FREDDY CASTRO

Los terroristas de la Universidad Nacional

Es tiempo de superar los estereotipos asociados a los estudiantes de la mejor Universidad del país. La elección del nuevo rector genera una oportunidad de cambio.

Freddy Castro Badillo, Freddy Castro Badillo
13 de marzo de 2018

Guerrilleros, comunistas o tirapiedra son solo algunas etiquetas que, a veces, soportamos estudiantes y egresados de la Universidad Nacional. Así lo queramos negar, en notas de prensa y conversaciones informales aparecen comentarios ruines o malos chistes.

Quienes pasamos por las aulas de la Nacional sabemos que los violentos son una minoría organizada. Es más, aquellos que se identifican con posturas de izquierda son solo un grupo en un universo en el que reinan los argumentos y la crítica. Allí conviven, entre muchos otros, liberales, ateos, cristianos, conservadores, marxistas, indígenas, LGBTI, libertarios, migrantes, anarquistas, existencialistas, deístas y muchos a los que poco les importa portar alguna bandera. Todos pilos, la mayoría interesados en estudiar y salir adelante.

Sin embargo, existen elementos que motivan una renovación. Reflexionemos sobre algunos.

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Cambiemos de paradigma

Es inevitable observar el ambiente y la decoración de una casa cuando se le visita. Un arreglo floral o una imagen de Hitler revela cosmovisiones diferentes. Lo mismo pasa en la Plaza Francisco de Paula Santander. Allí ha estado por más de 35 años la imagen del Che Guevara. Un hombre sin aportes científicos o literarios, responsable del establecimiento de un sistema “democrático” de un solo partido en Cuba.

¿Y saben por qué se mantiene la imagen? Porque, infortunadamente, los hermanos que pintaron la figura del Che, de apellido SanJuán, desaparecieron meses después del hecho. Es una manera de recordarlos. Ellos y otras víctimas que dejó la lucha estudiantil podrían tener un espacio para que perdure su memoria, pero Guevara no es la figura que debe adornar el centro de mesa de una institución académica. Por ello se requiere un nuevo arquetipo, -cultural o científico-, para replicar en las sedes y el campus central.

Otra arista tiene que ver con el rol de Gobierno. Parafraseando a John F. Kennedy, preguntamos lo que puede hacer el país por la Universidad, olvidándonos de lo que podemos hacer por ella. Esperamos que el Presidente de turno aporte los recursos para proyectos necesarios, pero nos esforzamos poco preservándola o implementando estrategias creativas para generar recursos.

Estos factores le dan gasolina al discurso incendiario de minorías anacrónicas. Los que se esconden detrás de una capucha y profesores, especialmente mayores, que confunden la libertad de cátedra con el proselitismo político.

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La ventana de oportunidad

Para afrontar estos retos, cobra importancia el proceso de elección del rector que se realizará esta semana. Estudiantes, egresados y profesores podemos reescribir la historia con el voto. Se requiere un rector proactivo, joven, que no pase de agache con las discusiones, que impulse escenarios de participación, que entienda lo público, que cuente con experiencia docente e investigativa, con doctorado y que piense en la Universidad como una empresa. Duro reto.

Edna Bonilla cumple los requisitos en una universidad que nunca ha sido dirigida por una mujer. Tiene experiencia pública, por haber sido Secretaria de Hábitat y directora de la Caja de Vivienda Popular de Bogotá; asimismo, gracias a su exitoso paso por la subdirección del Centro de Investigaciones para el Desarrollo, entiende el rol de la investigación en la generación de ingresos.

Ese recorrido le llevó a presentar propuestas audaces de modernización, socializadas en su cuenta de Twitter (@EdnaBonillaSeba). Estas incluyen liderar la reforma a Ley 30 (educación superior) y, sin dejar de lado la responsabilidad del Estado, generar incentivos para que los profesores participen de actividades de extensión e investigación.

Asuma su responsabilidad

Independientemente del nombre del próximo rector, piense que el fin de los estereotipos requiere un cambio de mentalidad. Cuide la Universidad como si fuera su casa e invite a otros a hacerlo, denuncie al desubicado, no pierda el tiempo con violentos, muéstrele el error al autor de chistes abyectos, aproveche los espacios culturales, formule soluciones y, sobre todo, créase el cuento. Usted estudia, estudió o trabaja en una institución que lleva 150 años ratificando que “ser pilo paga”.