas de interés internacionales disminuyeron hasta el 1% como consecuencia del estallido de la burbuja financiera de las Puntocom en Estados Unidos, pues el banco de la Reserva Federal dirigido por Alan Greenspan, decidió rebajar los tipos de interés de intervención con el fin de conjurar la crisis en cierne y otorgar liquidez extra a los mercados para evitar un colapso generalizado de los sistemas de pagos y asignación de créditos – hay quienes creen que este periodo de política monetaria laxa fue la génesis de la crisis financiera subprime de 2008. –

Por otro lado el crecimiento acelerado de China con tasas de expansión del PIB anuales superiores al 10%, más el impulso al crecimiento de la economía mundial de países como Brasil e India, y la recuperación de Rusia, llevó a que los precios de las materias primas en los mercados internacionales se incrementaran sustancialmente, esto mejoró los términos de intercambio de Colombia con relación al resto del mundo incrementando los ingresos por exportaciones.

Desde finales del 2003 los precios de las principales materias primas como el carbón, petróleo, cobre, plata, y oro, se mantuvieron en ascenso constante. Por ejemplo el carbón pasó de negociarse por US$50 la tonelada en 2003 hasta US$140 en 2008 antes de regresar a los actuales US$60; el petróleo Brent ascendió desde US$30 el barril hasta mantenerse constantemente por encima de los US$100 los últimos cinco años; el cobre salto de US$2 mil la tonelada en 2003 hasta casi US$10 mil en 2011; la plata y el oro fueron más allá y durante el periodo de 2003 a 2008 llegaron a quintuplicar sus precios.

Ahora ese ciclo de precios elevados de los commodities ha empezado a ceder, las razones de ello son variadas, pero se explican por la desaceleración económica de China que pasará de un crecimiento promedio anual del 10% a 7%; los riesgos permanentes sobre la economía Europea evidenciados por las dificultades que parecen haberse instalado sobre Italia y Francia, la primera está en recesión y la segunda se mantiene en la línea de cero crecimiento. También viene pesando el hecho de que América Latina crecerá a tasas promedio del 2% durante los próximos años de acuerdo a los pronósticos del FMI, con lo cual no se espera que sea propiamente un motor del crecimiento de la economía mundial.

Por otro lado el boom energético de Estados Unidos en la producción de gas y petróleo de esquisto, ha llevado a que disminuya sus importaciones de petróleo y se perfile como el principal productor de crudo hasta alcanzar los 9 millones de barriles diarios, presionando los precios a la baja. También se han sumado la recuperación de la producción de Libia, Irán e Irak que en conjunto vienen aumentando la oferta en más de 1 millón de barriles al día. Mientras tanto los principales productores de la OPEC han dicho públicamente que no tienen intenciones de recortar su producción, porque su objetivo es conservar su cuota de mercado. Es así como Goldman Sachs ha llevado sus pronósticos a US$70 – 80 por barril de petróleo para 2015.

Con ese nuevo panorama Colombia debe cuidar sus indicadores económicos clave, para evitar que una caída del valor de las exportaciones pueda afectar la cuenta de capital y llevar a una depreciación súbita del peso colombiano frente al dólar, así como contener el déficit en cuenta corriente que ronda los US$4 mil millones equivalente al 3% del PIB, que aunque ha estado financiado con Inversión Extranjera Directa IED, esta ha disminuido, e ingresó principalmente hacia hidrocarburos cuando los precios estaban arriba de US$100 por barril.

El déficit total del Gobierno asciende a 2,4% del PIB, y los ingresos por exportaciones de petróleo según el marco fiscal de mediano plazo, proyectaban una producción promedio diaria superior a 1,1 millones de barriles con un precio del crudo colombiano de US$ 99 por barril. Esto parece no se cumplirá por que el precio ha caído a US$85 y la producción está alrededor de los 950 mil barriles diarios. El precio del carbón también ha estado a la baja, y se negocia a US$ 60 la tonelada y la producción ha tenido problemas para llegar a la meta de 98 millones de toneladas.

El presupuesto de la Nación para 2015 está siendo financiado con los ingresos recibidos por los precios de segundo semestre de 2013 y el primero de este año, por eso la baja en los términos de intercambio no se vio reflejada en el presupuesto del año que viene. No obstante si los precios continúan en descenso es evidente que en 2016 tendrá que haber recortes en el gasto del Gobierno o en su inversión, pues la regla fiscal impone que en el 2018 el déficit estructural del Gobierno Nacional Central debe ser menor o igual al 1,9% del PIB. Otra opción pero poco probable sería otra reforma tributaria en 2015 dado que la actual solo cubrirá los 12 billones que se necesitan para los compromisos del año próximo.

Colombia debe pensar en diversificar sus fuentes de ingresos, aumentar su canasta de exportaciones diversificándolas, pasando del actual 76% en commodities como petróleo y carbón, buscando que las exportaciones no tradicionales aumenten de los actuales US$13 mil millones anuales, y fortalecer el mercado interno para que apuntale el crecimiento en los momentos donde los términos de intercambio internacionales están contrayendo el valor de las exportaciones tradicionales.


* Coordinador Unidad de Análisis del Mercado Financiero UAMF.
Facultad de Ciencias Económicas. Universidad Nacional de Colombia.
dcdiazu@unal.edu.co