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El ADN de la generación Z

Mucho se ha escrito sobre la generación de los millennials, la famosa generación Yo Yo Yo (como la denominara el Times). Poco sin embargo se ha dicho sobre la generación Z, aquellos nacidos entre el 96 y el 2011, generación del mismo tamaño de los millennials.

Pablo Londoño
15 de septiembre de 2016

Mucho se ha escrito sobre la generación de los millennials, la famosa generación Yo Yo Yo (como la denomina el Times). Los retos que han traído al mercado laboral y las normas que han impuesto como consumidores, en un mercado global en donde ya sobrepasan a sus generaciones predecesoras, han atraído la atención de más de un sociólogo que los tiene en la lista de sus estudios.

Poco sin embargo se ha dicho sobre la generación Z, aquellos nacidos entre el 96 y el 2011 (las fechas varían según los especialistas), generación del mismo tamaño de los millennials pero de los cuales se sabe aparentemente menos, al menos en el marco laboral al que apenas ingresan. Podríamos pensar que son una simple extensión de los millennials pero la verdad es que los cambios sociales, la influencia de la tecnología y sobre todo el marco económico en el que les tocó crecer ha hecho de esta, una generación bien diferente a las anteriores.

La generación Z creció en un entorno social y económico difícil... Son la generación de septiembre 11, del renacer de los ataques terroristas, de Al Qaeda, de Isis y de dos profundas recesiones económicas  que de un lado los han hecho incrédulos de su futuro y de otro escépticos del impacto de la educación en sus vidas (sus mayores están pagando las deudas todavía).

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La generación Z maneja el dilema de ser parte de una red global generacional hiper conectada, que comparten valores globales de inclusión e igualdad, pero que de otro lado no manejan el optimismo de los que los precedió, lo que los hace tremendamente individualistas. Retoman de los X (sus padres) las angustias de haber crecido con algo más de austeridad, son gregarios frente a las luchas sociales pero reservados al compartir las inquietudes sobre su futuro.

Su patrón de consumo es también particular. Una de las primeras características de acuerdo con Emerson Spartz, CEO de la empresa de medios digitales Dose, es su capacidad para filtrar, a través de la información disponible, los mensajes de las grandes marcas. Los Z son una generación con una gran desconfianza por el establecimiento con lo que este significa y con los mensajes dirigidos, masivos y determinantes de los grandes anunciantes. No importa si el mensaje viene alterado por el Gobierno (como nuestra pregunta por la paz), o por una gran marca que los quiere hacer pertenecer a una horda indefinida, el Z no come entero. Son menos “marqueros” y se reúsan a ser anuncios ambulantes.

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Los Z son tal vez la primera generación en donde la marca personal puede empezar a pesar más incluso que las grandes marcas de consumo masivo. Es la generación de los youtubers, de las Kardashian; de grandes personalidades alrededor de las cuales se genera el contenido y las noticias globales. Los Z tienden a seguir con mayor pasión a influenciadores que a grandes marcas. Siguen sus vidas y sus historias y asumen, cuando estos representan una (a sabiendas de que las marcas les pagan), de que lo hacen conscientes de la causa que representan. Son conscientes de que su personalidad digital es tan importante como su proyección en el mundo real.

Son apasionados por los grandes movimientos sociales. Crecieron con una persona de color como Presidente de la mayor potencia mundial, con mujeres en posiciones de liderazgo y con un cambio global de inclusión frente a temas de genero y orientación sexual. Es una generación como ninguna de las anteriores en donde se aceptan las diferencias o mejor, donde no hay diferencias. Ven por lo tanto con desconfianza aquellos que siguen atados a dogmas sociales o religiosos del pasado que establecen diferencias.

Son más cautos para gastar, ahorran más que sus predecesores y ciertamente gastan diferente. Su prioridad, en un mundo pequeño como el que les toco, es tener Experiencias. La tecnología no es aspiracional (siempre la han tenido), viajar y conocer sí. No tienen dentro de su listado de deseos ni carro, ni casa, ni grandes marcas. La diferenciación y autenticidad es lo suyo, y más que viajar, vivir y las culturas está dentro de sus prioridades.

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Puede que no sea la generación más educada, pero definitivamente sí es la generación más informada. Son usuarios, testigos y creadores de información. Comparten todo, al minuto, en formatos variados lo que hace tremendamente susceptibles a ser influenciados por sus pares de cualquier parte del mundo. Con la misma agilidad se afilian y reaccionan ante la injusticia. Son definitivamente la esperanza del mundo en cuanto a asumir su responsabilidad democrática siendo actores presentes y contestatarios.

La generación Z se abre campo en un mundo que en sus manos y bajo su influencia tendrá los temas sociales, ambientales, tecnológicos y de integración como parte clave de su agenda. Tienen dudas frente al liderazgo global, son conscientes de su responsabilidad, reaccionarios frente a la injusticia, conscientes del valor del dinero, pero tienen miedo de que su inserción al mundo laboral vaya a tener el retorno esperado que en dinero y tiempo están poniendo en su educación. Sin duda una generación que traerá nuevos retos para nuestras organizaciones.

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