CAMILO DÍAZ

En cuánto quedará y qué se podrá comprar con el sueldo de 2019

El pasado jueves se instaló la mesa de concertación en la que el Gobierno, trabajadores, y empresarios acuerdan el aumento que tendrá el salario para el 2019.

Camilo Díaz, Camilo Díaz
27 de octubre de 2018

El salario mínimo de este año es de $782.242 lo que representó un alza del 5,9% frente al año anterior. Sin embargo, es sabido por los trabajadores y sus propios patrones, que esa cantidad no alcanza para comprar una cesta mínima de productos y servicios que permitan a los trabajadores llevar un nivel de vida adecuado y, más bien, la mayoría no llegan a final de mes y viven “colgados” o rebuscando horas extras para completar los ingresos.

Si a eso se suma el posible aumento del IVA de 19% a la canasta familiar, lo que van a experimentar los trabajadores es que el poder de compra del sueldo del año que viene, aunque aumente nominalmente en los términos de inflación causada de este año más la productividad laboral como lo señala la ley, les va alcanzar para comprar menos que lo que compraban este año.

La razón es que los precios de la canasta familiar aumentarían al menos el 19% de la tarifa de IVA que el Ministerio de Hacienda intentará que le aprueben en la ley de financiamiento que radicará en el Congreso y porque algunos tendrán redondeo del precio.

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El primer planteamiento de la mesa debe ser entonces que el aumento del salario debe compensar la mayor carga tributaria que afrontarían los trabajadores por la extensión del IVA de 19% a la canasta familiar, puesto que quienes devengan el mínimo destinan entre el 35% y 40% de sus ingresos a la compra de alimentos, por tanto su capacidad de compra se puede afectar drásticamente.

Por ejemplo, el mercado mensual que este año les cuesta $350.000, el próximo año les costaría $416.500 solo por el efecto de gravar con IVA la canasta familiar. Es apenas lógico que el aumento debe compensar esa gravosa carga que se viene para los hogares de menores ingresos.

Un segundo planteamiento debe concentrarse en solicitar que se inicie la compensación de la productividad media laboral que no ha sido reconocida en el salario mínimo en los últimos 11 años.

Un informe publicado por Cedetrabajo en 2017 evidenció que la productividad media laboral durante el periodo 2005 - 2016 fue mayor, y en cambio el aumento del salario mínimo fue calculado con base en la productividad total de los factores que obedece más a la inversión de capital de las compañías, que a la productividad media laboral que es la generada exclusivamente por los empleados. El efecto es que se dejaron de reconocer 13,5 puntos porcentuales de aumento en el salario mínimo, como dice el informe.

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Tercero, es oportuno que por fin se abra la discusión acerca de acabar con la indexación de otros rubros de la economía con el salario mínimo, hoy por hoy, las multas de tránsito, los altos salarios del Estado, algunas contribuciones y gastos estatales están anclados al mínimo, creando un efecto de indexación de precios, eso ha impedido que en periodos de elevada inflación el salario se ajuste proporcionalmente y en otras, ha facilitado que los Gobiernos anteriores al del presidente Duque se escuden en ese efecto para hacerse los locos con aumentos justos al salario.

Para eso existen otros indicadores más idóneos como la unidad de valor tributario UVT, el IPC, la UVR, y el interés bancario de referencia IBR. Es momento para que el ajuste del salario mínimo solo este referenciado a la remuneración de quienes lo devengan, no a otros rubros que terminan generando distorsión en los precios y en el mercado laboral.

Aunque es verdad que un alza significativa del salario puede afectar a las pymes, una fórmula para solucionarlo es rebalancear la carga parafiscal que tiene la nómina, se puede reducir las contribuciones a las cajas de compensación porque ya cuentan con suficiente patrimonio para operar de manera sostenible, y así aliviar los costos laborales.

En cambio son falsos los argumentos con relación a que alzas del salario mínimo pueden producir presiones inflacionarias, porque por un lado las empresas vienen trabajando al 70% de su capacidad instalada y pueden atender cualquier incremento de la demanda y, por el otro, si los trabajadores tienen mejor ingreso lo único que van a hacer es comprar más alimentos, vestuario, pagar la educación de los hijos, tal vez ahorrar un poco y disponer algo para recreación, lo que se traduce en ganancias para la economía.