JORGE IVÁN GÓMEZ

¿Estás aburrido en tu trabajo? ¿Qué hacer?

Muchos saben que antes de ser profesor en Inalde Business School fui directivo. En esa época me topé con Jim Collins, autor del libro “Empresas que sobresalen”. Esta lectura cambió mi vida por las decisiones que tomé para mi futuro personal.

Jorge Gómez Pinilla
26 de abril de 2018

Jim Collins, como muchos de nosotros, era un ejecutivo exitoso pero frustrado, primero en McKinsey y luego en Hewlett Packard.

Cierto día, Collins se hizo tres preguntas: ¿mi trabajo es fuente de felicidad?, ¿mi trabajo me llena de energía todas las mañanas?, y ¿mi trabajo me inspira y me lleva a superarme cada día? La respuesta a todas sus preguntas fue un claro y rotundo no. Gracias a la fuerza de la respuesta, Collins tomó la decisión valiente de renunciar a su carrera corporativa en HP y se convirtió en un exitoso profesor, investigador y speaker.

Reflexionemos sobre la historia de Collins y preguntémonos si nuestro trabajo es fuente de realización personal y si saca de nosotros lo mejor que tenemos para dar al mundo.

¿Mi trabajo es fuente de satisfacción personal?

El trabajo está aumentando los niveles de estrés, nervios y agotamiento en las personas. En el campo directivo hay muchas historias de incapacidades por crisis nerviosas, enfermedades a causa de un ambiente de trabajo tóxico o un jefe destructivo. En Estados Unidos, por ejemplo, los científicos del American Journal or Hypertension descubrieron que los ataques al corazón aumentan sorprendentemente los lunes por la mañana en todo el mundo (Mackey y Sisodia, 2016).

Ante esta problemática tenemos dos caminos: por un lado, debemos alejarnos de las situaciones tóxicas o destructivas que nos limitan y quitan la paz interior. Por otro lado, tenemos la opción de escoger un trabajo alineado con nuestra vocación y gusto especial por algo; una labor que sea nuestra fuente de felicidad y satisfacción.

¿Cuál es tu trabajo?

En estos días aprendí un concepto que me llamó mucho la atención, el cual consiste en saber que el trabajo que realizamos tiene tres niveles: el empleo, la carrera y la vocación.

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El empleo es la simple transacción entre las horas trabajadas y el salario que recibimos; la carrera es el camino que conduce a una meta y, por lo general, nos brinda satisfacciones y sentido de superación; la vocación es un llamado a realizar algo: por ello la palabra viene del latín vocare, que significa llamado. 

Pues bien, todo trabajo tiene un poco de cada cosa. Sin embargo, el trabajo como empleo puede convertir nuestra actividad en medio de subsistencia y, como consecuencia, empezamos a vivir realmente a partir de los viernes a las cinco de la tarde.

Igualmente, el trabajo como una carrera profesional nos brinda grandes satisfacciones, pero también nos puede conducir al egoísmo, la competitividad y la arrogancia, además de llevarnos, como en el tenis, a solamente observar el marcador del partido sin llegar a disfrutar del juego.

El trabajo como vocación, tiene un componente más espiritual que nos puede ayudar a liberar todo nuestro potencial humano. Hacemos las cosas porque nos gustan y, bajo esa circunstancia, no solo importan los factores económicos o la realización profesional sino una razón más trascedente para hacer las cosas. ¿A qué te dedicarías si te ganaras la lotería y fueras rico? Si la respuesta es qué harías lo mismo que hoy haces, entonces, podríamos concluir que tu trabajo es tu vocación.

Mi experiencia personal

Yo opté por seguir mi llamado y renunciar a mi carrera corporativa en el gobierno. Me hice dos preguntas para saber a qué trabajo podía dedicarme. Primero: ¿Qué es lo que más me apasiona?  Segundo: ¿En qué soy bueno; para qué actividad tengo una capacidad especial para contribuir al mundo? Gracias a esas cuestiones descubrí que mi vocación en la vida era compartir ideas en dirección, liderazgo y desarrollo personal para directivos colombianos.

En resumen, el secreto para disfrutar más nuestro trabajo consiste en concebirlo como una vocación. Asimismo, la clave para descubrir nuestra vocación radica en la sutil intersección entre lo que nos gusta (nuestra motivación) y lo que hacemos bien (nuestra capacidad). Todo esto unido al sentido que tenemos de las cosas; es decir, a la contribución que realizamos a nosotros mismos, a los demás, a la empresa y, en términos amplios, al mundo.

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Conclusión

Si el trabajo es fuente de insatisfacción, es el momento de pensar si la escalera profesional la tenemos puesta sobre la pared equivocada. Debemos pensar cuál es nuestra verdadera vocación y a qué estamos llamados. Tenemos que descubrir si lo que hacemos nos apasiona, nos llena de energía en las mañanas y nos reta cada día a ser mejores. Ante todo, es preciso escoger un buen trabajo, que se alinee con nuestra vocación. El factor determinante de la satisfacción personal es un trabajo que nos guste y para el que tengamos fortalezas y capacidades y podamos contribuir a una causa o al desarrollo de los demás y, como consecuencia, podamos derivar nuestros ingresos y estabilidad económica.

Trabajar con eficacia y pasarlo bien no son actividades excluyentes. La clave para lograrlo consiste en descubrir cuál es nuestra verdadera vocación en la vida.

Nunca es tarde para saberlo y prepararnos económicamente para dar el salto.