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Ganó el No y ¿La educación en ciudadanía perdió?

Los resultados del plebiscito muestran que la variable educación tuvo escasa influencia en la decisión de los electores y que en cambio los municipios más pobres y más rurales alejados de los grandes centros urbanos votaron Sí.

Ángel Pérez
7 de octubre de 2016

Los efectos del plebiscito son claros: los colombianos estamos más divididos de lo que esperábamos. Ganó el No por un pequeño margen. Quienes apoyamos el Sí, más de 6.3 millones de votos, tenemos que acatar el veredicto de la democracia y continuar empujando el proceso de paz para que nunca más suenen los fusiles de las FARC y a sus integrantes se les otorgue facilidades para integrarse a la sociedad y se conviertan en partido político; “cambiar las balas por la palabra”, sostienen sus miembros.  Un buen ejemplo ya lo dieron quienes marcharon en múltiples ciudades del país el pasado miércoles, liderados por grupos estudiantiles de más de 20 universidades, quienes se expresaron con consignas como: “ni un paso atrás, queremos la paz”, “sí a la paz” y “acuerdos ya”. En la plaza de Bolívar de Bogotá, más de 30.000 personas otorgaron un minuto de silencio estremecedor por las víctimas de la guerra y cantaron en unísono el himno nacional.

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Y tienen razón quienes gritaban “ni un paso atrás”, que entiendo como una solicitud de construir sobre lo construido. O “acuerdos ya” que entiendo como no dentro de 5 años. En principio los dirigentes del No han manifestado que ellos también quieren la paz, pero es bueno recordar que una actitud ciudadana implica, de manera inherente, buscar salvar vidas, heridos, amputados, voladuras y otros daños humanos y económicos que produce la guerra y eso se logra mediante el acuerdo con el otro, en este caso con las FARC, y me uno a quienes así lo desean con el ELN. Y es por esto que los resultados de este domingo tienen un efecto profundo sobre la enseñanza de ciudadanía en los colegios colombianos.

Según el Ministerio de Educación, “las competencias ciudadanas son un conjunto de habilidades cognitivas, emocionales y comunicativas, que debemos desarrollar desde pequeños para saber vivir con los otros y, sobre todo, para actuar de manera constructiva en la sociedad”. Las capacidades de deliberación y discernimiento están vinculadas con la familia como primer espacio de socialización, pero en el caso de la formación ciudadana esta se relaciona con el proceso educativo durante la infancia y la adolescencia, le compete a la escuela.

Ahora, está claro que las competencias ciudadanas siempre deberían promover desde la escuela la convivencia pacífica.  Enrique Chaux sostiene que la convivencia pacífica es uno de los aspectos más importantes de la formación para la ciudadanía y la democracia que los sujetos deben desarrollar, lo cual no es una tarea sencilla en contextos que promueven una cultura de la violencia. No estoy afirmando que quienes votaron No promueven la violencia. Sostengo que el conteo, durante 52 años de guerra, de 220.000 muertos, de alguna manera nos acostumbró a la muerte por violencia, y por ello para algunos esperar 2 meses más o 5 años más para alcanzar un acuerdo de paz con el que puedan estar más tranquilo no es un problema. ¿Qué mensaje le envía eso a nuestros niños y jóvenes?

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Los resultados del plebiscito y la confrontación que se desarrolló en las campañas deben concitar diversas preguntas a los maestros, a los directivos docentes, a los colegios y a quienes administran el sistema educativo. En primer lugar, es necesario que los maestros trabajen con los jóvenes de los grados 9º a 11º el tema de la participación democrática y la formación ciudadana: ¿qué pasa con la abstención electoral en un evento democrático tan importante como el del plebiscito? Según la Registraduría Nacional, sólo votaron 13.066.047 de 34.899.945 personas habilitadas para tal fin, lo cual representa el 37.43% del total, más grave, los 6.431.376 de quienes votaron No equivalen al 18.4% del total.

También, la escuela y la academia deben analizar e investigar sobre qué pasa con la cultura de la convivencia y la resolución de conflictos en la cotidianidad de los niños y jóvenes. Basta observar por las redes sociales los insultos, maltratos y hasta engaños a los electores que se produjeron en el debate político y mediático en torno al plebiscito.

Entiendo que consolidar una cultura de la paz va más allá de los acuerdos, es necesario repensar la manera en que enseñamos ciudadanía a nuestras nuevas generaciones. Así mismo, es tarea de los protagonistas políticos de este debate dar ejemplo a los niños y jóvenes sobre la capacidad de resolver conflictos de manera mesurada y respetuosa.

Ojalá no nos devolvamos. Soy de los que sueño con el día en que la guerra no continúe dividiéndonos, imponiendo la agenda de la política nacional y los presidentes, tal y como ha ocurrido en los últimos 20 años desde la elección de Andrés Pastrana. Reclamo: ¿cuándo será que en este país la educación, o cualquier otro tema de bienestar social, imponga la agenda y el presidente de Colombia? Tomemos como ejemplo a Chile, el país con los mejores resultados en educación en América Latina, en donde en la última elección presidencial el tema que decidió la elección de Michelle Bachelet fue su propuesta de educación gratuita.

Y sí, muy aburrido sería que en el año 2018 en Colombia la elección presidencial otra vez esté determinada por la Guerra, las FARC, el acuerdo de paz y los ofrecimientos de más presupuesto, premios y mejor justicia para los miembros de las fuerzas armadas y para los guerrilleros. Lo peor es que estos temas dan réditos políticos, congresistas y poder, está probado. Lo anterior de alguna manera incita a mantener este estado de cosas que algunos recuerdan en las redes con el eslogan de “la patria boba”. Soñemos con que no sea así.

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