ADRIANA MOLANO

Mentiras, manipulación y muerte: el mundo según Facebook

Con título de novela negra, lo cierto es que el ecosistema que reina hoy en el mundo social nos ha demostrado que los límites de la condición humana se hacen flexibles en lo digital.

Adriana Molano, Adriana Molano
23 de noviembre de 2018

Una década atrás parecía impensable y hasta risible creer que por efecto de un mensaje que circule a través de las plataformas de comunicación en línea, seríamos capaces de inmolar o golpear hasta la muerte a perfectos desconocidos de quienes nos acabamos de enterar de su ‘posible’ oscuro presente.

Fuimos capaces, y uso el plural incluyente porque ya es hora de entender que los usuarios de Internet somos a la vez disímiles e iguales. En India, 9 muertes se han presentado cortesía de noticias falsas o fake news transmitidas vía Whatsapp – que hace parte del ecosistema de Facebook –. En México, un par de semanas atrás, dos hombres fueron quemados vivos por una muchedumbre que los creía secuestradores de niños – también difundida por Whatsapp –. Incluso, en esta última cadena de mensajes se identifica cómo un vecino de la zona propone una colecta para comprar gasolina.

Fuimos capaces de lo impensable y aún así la noticia sonó por algunos días y ya quedó en el pasado ignorable. Olvidamos que lo que construimos en digital hace parte de quienes somos y, todo indica que, ni siquiera nos preocupa qué tan cegados estamos por la tecnología.

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La gran F reúne entre sus activos digitales a 200 millones de usuarios y un escenario empresarial que incluye a Whatsapp, Instagram, Oculus (lentes de VR), Ascenta (drones), ProtoGeo Oy (seguimiento médico), y una amplia y variada lista de empresas, que, para su fortuna, son poco conocidas entre el público general y, en consecuencia, se ven poco afectadas por la ‘reciente’ mala reputación del gigante azul.

Ahora, para una compañía con una historia de apenas 14 años, tener entre sus haberes escándalos permanentes en los últimos cinco no suena muy atractivo y aún así todos seguimos alimentando nuestro perfil con información propia o con likes y reacciones a la de los demás.

Las constantes filtraciones de datos, las fake news o noticias falsas que fueron escándalo tiempo atrás por ‘desinformar’, e incluso la investigación sobre la injerencia de Rusia y de Cambridge Analítica en las últimas elecciones presidenciales de los Estados Unidos.

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El nuevo poderío global es digital y sus líderes se visten de geeks con intereses de conectar al mundo.

El cuarto poder que se le asignaba a los medios tiempo atrás se hace tangible a través de lo digital – tal vez porque podemos tener medición y trazabilidad de sus acciones –. Pero ese poder se lo entregamos nosotros, todos los usuarios, quienes casi aceptamos en los términos y condiciones que no leemos, el hecho de ser manipulados.

Parece que queremos estar dentro de la burbuja de información que nos crean los algoritmos, nos sentimos cómodos con creer que ‘todo el mundo’ piensa igual que nosotros, simplemente porque eso es lo que vemos en nuestro muro.

¿Cuál es la responsabilidad de Whatsapp y de Facebook frente a los asesinatos o las votaciones guiadas por los mensajes que circularon a través de sus plataformas? Mucha o ninguna según decidamos adaptar las legislaciones a la vida digital moderna con la que nos sentimos tan cómodos; pero mientras tanto no podemos negar que al final somos los usuarios quienes decidimos – por acción o por omisión – qué hacer con lo que cruza por nuestras pantallas.

Rompimos el límite y fuimos capaces de lo impensable. Dos años atrás nos preocupaban las mentiras, hoy ya olvidamos las muertes. Entonces, ¿qué será lo más grave que sucederá e ignoraremos en la próxima década?

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