Opinión On-line

Crisis del agua: Crónica de una problemática anunciada

La crisis hídrica, generada por los predecibles efectos del "Fenómeno del Niño", ratifica la falta de planeación de las autoridades ambientales colombianas. Opinión de Jefferson Galeano Martínez.*

Invitado
20 de agosto de 2014

El Caribe afronta un periodo seco bastante extenso y las reservas de agua se han agotado; la ganadería y la agricultura reportan perdidas; las ciudades y municipios sufren cortes en el suministro de agua potable y, como si fuera poco, la posibilidad de incendios forestales aumenta.

El gobierno anunció medidas urgentes para afrontar esta situación –un poco tarde, si tenemos en cuenta que se estaba hablando de esto hace más de un año–. Pero hay una verdad inocultable: Este fenómeno, de escala mundial con consecuencias locales, durará hasta 2015.

Algunos dirán: –Me parece que esto lo he visto o leído antes–; las imágenes no tienen gran diferencia con lo que vivió el país en el primer semestre de 2014 en los llanos orientales, y las declaraciones tampoco tienen diferencias significativas. La pregunta es: ¿Por qué este "deja vu" ocurre cada tanto en el territorio colombiano? Las perspectivas para responder a este interrogante son diversas, solo expondré tres: Infraestructura, planeación y comunidad.

La malla hídrica del país es extensa, pero el abastecimiento de agua potable a las comunidades no es efectivo, ni siquiera en los meses más lluviosos. Las regiones tienen un déficit considerable en infraestructura para administrar el agua. Se hace urgente construir acueductos, reservorios y otros sistemas que garanticen el suministro en cualquier época del año. Por lo menos es lo que recomiendan los expertos, nada distinto a realizar estrategias de prevención y mitigación, y no como respuesta a una emergencia.

Palabras más, palabras menos, estos ajustes se deben realizar desde la planeación municipal. Para ello, es importante tener una radiografía clara de consumos hídricos que ocurre por regiones, zonas y sectores económicos; conocer los limitantes de los ecosistemas y, lo más importante, la definición de ellos para el abastecimiento hídrico de las comunidades. A partir de esta radiografía se pueden generar acciones concretas a corto, mediano y largo plazo, en los frentes sociales, económicos y ambientales.

No obstante, la mayor responsabilidad, sin lugar a duda, la tiene la comunidad; representada en el campesino, el estudiante, el profesor, el gobernante, el industrial, el comerciante, el ama de casa; porque mantiene una tolerancia extrema frente a hechos ambientales que en el panorama nacional se han vuelto recurrentes. Es decir, es permisivo con las acciones que crean las condiciones necesarias para que los desastres ecológicos se ocasionen.

Situaciones como la de la Región Caribe no es sorpresa, no debe generar desconcierto alguno; ya que el territorio colombiano, entendido como gran ecosistema da indicios de la situación que sucederá en el corto o mediano plazo. Ejemplo de ello, fue la reciente sequia de los llanos orientales, qué generó grandes debates en los medios de comunicación y en las comunidades pero al caer la primera gota de lluvia en la región, el tema desapareció de la agenda pública y privada. En la Costa Caribe, sin duda alguna ocurrirá lo mismo: Las temperaturas se mantendrán elevadas, las fuentes hídricas escasearan y el ciclo de vida de varios organismos encontrarán su final; existirán movilizaciones virtuales y físicas para buscar soluciones; se anunciaran y desarrollaran medidas de reparación; pero caerá la lluvia y arrastrará consigo la indignación de la sequía.

En síntesis: Para evitar que este "deja vu" de eventos se repita, es preciso generar planes de acción locales con impacto global, con grado de participación intensa de la comunidad. Es necesario, también, que se forme una red de desarrollo hídrico donde los nodos sean la generación de infraestructura tanto técnica como social, la buena administración de las cuencas, el cuidado y conservación de ecosistemas frágiles y otros factores que las personas encuentren importantes en cada municipio.

Para lograrlo, una estrategia fundamental es la educación ambiental; que tiene la misión de formar ciudadanos ecológicos, con valores y un sentido crítico de participación; todo ello, con el objetivo de forjar una sociedad con ciudadanos ecológicos, responsables del cuidado y conservación de los ecosistemas, con habilidades y competencias necesarias para una gestión eficiente y efectiva en la administración de los recursos, es decir, preservar el patrimonio natural colombiano.


* Profesor de Educación Ambiental de la Universidad de La Sabana