CAMILO DÍAZ

Hueco fiscal y reforma tributaria

El país afronta un desafío fiscal importante, la forma como lo resuelva el gobierno entrante determinará mayor crecimiento o una pobre recuperación.

Camilo Díaz, Camilo Díaz
30 de junio de 2018

A todas luces el mayor desafío que enfrenta el país en materia económica es contener el déficit fiscal que ronda el 3,1% del PIB. El llamado reiterativo de las calificadoras de riesgos para resolver ese déficit, sopena de perder el grado de inversión, y las presiones fiscales que genera el endeudamiento público, que asciende al 48,5% del PIB, hacen necesario que el gobierno entrante tenga que resolverlo o por lo menos prestarle atención con prioridad.

La forma como decida hacerlo marcará la diferencia entre un mayor crecimiento de la economía, es decir una vuelta hacia la cota del 3,5% que es el crecimiento potencial, o por el contrario, una fría recuperación que no logre hacer que los empresarios inviertan más, y los hogares se decidan a reanudar su gasto y compras de vivienda.

Desde varios lados se viene señalando que el nuevo gobierno tendrá que presentar una “nueva reforma tributaria” para garantizar los ingresos que la Nación necesita para operar, cumplir con las transferencias a los entes territoriales y con el servicio a la deuda. En suma, de lo que se trata es de aumentar los ingresos corrientes de la Nación, para mantener a raya el déficit fiscal e irlo reduciendo conforme la regla fiscal, que busca su reducción al 2,2% al 2020.

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La búsqueda de nuevos ingresos por la vía de impuestos tiene poco espacio, a menos de que se quiera debilitar el esperado repunte económico que se viene dando en lo que va del año. Buscar más dinero desde los hogares con otra reforma tributaria que grave las rentas del trabajo o suba de nuevo el IVA, lo único que va a conseguir es volver a tirar la confianza del consumidor a niveles negativos, sitio en el que estuvo tres años, además porque con la subida de la tarifa al 19% quedó demostrado que causa un efecto permanente en la disposición de los hogares para gastar y no algo transitorio como se creía. Además, los hogares ya tienen muy poco margen de maniobra en sus presupuestos, puesto que están bastante endeudados, si se les cargan más impuestos, el único ajuste que tienen es reducir otra vez su consumo y aplazar o desistir de la compra de vivienda y bienes durables.   

El otro camino es buscar más ingreso aumentando los impuestos a las empresas, algo que parece todavía más inviable que lo anterior. El empresariado colombiano se viene quejando de la alta carga impositiva, aun cuando después de la aplicación de exenciones y beneficios, las tasas de tributación efectiva para las empresas de mayor tamaño rondan el 25%. Además, las promesas de campaña del presidente electo de bajar los impuestos a las empresas lo pondrían de entrada en un desgaste político innecesario. Si las empresas detectan aumento en la tasa de tributación, la vía de ajuste que van a tomar es reducir la inversión, con efectos negativos en la demanda y la generación de empleo formal.

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Con el carril de aumentar los impuestos a los hogares o empresas congestionado, la vía que queda para aumentar ingresos es, por fin, después de todo, atacar con contundencia la evasión y la elusión de impuestos, especialmente de IVA donde la Dian a calculado evasión de $14 billoness, en renta otros $8 billones, en impoconsumo $2 billones, más el dinero que se deja de recaudar por activos no declarados en el exterior (avaluados en $60 billones). Esa es la vía idónea para incrementar los ingresos del erario sin afectar la recuperación de la economía, porque si se elige impuestos a los hogares cae de inmediato el consumo que responde por el 65% de la demanda agregada, o impuestos a las empresas, cae la inversión privada y la generación de empleo formal, ambos con cargo al crecimiento económico, está vez sin la opción de gasto del Estado para recuperarlo dada la estrechez fiscal.        

Sigue estando sobre la mesa la posibilidad de que los ingresos petroleros aumenten más, dado que hay una alta probabilidad que los precios del crudo alcancen US$90 por barril, pero esa posible bonanza tiene la debilidad que puede ser temporal y su duración desconocida, así que no debe ser tomada como un factor para contener el déficit fiscal. También la vía de aumentar impuestos mitad y mitad (hogares – empresas) pero, como ya vimos, cualquier movimiento ahí va con cargo al crecimiento y puede frenar la todavía tímida recuperación.