Opinión Online

Emprendedor, ¿yo?

Creatividad, persuasión, iniciativa, resiliencia y optimismo, claves para emprender y crear algo de la nada.

Beatriz Yemail
25 de junio de 2016

Esta semana alguien preguntó en una reunión: ¿qué es ser emprendedor? Y se armó tremenda discusión.  

Uno podría decir que los emprendedores son personas que tienen ideas, las ejecutan montando negocios propios y que esos negocios (por lo menos en un principio) son relativamente pequeños.

Pero esa definición para algunos es muy general. Por ejemplo, para Schumpeter los emprendedores son innovadores, personas con ideas nuevas que materializan montando empresas que crecen de manera acelerada. ¿Por qué? Porque ellos desorganizan los mercados a los que entran produciendo u ofreciendo cosas distintas, o  de manera diferente, lo que termina desplazando a sus competidores menos innovadores.

Estas definiciones y conceptos que pueden sonar relativamente abstractos, tienen detrás a personas de carne y hueso.

Ellas y ellos son gente creativa y persuasiva. Creativa no sólo porque encuentran o se inventan la “idea” que prende la chispa del negocio, sino porque deben proponer soluciones constantemente a los retos que se les presentan en el proceso de armar su modelo de negocio y, como dice un buen amigo emprendedor, de “parirlo”.

Y esa creatividad viene de la mano de un alto grado de persuasión. Los emprendedores la necesitan no sólo para ganar sus primeros clientes, dejarlos contentos y asegurar que les paguen (menudo reto!) sino que necesitan persuadir a otros para que se monten al bus y hagan parte de su equipo, y a inversionistas (incluyendo los generosos padres, hermanas/os, tías y amigos) de que abran sus billeteras y apuesten por ellos.   

La ausencia de jefes que den dirección estratégica y operativa y la escasez de porristas que agiten pompones para celebrar los pequeños logros, hace que los emprendedores sean en general personas con iniciativa, resilientes y…sobre-optimistas. Esto es necesario para seguir rio arriba a pesar de las piedritas y piedrotas resbalosas que se encuentran en el camino. Y también lleva a muchos empresarios a tomar riesgos excesivos y a estar en un estado constante de intranquilidad, como  ha encontrado John Gartner (Johns Hopkins).

¿Somos todos emprendedores? Seguro que no. ¿Seríamos cada uno mejores versiones de nosotros mismos teniendo nuestra propia empresa? Seguro que tampoco. Cada cual anda por su propio camino. Si todos siguiéramos el mismo camino, los trancones serían peores que los del norte de Bogotá, los de la loma de los Balsos en Medellín, los de la San Martín de Cartagena y los de la Circunvalar de Pereira en hora pico…todos juntos.  

La mezcla de creatividad, persuasión, iniciativa, resiliencia y optimismo con un conjunto de preferencias, conocimientos, contexto de mercado y la llamada “suerte”, hacen que un grupo de personas sean capaces de crear algo de la nada. Hacer que ese algo crezca es un reto tremendo que en muchos momentos no tiene nada de romántico. Al final el resultado del proceso no necesariamente es seguro?por lo general, una de cada tres empresas cierran sus puertas al público antes de su tercer cumpleaños y los estudiosos continúan tratando de establecer los “por qués”. A pesar de esto, muchas personas continúan decidiendo “re-crearse” a través de la creación de empresa. Cada una de ellas es, realmente, de admirar.