JULIANA SÁNCHEZ

El legado de Clayton Christensen

El investigador de Harvard deja un gran legado y reflexiones sobre la innovación. Aquí se resaltan las más importantes.

Juliana Sánchez Trujillo, Juliana Sánchez Trujillo
29 de enero de 2020

Clayton Christensen, profesor de la Escuela de Negocios de Harvard, visionario y reconocido investigador de innovación se ha ido. Atrás deja un gran legado de estrategia y crecimiento. ¿Cuáles son algunos de los principales aprendizajes de su investigación?

Primero, el concepto de innovación disruptiva; en donde se hace un énfasis particular en el hecho de que es común que las startups innovadoras tienden a pasar inicialmente desapercibidas en el mercado, dado que usualmente suplen las necesidades de nichos que son aparentemente poco atractivos para las empresas ya establecidas. Además, plantea que si una empresa desea enfocarse en el desarrollo de este tipo de innovaciones, debe buscar soluciones centradas en clientes que no tienen acceso a los productos o servicios por ser demasiado costosos o complejos, buscar la simplicidad y hacer más efectivo el uso del producto. Además, que estas iniciativas deben desarrollarse a pequeña escala sin forzarlas a crecer rápidamente y ajustando constantemente el modelo de negocio a través de procesos de iteración. 

Segundo, el reconocimiento de que existen diferentes habilidades que influyen en los procesos de innovación; unas de descubrimiento, a las que llamó el ADN del innovador, y otras de ejecución. Las primeras, es común encontrarlas en emprendedores, pero a medida que se maduran los negocios, el énfasis del descubrimiento se va perdiendo y se comienza a dar prioridad a las habilidades de ejecución, haciendo que se esfume el hambre por innovar y vivir en un modo beta que permita una constante búsqueda de oportunidades. Por eso, se debe trabajar por fortalecer la capacidad de cuestionar, porque en las cosas obvias es donde más oportunidades se encuentran para innovar; la observación para ver el mundo desde otra óptica y encontrar inspiración en los lugares y situaciones más inesperados; la asociación, para conectar ideas que aparentemente no tienen puntos de encuentro; la experimentación, para saber tomar riesgos calculados; el networking, porque para innovar es necesario no solo contar con una red variada de contactos sociales, sino también estar en constante movimiento probando y validando nuevas ideas, con personas diferentes, lo que puede traer una gran variedad de perspectivas para fortalecer las ideas. 

Tercero, la necesidad de crear estrategias de negocio no desde segmentaciones demográficas, como es tradicional, sino desde los trabajos por hacer (Jobs to be done), o las razones por las que un cliente o usuario contrata a una marca. Esto permite generar soluciones y estrategias desde las necesidades, lo cual amplía el espectro de oportunidad y aumenta los niveles de efectividad en la implementación de las mismas. 

Gracias Doctor Christensen por hacer de la disrupción una palabra de la jerga empresarial, y por demostrar que los negocios deben vivir en una constante búsqueda de escenarios para asegurar la viabilidad futura yendo más allá de lo obvio y tomando riesgos en medio de la ambigüedad. Este legado es tanto un regalo, como un recordatorio de que la innovación no es un proceso estático, sino un movimiento constante de cuestionamiento, de retarse y de apostarle a nuevas formas de hacer las cosas.