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Estancamiento del mercado de deuda corporativa: Palo en la rueda de la dinámica empresarial

Es de suma importancia el rápido desarrollo del mercado de deuda corporativa local, así como de otros componentes del mercado de capitales.

Germán Verdugo
15 de febrero de 2017

Esta semana comienza un ciclo de emisiones de bonos (títulos de deuda corporativa) en el mercado local por un monto cercano a 2.4 billones de pesos durante un mes aproximadamente, como parte de la evolución típica del mercado de renta fija colombiano. A pesar del elevado monto que suman estas colocaciones, lo cierto es que el mercado de deuda corporativa colombiano sigue muy rezagado de estándares internacionales y generando un escaso aporte a la estructura de financiación de las empresas y la actividad productiva del país.

En retrospectiva, durante 2016 fueron emitidos o colocados en el mercado de deuda corporativa nacional 9.7 billones de pesos de 21 emisores, de los cuales apenas siete emisores fueron compañías del sector real. Esa cifra frente a 2015 implicó un fuerte crecimiento (64%), aunque en realidad regresó al promedio anual de emisiones observado entre 2012 y 2014, tanto en número de emisores como en financiación obtenida.

Algunas consecuencias deseables de tener un mercado de deuda corporativa desarrollado son: 1) Contribuir a la estabilidad financiera puesto que en momentos críticos sirve como fuente alternativa de financiamiento para las firmas; 2) Reducir y hacer más estable el costo de capital de las empresas; 3) Reducir la concentración del riesgo de crédito en el sistema bancario; 4) Permitir que las empresas optimicen sus estructuras de administración de riesgo al seleccionar sus pasivos de acuerdo a sus activos, por ejemplo al sustituir endeudamiento externo; 5) Obtener información oportuna sobre posibles riesgos crediticios contenida en los precios de mercado de los títulos de deuda.

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El mercado de deuda corporativa colombiano se caracteriza por ser pequeño con frente a otras alternativas de financiación, tener pocos emisores, tener emisiones concentradas en plazos cortos, gozar de una mínima aceptación de riesgo de crédito por parte de los inversionistas institucionales y tener una base pequeña de inversionistas.

Un estudio realizado por la Bolsa de Valores de Colombia concluye que la complementariedad entre el sistema bancario y el mercado de capitales colombiano no se ha desarrollado y, de hecho, ambos mecanismos compiten por captar los recursos administrados por los inversionistas institucionales y ofrecer productos para el financiamiento del sector productivo en el mediano plazo.

Una evidencia de la baja participación del mercado de deuda corporativa como fuente de financiación empresarial directa se refleja en que entre 2008 y 2014 las entidades financieras captaron en CDT, a través del mercado bursátil, entre 4 y 10 veces el monto emitido en bonos y titularizaciones (de 6 a 9 billones de pesos anuales). De hecho, el saldo de CDT custodiados en el depósito de valores registró un saldo, a cierre de 2014, cercano a 80 billones de pesos, equivalía a 10.2% del PIB y a 60% del saldo total de títulos de deuda corporativa en el mercado colombiano.

El stock de deuda corporativa diferente a CDT (51 billones de pesos a cierre de 2014), equivale apenas a 6.6% del PIB, mientras que en otras economías comparables es mucho mayor: En México es 18%, en Brasil 32% y en Chile 40%. Al incluir los CDT, el saldo de deuda corporativa se ubicó en 16.8% del PIB al cierre de 2014 (10.3% en CDT, 3.4% en bonos y otros instrumentos del sector financiero y 3.2% en bonos y otros instrumentos del sector real).

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Por otra parte, entre 2006 y 2014, 75% de los emisores del sector no financiero (que incluye la industria aseguradora y holdings financieras) realizaron una única emisión de títulos mientras que solo 8% de este grupo podría ser considerado como recurrente (mínimo una emisión primaria cada dos años). En dicho periodo, los emisores de este sector participaron apenas con 37% del total de emisiones de bonos deuda corporativa (excluyendo CDT).

Con respecto a otros indicadores de mercado, la emisión anual de deuda corporativa que no supera 10 billones de pesos, menos de la tercera parte de la emisión anual de TES (títulos de deuda pública local). Por otra parte, solamente la cartera comercial de los establecimientos de crédito alcanza un stock de 234 billones de pesos, mientras que la cartera total se ubica en 433 billones de pesos, lo que da cuenta de lo pequeño que se mantiene el mercado de bonos de deuda corporativa, especialmente para emisores del sector real.

Otro estudio relativo a este mercado, publicado hace un par de años por el Banco de la República, concluye que “En Colombia, el uso del mercado de capitales como fuente de financiación de las empresas es relativamente bajo y se encuentra limitado a las empresas grandes”, mientras que el componente de bonos con respecto a la financiación de bonos más cartera para empresas del sector real, recientemente, ha oscilado alrededor del 18%, pero, en términos generales, el crédito ha crecido más rápidamente.

Por último, llama la atención que 80% de las emisiones de deuda corporativa en el mercado colombiano sean calificadas AAA y cerca de 97% se encuentra igual o por encima de AA+, lo que más allá de significar un bajo riesgo de crédito, refleja prácticas nocivas como la calificación privada y el “shopping rating” que obstaculizan la correcta evaluación del riesgo crediticio por parte de los inversionistas y termina jugando en contra de otros emisores que se beneficiarían más del acceso a esta alternativa de financiación.

Por todo lo anterior, es de suma importancia el rápido desarrollo del mercado de deuda corporativa local, así como de otros componentes del mercado de capitales; de lo contrario, el crecimiento del ahorro nacional puede continuar alimentando esquemas informales de inversión que terminan siendo estructuras fraudulentas y piramidales, pero que tampoco aportan a la financiación de la actividad productiva.

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