OPINIÓN ONLINE

Estudiantes con bajo rendimiento escolar, prioridad para mejorar la calidad

La evidencia internacional muestra que los sistemas educativos con mejor calidad priorizan las políticas, la acción educativa, el acompañamiento y la inversión en los estudiantes más pobres, en quienes tienen problemas de aprendizaje o bajo rendimiento escolar.

Ángel Pérez
26 de febrero de 2016

Las políticas educativas determinan y apoyan a los centros educativos, así como a los rectores, docentes y personal especializado para que trabajen con niños y jóvenes con atraso escolar, tanto en el aula escolar, como en horario extraescolar y con sus padres.

Hoy sabemos que existen buenos colegios porque tienen un proyecto educativo y se concentran en lograr que la mayoría de los estudiantes aprendan y no se atrasen. Para ello, la institución escolar, el rector, los docentes y el personal de apoyo desarrollan propuestas pedagógicas y metodológicas donde involucran a los estudiantes para lograr que el éxito académico y de formación sea compartido y logrado por la mayoría de ellos. En este esfuerzo participan y se comprometen los padres de familia.  

También, existen colegios donde imperan procesos competitivos e individualistas en educación, con maestros que focalizan su acción en el aula con los mejores estudiantes, en quienes aprenden más rápido y desarrollan condiciones especiales de liderazgo. Son instituciones escolares que contribuyen a ampliar la brecha entre estudiantes y donde se van creando condiciones que propician el ausentismo, la repetición del grado escolar y finalmente la deserción de la educación de quienes tienen problemas de aprendizaje y con seguridad escaso apoyo familiar.  

Así mismo, En el caso de Colombia hay colegios que aglomeran a niños, niñas y jóvenes que provienen de familias pobres, desplazadas, monoparentales y cuyos padres tienen escasa educación medida en años escolares. Estos colegios, normalmente, son colegios públicos, donde los procesos educativos deben superar, entre otras, las barreras asociadas a las condiciones en las cuales llegan los estudiantes a la institución escolar. Condiciones recurrentes como maltrato, violencia intrafamiliar o de entorno, baja estima, desesperanza, no futuro y alteraciones emocionales.

En estos colegios se necesitan maestros especiales con la mejor formación y práctica, con apoyo de los rectores y secretarías de educación. Docentes con altas expectativas sobre la capacidad de los estudiantes para aprender y desarrollarse, que entiendan que ellos solos no pueden enfrentar el entorno social y cultural de los niños, ellos necesitan trabajar en equipo y bajo la orientación de un rector líder que logre establecer metas y procesos de apoyo individual y grupal para los estudiantes que tienen atraso escolar.

En estas instituciones escolares los rectores y los docentes deben ser conscientes que la escuela avanzará en la calidad de la educación en la medida que se tomen acciones para disminuir y remediar, desde los primeros años de la vida escolar (educación inicial y primaria), los efectos del atraso en el aprendizaje o en la formación para la vida en comunidad, además, ellos deben lograr que los padres de familia asuman la responsabilidad de ayudar a la acción educativa de sus hijos.

La OCDE (Low-Performing Students) sostiene que “los estudiantes tienen menos posibilidades de tener bajo rendimiento escolar cuando asisten a escuelas donde los maestros tienen más apoyo y están más motivados, mientras que los estudiantes tienen más posibilidades de bajo rendimiento con maestros con bajas expectativas sobre ellos y se ausentes más del aula”.

Reconozco que el país requiere incrementar los recursos para la educación, garantizar el acceso la educación preescolar de los más pobres, apoyar a los niños cuyas madres son cabeza de hogar, aumentar los programas de inclusión escolar y disminuir la relación alumnos docentes, entre muchos otros. Sin embargo, también es posible realizar reformas y cambios en las aulas de clase y en la forma como trabajan los docentes con los estudiantes.

Está probado que la calidad de la educación mejorará cuando los estudiantes que siempre están abajo, o no rinden, avancen, la escuela no puede continuar reproduciendo y ampliando brechas de cuna o de condición social. En Bogotá hay evidencia de colegios públicos cuyos estudiantes obtienen mejores resultados frente a otros, sin ser afectados porque los colegios estén ubicados en el mismo barrio, o sector, y los alumnos provengan de familias con estatus socioeconómico similar; es decir, el efecto colegio sobre el niño logra ser mayor, que el efecto familia y entorno social. Lo anterior sólo se puede lograr con un equipo de profesores y directivos docentes comprometidos con sus estudiantes, quienes necesitarán de un proyecto educativo institucional y lograr comprometer a estudiantes y padres de familia en su alcance.

Los colombianos debemos ser conscientes que hoy la educación coadyuva a las diferencias entre las habilidades y competencias de la población, razón por la cual, sólo mejorando la calidad de la educación, de los más pobres (cerca del 70% de los estudiantes), seremos capaces de generar nuevas oportunidades y formas de desarrollo y convivencia.   

No puedo estar más de acuerdo con una de las conclusiones del estudio de la OCDE antes citado: “Cuando una gran parte de la población carece de las habilidades básicas, el crecimiento económico de un país a largo plazo está severamente comprometido”