JULIANA SÁNCHEZ TRUJILLO

El ROI de la creatividad

Invertir en creatividad genera resultados organizacionales más allá de lo obvio. ¿Cómo identificar el ROI de esta habilidad?

Juliana Sánchez Trujillo, Juliana Sánchez Trujillo
25 de octubre de 2017

Un gran número de investigaciones de los últimos años, han demostrado que la creatividad es la habilidad más importante tanto en la educación, como en el liderazgo en el Siglo XXI. Sin embargo, existen a su alrededor, un sinnúmero de mitos que hacen que esta habilidad sea subvalorada en muchas industrias. Para comenzar, se debe ir más allá de la noción de que la creatividad está exclusivamente ligada al arte, a las campañas de mercadeo, o que corresponde a un requisito más para llenar en la lista de desarrollo de un niño. La creatividad es una habilidad, pero así mismo, una capacidad que aporta valor a las organizaciones.

Para poder comprender ese valor, vale la pena poner en común una definición. Según Stein, la creatividad es la capacidad de generar ideas útiles y novedosas. Por lo que no solo basta con que las ideas cuenten con un componente de originalidad, sino que además estas deben servir a un propósito específico. En tiempos de innovación, es mucho lo que se habla de creatividad, pero también es amplio el temor que existe frente al término; por un lado, porque es algo que genera incertidumbre, pero por otro, porque se siente como algo efímero que no puede medirse y como tal puede representar un gasto innecesario que no genera resultados concretos.

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Sin embargo, se debe entender que el retorno de inversión de la creatividad puede ser muy alto cuando se establecen procesos que permitan consolidar los resultados de innovación para llevarlos a la acción. Como tal, el ROI de la creatividad se hace evidente en la implementación de nuevas ideas, en la reducción de costos, e incluso en los índices de productividad. De hecho, las investigaciones han demostrado que un clima organizacional donde florece la creatividad, refleja menores índices de rotación, mayor capacidad de adaptación a las necesidades del mercado y un mayor número de resultados de innovación. Pero la cosa no para aquí; cuando se tienen culturas organizacionales que promueven nuevas formas de pensar y la búsqueda constante de oportunidades, las ideas fluyen con más facilidad, las personas se divierten más y los índices de clima laboral aumentan considerablemente, situación que afecta directamente los resultados.

La respuesta para fortalecer estos resultados, no se encuentra en esperar a que llegue la musa, sino en formar habilidades creativas a través de programas de capacitación y mentoría. De hecho, una investigación desarrollada por Brett Richards en Estados Unidos, demostró que en una organización, aquellos que fueron formados en creatividad desarrollaron fuertes habilidades para trabajar en equipo, usar su imaginación, e incluso fueron calificados como mejores líderes por sus subalternos. Lo que no solo se vio reflejado en la cultura, sino también en los índices de crecimiento de la organización.

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¿Qué pasaría si todos tuvieramos una mente abierta y dispuesta a nuevas ideas? ¿Cómo cambiarían nuestros sistemas educativos y políticos? Más allá que ser el eje de la innovación, la creatividad es ante todo una habilidad para la vida de la que todos nos podemos beneficiar para transformar diferentes áreas de acción.