CLAUDIA VARELA

Este tema es confidencial

María entró a su oficina preocupada por algo. La acababan de promocionar y ahora tenía un cargo donde varias personas le reportaban. No había manejado gente y la ponía nerviosa equivocarse. Sentía que Ramón no le creía mucho, fue su par y ahora ella era la jefe.

Claudia Varela, Claudia Varela
1 de febrero de 2020

En estas nuevas posiciones afloran todo tipo de inseguridades del individuo. La soledad del poder empezó a llegar a nuestro personaje. Ya no era igual que antes, sentía que el chisme del almuerzo y de la vuelta en el sector para comer helado era menos factible. Por un lado, ya no le quedaba tiempo porque la citaban a reuniones a mediodía y por otro, notaba que ya no le contaban todo con el mismo desparpajo de antes.

Bienvenida al mundo adulto le dijo su mejor amiga. Maria empezó a dudar si eso era lo que quería pero al ser inteligente y ambiciosa también entendió que hay cosas que hay que sacrificar y negociarle a la vida si pides cambios.

Pero en este universo cambiante y loco de remate porque todo puede ocurrir, María notó que había algo que no sabía cómo manejar. El mundo de la información confidencial que un cargo alto tiene. Creo que al final del día todos sueñan con el acceso a esa información no masiva, a eso que puede ser imprudente de contar o que puede cambiar la vida de alguien más.

Pero María no estaba preparada para enterarse de cosas que cuando se tiene un alma ingenua se piensa que solo existen en las series o en el cine. Su jefe la llamó y le dijo que Ramón había incurrido en prácticas inapropiadas porque duplicó unas facturas. La investigación se hacía a espaldas de él pero ella debía conocer y dar su opinión. Simplemente no sabía qué pensar ni cómo reaccionar.

Por ahora solo había que esperar. Duró un par de noches sin dormir. Ramón tenía dos hijos y su esposa no tenía trabajo. Alguien le dijo que la responsabilidad de las propias acciones es de cada quien y por tanto si Ramon salía no era su culpa.

Pasaron unos días. Ella que trabajaba vendiendo medicamentos de uso masivo en salud pública, logró una venta increíble a un cliente que iba a hacer una jornada inmensa para adecuar agua potable en poblaciones muy pobres. El medicamento se vendió a un precio bajo, pero el volumen era interesante.

Sin embargo, su empresa era de un país europeo y en la sede principal le dijeron después de su compromiso con el cliente que no había producto para enviar. Ella insistió, casi que lloró tratando de entender por qué hacían eso. Se dio cuenta entonces de que habían vendido el producto a un mejor precio en otro país, aunque no se respetara el acuerdo había más plata en la bolsa.

María jamás se hubiera enterado de estos detalles en su cargo anterior. Amaba su empresa y la decepción era increíble ya que todos predicaban la importancia de apoyar poblaciones vulnerables. Pero era evidente que el compromiso no era tan fuerte en realidad.

Ella siguió y pensó que tal vez podría llegar a cambiar cosas. Que quizás con su buena voluntad todo iba a ser mejor. Decidió hablar con su socio de Talento Humano para que la ayudara a entender la empresa y a trabajar mejor, le contó muchos detalles que había visto de su equipo y que quería mejorar. La chica de Talento era psicóloga y le inspiraba confianza.

¡Error! Resulta que el manejo confidencial de María, su prudencia y silencio no eran manejados igual por todos en la corporación, así que la chica de Talento contó todo lo que dijo María a sus subalternos. Sin filtro, sin contexto. Como se podrán imaginar, María perdió mucha más popularidad.

Dilemas éticos. Los humanos somos seres imperfectos, pero en un grupo hay que respetar al otro. Si algo es confidencial así debe ser por el respeto al interlocutor. Acabaron con María, aunque ella jamás abrió la boca en su nuevo mundo de confidencialidad organizacional. Como dijo el sabio Voltaire El que revela el secreto de otros pasa por traidor; el que revela el propio secreto pasa por imbécil.