FELIPE CAMPOS

El Banrepública cambia oro por baratijas

El Banco de la República vendió 67% de su oro justo antes de que este subiera 16%. Un planteamiento cortoplacista que abre la puerta a una discusión aún más interesante sobre nuestro manejo de las reservas internacionales y el papel del oro en ellas.

Felipe Campos, Felipe Campos
8 de septiembre de 2020

La noticia de las últimas semanas es que Colombia, como en una réplica de la Conquista española, está intercambiando su oro por baratijas otra vez. Es evidente cuando nuestro banco central vendió 67% de este metal —que tenía en sus reservas internacionales— justo antes de que su precio aumentara 16%, y teniendo en cuenta que ya había aumentado 15% en lo corrido del 2020.

Ante la decisión y en medio de la polarización colombiana, las críticas no se hicieron esperar. La más impulsiva calcula que perdimos seis veces lo que se robaron en Valledupar, la más imaginativa es que era predecible que el oro continuaría subiendo y la más reflexiva es que un banco central siempre debe tener oro para resguardar sus inversiones. Todas son discutibles en diferentes grados.

Comencemos por la plata que se dejó de ganar el Banco de la República. El cálculo es que hoy tendríamos de $200.000 millones a $300.000 millones más por los $1,8 billones que vendimos. Acá es importante resaltar que nadie vende en los máximos y compra en los mínimos. La discusión relevante es por qué el BanRep se retira del oro y no cuánta plata dejó en la mesa. De lo contrario tendríamos que resaltar que se retira con $1,5 trillones en ganancias con la subida de este metal desde agosto de 2018.

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Entonces, ¿por qué al banco ya no le gusta el oro? Esto nos lleva a otra parte extraña de la discusión, ya que en realidad nuestras reservas llevan siendo administradas con muy poco oro hace más de una década: entre 1% y 2% del portafolio.

Aquello nos brinda una excelente oportunidad para discutir la teoría moderna de administración de portafolios, que dicta que para ganarse 15% en unas semanas, hay que estar listos a perder mucho más. Se trata de un nivel de especulación muy alto para un portafolio de reservas internacionales, que tiene, de hecho, como misión ahuyentar a los especuladores de nuestra moneda.

En este sentido, el oro no solo es volátil al nivel de otras materias primas como el petróleo, sino que para este tipo específico de portafolios compuestos por bonos tampoco ayuda a la diversificación; en los últimos 20 años, ambos activos han ido en direcciones similares, solo que el oro lo hizo 20 veces más rápido.

Por todo lo anterior, varios bancos en la región como los de Colombia, Chile, Brasil y Perú han llegado a la misma conclusión para sus reservas: una distribución de 90% -95% en bonos y de 0% a 3% en oro.

Ahora, esto no quiere decir que haya una sola forma de manejar las reservas. Es conocido que grandes bancos centrales han estado acumulando oro en la última década. Acá tenemos dos grupos bien definidos, con condiciones diferentes a las nuestras, y aun así son pocos los que superan el 5% de este metal en sus reservas.

En primer lugar, tenemos los países de moneda dura que compran oro para no tener todas las reservas en sus propias monedas (del puesto 1 al puesto 6, tenemos a EE. UU. y los líderes europeos). En segundo lugar, las economías retadoras que han necesitado adquirir oro para reducir el riesgo geopolítico de depender del dólar (puesto 7: Rusia; puesto 8: India, y puesto 11: China).

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Cambiando a un tema más coyuntural, la explicación del BanRep para reducir su participación en oro del 1,5% al 0,5% implica la dificultad de cubrir pérdidas potenciales en el oro con el resto de portafolio invertido en bonos a tasas históricamente bajas. Algo que se podría conectar con el dilema fiscal colombiano.

El 2020 será el primer año en que las utilidades giradas por el BanRep al Gobierno serán superiores a las de Ecopetrol; esto debido a la valorización en las reservas. Si bien está claro que no es tarea de las reservas cerrar el déficit fiscal, sería ideal que un riesgo indebido no lo termine ampliando.  

Todo lo anterior nos lleva a concluir que una cosa es preguntarse si el oro es una buena inversión y otra muy distinta criticar un manejo de portafolio por una transacción específica, que solo representa el 1% de lo administrado, unas semanas después de dicha transacción y sin entender la filosofía de inversión de nuestras reservas, que no ha cambiado en décadas.

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Opinamos, para finalizar, que hay buenas expectativas en el oro, en un momento en que la impresión de los bancos centrales está acabando con la reputación de sus propias monedas.

Warren Buffet dijo alguna vez que “el oro se excava en suelo africano, lo derretimos, lo enterramos de nuevo y pagamos para que alguien lo vigile; no tiene ninguna utilidad y cualquiera que mire desde Marte se estará rascando la cabeza”. Es el mismo Warren Buffet que acaba de comprar su primera minera.