ERICK BEHAR

Frenar a los oportunistas: una batalla por la confianza

¿Es posible que aumente nuestro sentido de solidaridad y, a la vez, seamos más desconfiados? El avance de la covid-19 ha facilitado la aparición del oportunismo en todo el mundo, fenómeno ligado a la desconfianza y del cual debemos cuidarnos.

Erick Behar Villegas, Erick Behar Villegas
26 de mayo de 2020

¿Es posible que aumente nuestro sentido de solidaridad y, a la vez, seamos más desconfiados? Mientras la pandemia se encarga de elevar la intensidad de aquello que vivimos, pensamos y sentimos, aparece un fenómeno que aumenta la desconfianza y del que nos debemos cuidar seriamente: el oportunismo.

Hoy es frecuente ver a las personas ayudando a otras. Algunos prestan dinero; otros regalan mercados; algunos simplemente ceden ante algo que habría sido impensable para beneficiar a alguien, mientras que otros se embarcan en misiones sociales para no desamparar a desconocidos. A pesar de estar en “la región más desconfiada de la tierra”, como se afirma en el Latinobarómetro 2018, hay una muestra valiosa de solidaridad que puede y debe volverse la base para construir confianza.

Pero el oportunismo llega y amenaza estas buenas intenciones. Aparece de manera silenciosa inicialmente, dejando resentimientos atomizados o engaños transaccionales que pueden frenar actos benevolentes necesarios. ¿Han escuchado la frase “no le vuelvo a ayudar a nadie”? De esto se trata el reto social tan monumental que se intensifica en la pandemia: cuanto más se frene el oportunismo, más confianza se puede construir.

Kenneth Arrow, premio nobel de Economía en 1972, hablaba del valor práctico que tiene la confianza para una sociedad. Decía que era el “lubricante del sistema social”. Veía en ella no solo eficiencia, sino la misma dimensión moral que hay en un mercado. Solo imaginen qué pasaría si no hubiese absolutamente nada de confianza. No se podría pedir algo a domicilio, ni hacer pagos por adelantado, ni consumir alimentos, ni firmar absolutamente ningún documento. Yo recuerdo cuando una supuesta emprendedora me llenó de historias dramáticas para convencerme de hacerle un envío a Medellín de unos productos apícolas y agrícolas. Nunca pagó y trabajaba bajo la técnica criminal de rotar celulares, robar bajos montos y hacerlo desde una ciudad distinta al domicilio de la empresa engañada. Era justo el oportunismo personificado, que confirmaba la pérdida de eficiencia de un mercado ante la imperfección de la información.

Lea también: El valor de la escasez

Cuanto más oportunismo permitamos, más extracción de renta, más premios a la mediocridad y más ineficiencias cultivaremos. La tendencia contraria es el auge de la solidaridad que tiene sorprendidos a muchos, incluyéndome. Quizá deba aceptar que el factor sorpresa se da en parte por la desconfianza que está anclada en mis recuerdos. Pero ahí es donde aparece el reto personal que se vuelve colectivo. En volver a intentarlo, claro, con precauciones, pero no cerrando la opción de ayudar. Si ayudamos a los demás, construimos la confianza que el oportunismo quiere destrozar.

En Alemania, la página nebenan.de permite ayudar a vecinos en caso de que requieran cualquier cosa. Cuando un infectado por el virus pide ayuda, aparecen decenas de personas ofreciendo ir al supermercado a comprarle lo que necesite, para dejarlo luego frente a la puerta. Pero Europa ha pasado por bastantes tragedias en su construcción de confianza y solidaridad. Un ejemplo épico de lo que puede lograr la solidaridad, se dio en un oscuro momento de la historia, en la profundidad de los bosques polacos durante la Segunda Guerra Mundial. En la nefasta Operación Reinhard, no había duda de la intención de exterminar masivamente a millones de seres humanos. Pero en el temible campo de exterminio de Sobibór, unos 300 prisioneros, es decir, la mitad de todo el campo, se fugaron bajo una lluvia de balas provenientes de torres de vigilancia nazi, que mataron inclusive a 11 guardias de las SS. La hazaña de heroísmo en medio del drama y el silencio inspiró la película Escape from Sobibor en 1987 y dejó una huella de optimismo en medio de la catástrofe. ¿Por qué menciono este caso? El recuento histórico y el análisis de algunos historiadores sugieren que fue gracias a la solidaridad de unos prisioneros soviéticos que se logró coordinar la operación, junto con desconocidos de varias religiones y países que creyeron en un objetivo común y desafiaron uno de los peores momentos de oportunismo político del siglo XX.

El ejemplo anterior es dramático, pero parte de un mismo principio replicable en una simple transacción en medio de esta pandemia. Cuanto más solidaridad y confianza hay, más podrán prosperar soluciones a problemas o inclusive tragedias. En Europa se ha hecho un énfasis fuerte en la puesta de la mascarilla, no por el bien de uno, sino el de los demás. Se une la ciencia y el valor de políticos responsables para decir que uno con mascarilla no se protege del virus, pero sí evita contagiar a otros en caso de que lo tuviera. Si cada uno replica el mismo comportamiento, hay un mejoramiento del bienestar o una "solución cooperativa", para usar el término de la teoría de juegos.

En Bogotá se plantea aumentar el indicador de confianza interpersonal en el Plan de Desarrollo en un 5%, partiendo de la cifra actual de 5,4 sobre 10. Atacar el oportunismo es vital para esto. Esto implica no solo el castigo a los que se aprovechan (por ejemplo, inflando precios), sino incentivando a los que ayudan (una idea, por ejemplo, es incentivar a empresas que resisten sin usar un subsidio a la nómina, así no sea tributario). En Brasil, el periodista Alexander Busch, que escribe en la columna Tropiconomia de Deutsche Welle, pone el ejemplo del oportunismo del lobby del comercio de vehículos y el de los productores de soja. Estos últimos han visto crecer sus ventas, pero están pidiendo beneficios. Menos oportunismo como éste ayuda a crear confianza que se manifiesta en transacciones transparentes.

No olvidemos que esa baja confianza general se relaciona con otras dimensiones como la desconfianza en las instituciones públicas (ver el Edelman Trust Barometer) o la falta de confianza del consumidor, que alcanzó -41% en el ICC de Fedesarrollo. Si bien estos índices no se pueden equiparar a la confianza interpersonal, reflejan una sensación de optimismo o pesimismo importante para las decisiones de política pública. Cada uno de nosotros puede ayudar a frenar el oportunismo, partiendo del análisis de la moral en un mercado, siguiendo a K. Arrow, al negarnos a comprarle a los que inflan precios o encuentran su momento de gloria cortoplacista al quitarle a los demás.

Lea también: Desplome de confianza