GUILLERMO VALENCIA

El populismo no triunfó, pero mostró su fuerza en Europa

Las elecciones del domingo fueron una victoria agridulce para los partidos proeuropeos y muestran divisiones en un continente que aún debe encarar al populismo. ¿Habrá entendido la Unión Europea que la globalización cambió?

Gustavo Valencia Patiño, Gustavo Valencia Patiño
28 de mayo de 2019

El epicentro de la expectativa durante las elecciones al parlamento europeo estaba en París, donde Steve Bannon, jugador clave en la campaña de Donald Trump, esperaba ansiosamente los resultados en el lujoso Hotel Bristol.

Steve Bannon, quien trabajó en la Casa Blanca y luego fue despedido por Trump, viajó a Europa para organizar en Bruselas una institución conocida como El Movimiento, que busca alinear los partidos nacionalistas europeos y crear alianzas políticas.

De Bannon se ha especulado que es un gran colaborador de la campaña de Marine Le Pen, principal contradictora del presidente francés, Emmanuel Macron, quien no ocultó su descontento al conocer su injerencia en estas elecciones.

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No obstante, muy a pesar de Bannon y Le Pen, los movimientos conservadores y nacionalistas no lograron amasar la victoria que tanto esperaban, pero sí reflejan las transformaciones de una Europa que cada vez más desconfía de los valores del libre mercado.

Un cambio en la globalización

Los resultados de la elección de este domingo fueron diversos. En Francia, el partido de Marine Le Pen ganó de manera ajustada contra del de Emmanuel Macron, quien quedó debilitado en su gobernabilidad. En Italia, la Liga del Norte, partido nacionalista dirigido por Matteo Salvini, triunfó con contundencia superando al movimiento de las cinco estrellas. En Alemania, el derechista AFD obtuvo el 11 % de los votos, pero no superó al Partido Verde, que le ganó con el 20 %.

Si bien son varios los resultados, el caso alemán se destaca porque demuestra que los partidos tradicionales están en problemas. Allí, la Unión Demócrata Cristiana de Alemania, partido del que hace parte la canciller Angela Merkel, obtuvo un 22,6 % de los votos. Esto pondría a tambalear su coalición de gobierno conformada con la Unión Social Cristiana, y fracturar las mayorías que la canciller necesita para terminar su mandato sin sobresaltos.

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Si bien la victoria fue agridulce en lo político para los partidos proeuropeos, la batalla real aún se debe librarse en lo económico, pues la ya declarada guerra comercial pondrá a Europa en un lugar difícil, teniendo en cuenta que desde su propio bando hay fuertes opositores a las políticas de Bruselas, y aumentan las voces que piden dejar el libre comercio.

Las elecciones europarlamentarias nos dejan una Europa aún más dividida y con un mayor disenso, que le impedirá tomar decisiones rápidas frente a las arremetidas que China y EE. UU. realicen en su guerra comercial. Esta ya se ha convertido en una confrontación global causando la caída en el precio de las monedas de los países emergentes y dando cuenta de giro que toma la globalización.

Los retos para la Unión Europa son varios y en diversos frentes: el aumento de la influencia de China en empresas tecnológicas y en infraestructura portuaria; la constante presión de Rusia y su distribución de gas; la carrera tecnológica por consolidar la inteligencia artificial, y la crisis migratoria, son algunos de estos.

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En el pasado los partidos proeuropeos han sorteado -con dificultades- problemas que pusieron en entredicho su propia existencia. Hoy, tras las elecciones del domingo, debemos preguntarnos si la Unión Europea ha entendido que la globalización cambió.