Opinión On-line

Hablando de renuncias en redes sociales…

Recuerde que cuando sus empleados usan las redes sociales, estas son una ventana para mostrar las verdades de lo que pasa dentro de su organización. Opinión de Pablo Agustín Londoño. *

Invitado
18 de octubre de 2013

La semana pasada, la periodista Marina Schfrin, renunció bailando a Next Media Animation a las 4,30 a.m a través de un video que colgó en Youtube y que con más de 4MM de visitas ha logrado poner en boca de muchos la falta de equidad con que esta empresa trata a sus empleados. Si bien la respuesta, por la misma vía no se hizo esperar, tratando de ridiculizar a Schifrin, la verdad... el daño ya estaba hecho.

Glassdoor, empresa de capital Norte Americano, ha logrado recoger capital para expansión por US$42 millones, con un modelo de negocio en donde se permite que los empleados de miles de organizaciones, de manera anónima una vez pasando un filtro, califiquen a sus empleadores y jefes, haciendo evidentes las realidades, buenas y malas de diferentes culturas organizacionales, convirtiéndose hoy en parada obligada para quienes están optando por un cargo dentro de cualquier empresa. Glassdoor es igualmente un espacio para que las empresas mercadeen su cultura, las oportunidades de carrera y sus valores; pero es en realidad la experiencia del usuario (empleado) la que al final más pesa.

El tema es simple. Las redes sociales, así como han servido de palanca a movimientos sociales masivos como el de los Indignados, han creado un espacio también a los “indignados laborales” para que hablen abiertamente de las injusticias que a diario se viven dentro del mundo corporativo.

La marca “empleador”, aquella que tanto cuidan las organizaciones y sus departamentos de Recursos Humanos como parte de su estrategia de atracción del mejor talento, y por la que se desviven las empresas para quedar bien renqueadas en listados como “Best Place to Work”, tiene su talón de Aquiles en el comportamiento de algunos de sus líderes, que arropados por el poder jerárquico, maltratan creyéndose infalibles, sin sospechar de que pueden estar hoy poniendo en riesgo el esfuerzo de construcción de marca de toda una organización.

La realidad digital, esa del gran hermano, donde pareciera que nada es privado con los riesgos que esto conlleva, llegó también al mundo laboral y hay que saberlo administrar. Si bien las organizaciones se parecen a sus líderes, no siempre una injusticia, un mal trato, o los malos manejos de una persona dentro de la organización califican toda una cultura. Lo que ya no es admisible es que la injusticia se tolere, y por el otro lado que no haya una política integral de comunicación para el adecuado manejo de una protesta que en segundos puede ser viral.

Si bien el consejo obvio es exigir coherencia entre los valores escritos en el papel, con el comportamiento de sus líderes; debe haber consciencia por un lado de que es la gente el mayor activo de las organizaciones, que Recursos Humanos tiene que ser el aliado estratégico del CEO en el manejo integral de su mayor recurso, y que la política de talento debe ser la prioridad número uno de cualquier líder corporativo.

El CEO debe estar al frente del manejo de las situaciones en las que los empleados expresen inconformidad. Estábamos acostumbrados a que sólo en eventos de crisis, el CEO asumía las riendas del manejo público de su marca ante los medios. Agréguele una nueva, porque así como un mensaje positivo en las redes potencia sus políticas de atracción, la inconformidad sustentada y apalancada en una red social puede dar al traste con su imagen como buen empleador.


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